El BID anima a los países latinoamericanos a acometer reformas para acelerar su crecimiento
El organismo prevé que la economía de la región crezca el 1,6% este año tras mostrar en 2023 una fortaleza mayor que la prevista gracias a Brasil y México
Las economías de Latinoamérica y el Caribe demostraron mayor fortaleza de la esperada en 2023. Ahora, con la relativa estabilidad macroeconómica de que disfrutan, pueden acometer reformas para aprovechar oportunidades económicas sin explotar, según el informe macroeconómico del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) publicado este lunes tras la asamblea del organismo. “La combinación de posiciones fiscales más sólidas, la robusta regulación y supervisión financiera y la reafirmación de la fortaleza de los bancos centrales dibuja un cuadro optimista de la estabilidad macroeconómica en la región. Esta ha llegado a un posible punto de inflexión si se aprueban reformas para aprovechar las oportunidades de un contexto favorable”, indica el documento.
El economista jefe del BID, Eric Parrado, bromea con que a diferencia de los últimos años no ha habido ningún susto que haya forzado a cambiar a última hora el informe. La pandemia en 2020, la invasión rusa de Ucrania en 2022 y las turbulencias financieras de los bancos de Estados Unidos en 2023 cambiaron el panorama económico. El BID sostuvo hace un año que la banca latinoamericana estaba bien capitalizada para evitar un contagio y el tiempo le ha dado la razón.
De hecho, la economía latinoamericana se comportó el año pasado mejor de lo previsto. “Las expectativas cuando empezó el 2023 eran de tener un crecimiento de la región en torno al 1%. Y finalmente hemos terminado en un 2,1 o 2,2%, mucho mejor de lo esperado. Es una buena noticia que fue de alguna forma liderada por los países grandes, Brasil y México, que crecieron en torno al 3%”, señala Parrado a EL PAÍS.
El economista jefe del BID lo atribuye a varias razones, tanto globales como de los propios países. Entre las globales, la economía de Estados Unidos, locomotora de la región, creció un 2,5% en 2023, por encima de lo que apuntaban los pronósticos, que incluso coqueteaban con la recesión. Además, el precio de las materias primas se mantuvo relativamente alto, beneficiando a los países exportadores, aunque con mucha volatilidad. Y los costes de financiación, pese a ser altos, estuvieron relativamente contenidos, sin repuntes de las primas de riesgo. Lo que subieron son los tipos de Estados Unidos, la tasa libre de riesgo, pero si empiezan a bajar, aunque sea algo más tarde de lo esperado, eso debería beneficiar a la región.
En cuanto a los factores locales, los países aumentaron el gasto mucho para apoyar a familias y empresas en la pandemia, pero a diferencia de anteriores crisis, fueron retirando ese impulso y los déficits primarios (esto es, sin contar intereses) se están reduciendo a cero en algunos países. Los déficits fiscales siguen siendo relativamente elevados debido a los mayores pagos de intereses, lo que exige nuevos ajustes.
El endeudamiento también se ha reducido. Los países de la región experimentaron una disminución promedio de 11 puntos porcentuales en la relación deuda/PIB entre 2020 y 2023, aunque la reducción del endeudamiento se frenó en 2023. El escenario de referencia prevé una reducción promedio de tres puntos en el ratio deuda/PIB de los países, alcanzando el 56% en 2026. En un escenario adverso, la deuda pública podría alcanzar un promedio del 62% en 2026.
Además, la política monetaria se activó para contener la inflación. “Los bancos centrales de la región hicieron su trabajo de forma oportuna, mucho antes que los países desarrollados y de forma mucho más significativa”, sostiene Parrado, que explica que la inflación ha bajado desde un máximo del 9,9% al entorno del 3%. A eso añade que “el sistema bancario de la región fue parte de la solución y no del problema”. “La mayoría de los sistemas bancarios están mejor capitalizados, tienen mayor liquidez y eso obviamente les da resiliencia en términos de poder enfrentar estos shocks externos que hemos tenido”, explica.
Desaceleración económica
El BID prevé que el crecimiento se desacelere en 20224 hasta el 1,6%, para luego repuntar hasta el 2% en 2025, en línea con el actual crecimiento potencial de la región. “El 2% es una tasa de crecimiento muy baja en el mediano y largo plazo para las necesidades que tenemos”, indica Parrado, que recuerda que la asamblea del BID en Punta Cana se ha referido precisamente al triple desafío que implican las crecientes necesidades sociales, la escasez de recursos fiscales y el bajo crecimiento que impide que aumenten esos recursos. “Tenemos que ir pensando cómo enfrentar esos desafíos en el largo plazo, con medidas y con reformas que puedan ayudar a subir el crecimiento potencial. O sea, yo diría que hoy día hay brotes verdes de que estamos haciendo lo mejor de lo esperado, pero necesitamos ese punto de inflexión mucho más firme con las reformas de mediano y largo plazo”, indica Parrado.
Las expectativas de crecimiento para 2024 se ven influidas por varios factores, como un menor crecimiento mundial, elevadas tasas de interés, precios estables de las materias primas, consolidación fiscal gradual y niveles de deuda relativamente elevados, según el informe del BID, “¿Listos para despegar? Aprovechar la estabilidad macroeconómica para el crecimiento”.
Entre las políticas para impulsar la productividad, el informe recomienda a los países mejorar el acceso a una educación de calidad, fomentar la formalización y el crecimiento de las pequeñas empresas, facilitar el acceso a los mercados mundiales a todas las empresas, aprovechar la reorganización y los cambios en las cadenas de valor a nivel global para atraer flujos de inversión extranjera directa y promover un mercado crediticio más competitivo para el sector corporativo.
El informe también advierte que los crecientes conflictos en Oriente Próximo podrían aumentar la volatilidad de los precios de las materias primas y que el ritmo de reducción de los tipos de interés en Estados Unidos sigue siendo incierto.
En un contexto de bajo crecimiento, elevada, importantes brechas fiscales y shocks causados por factores meteorológicos (como el fenómeno del Niño y otros), el informe recomienda un rápido cierre de las brechas fiscales como complemento de la política monetaria. Las opciones políticas analizadas en el informe incluyen reglas fiscales eficaces, decisiones tributarias estratégicas y un gasto público más eficiente.
Parrado indica que con los conflictos geopolíticos, las cadenas globales de valor se están transformando y Brasil, México, Costa Rica y algunos otros países de la región están recibiendo mucha inversión extranjera directa.
Parrado elude pronunciarse sobre el impacto económico concreto que puede tener el resultado de las elecciones presidenciales en México, pero admite que “hay que mirar con lupa los procesos electorales porque siempre de alguna manera producen cierta incertidumbre”. “La idea es tener una visión más de largo plazo que evite el ciclo político de corto plazo. Ese es el mensaje que siempre hemos tratado de insistir, en el sentido de que las reformas estructurales sean duraderas y no se hagan reformas de la reforma cada cuatro o cinco años, dependiendo del partido político que esté gobernando el país, sino alcanzar consensos nacionales” en temas de infraestructuras, pensiones, educación y otros.
Con respecto a Argentina, donde el BID ha participado en una misión reciente en la que se ha reunido con analistas y autoridades para entender los detalles del plan de consolidación fiscal, Parrado dice: “Al final hay un convencimiento que la consolidación fiscal era necesaria. Obviamente, hay una necesidad de tener un ancla fiscal que era necesaria en Argentina”. Cree que el ajuste no solo reducirá el déficit fiscal, sino que también permitirá reducir la inflación, lo que considera un primer paso para poder estabilizar la economía. Al tiempo, ve necesarias compensaciones para los segmentos más vulnerables, admitiendo que obviamente cómo enfocar esos esfuerzos es ya fruto de una discusión política.
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