Cuando le pregunto cómo elige a sus artistas—su portafolio incluye desde emergentes como el cubano-boricua Dalton Gata, el argentino Tobías Dirty o la mexicana Nicole Chaput hasta la nonagenaria Geles Cabrera, a quien se le atribuye ser la primera mujer que ejerció profesionalmente la escultura en México, con una práctica de más de siete décadas, pero a pesar de esas distancias cronológicas y estéticas uno puede percibir cierto je ne sais quoi que las emparenta—la galerista Agustina Ferreyra responde: “Creo que trabajar con una persona es como viajar con una pareja, que uno se da cuenta como puede funcionar la relación. Hay comunicación, no hay comunicación, es una persona difícil, es una persona más easy going, cómo nos acoplamos, cómo hacemos que las cosas funcionen, es un poco por ahí. Pero ¿cómo los elijo? Creo que nos elegimos mutuamente”.

Ferreyra lleva casi dos décadas dedicada al mundo del arte en diferentes capacidades, de ellos once al timón de la galería que lleva su nombre. “Trabajé para estudios de artistas, y como editora en la sección cultural del periódico Excélsior en la ciudad de México, luego dirigí el estudio de Miguel Calderón, también funde un colectivo curatorial que se llamaba Perros Negros, con la artista Adriana Lara y Fernando Mesta, dueño y fundador de una galería aquí en México que se llama House of Gaga”, va detallando Ferreyra, cuya vida es un periplo americano—nació en Argentina, se crio en Ecuador y Colombia y luego en México, donde vive, cursó la universidad y comenzó a desarrollar su carrera profesional. “En algún punto de mi vida me enamoré y me fui a vivir a Puerto Rico y estando en Puerto Rico me di cuenta de que no había galerías. Al menos no había galerías a las que me gustaba ir. Y se me ocurrió abrir una. No tenía ni un centavo para hacerlo, así que vendí una obra en un mercado secundario y con el dinero de esa venta fundé mi galería. ¿Cómo resumiría el tiempo? Mucho de la historia de mi galería, al igual que las gestiones que hago en mi vida tienen que ver con mis ganas y mi momento personal. Soy una persona muy ‘gánica’, como diría Federico Manuel Peralta Ramos, un gran artista y poeta argentino. Ser ‘gánico’ la gente muchas veces lo confunde con ser impulsivo. Yo no necesariamente estoy de acuerdo. Simplemente es como adonde te lleve un poco el corazón. O sea, dónde están las ganas, dónde está el ímpetu, dónde está la energía”, resume Ferreyra con su voz melodiosa y pausada pero enfática, con un suave acento mexicano.

El traslado a México de su galería no fue un gran desafío. Aunque reconoce que es un mercado mucho más competitivo también le resulta más estimulante. “México siempre ha sido mío, yo siempre he sido de aquí. Fue simplemente como iniciar un proyecto en Puerto Rico y volver a México con un proyecto empezado. Pero es volver a un país donde me forme y que me vio crecer. Y en donde aprendí muchísimo sobre el arte y pudiera decir que me enamoré del arte. México es un lugar más competitivo, pero eso no es algo malo. Al contrario, creo que justo, al haber más gente, más proyectos, más energía, más infraestructura, es posible desarrollar mejores proyectos. Donde hay más gente que los vea, que escriba sobre ellos, más gente que los cuestione también. A veces este tipo de gestiones en lugares muy pequeños o demasiado periféricos es más fácil y la gente ni te lo cuestiona mucho”.

Ferreyra forma parte del club de los elegidos de Art Basel Miami Beach, un grupo selecto de nueve miembros que conforman su comité de selección y que pasan toda una semana encerrados en un hotel discutiendo las propuestas que se exhibirán, un trabajo que describe como arduo e interesante. “Ser parte del comité de selección de una feria como Art Basel Miami Beach te permite tener un pequeño avance de las tendencias, por decirlo así, aunque es una palabra medio complicada, de lo que está sucediendo en el arte, de los temas que se están pensando, de las cosas que preocupan y ocupan a los artistas, y lo que las galerías decidimos mostrar, que un poco al final se convierte en zeitgeist. Ser parte del comité de selección de una feria es interesantísimo por eso, porque uno tiene como un pequeño vistazo al futuro, además de la tremenda responsabilidad de elegir obras que sean verdaderamente importantes y de calidad”, explica.

Este año su galería participa con un proyecto que ha titulado “El límite y el exterior” (The Limit and the Outside) bajo el que agrupa a tres artistas de su portafolio que se presentan por primera vez en la feria: la estadounidense Heather Guertin, el mexicano Leonel Salguero y el argentino afincado en México, Ramiro Chaves.

“Estaremos presentando una selección de trabajo que hacen zoom in and out, entran y salen o circundan, la idea de los límites del ser, cuestionando lo que hay al interior y fuera de ellos. ¿Qué es un borde? ¿Qué es una frontera? ¿Cuál es el límite formal o simbólico, en donde una cosa se convierte en otra?”, explica Ferreyra. “En el caso de Guertin, con sus collages se acerca a imágenes prexistentes, ya sean fotos que ella misma toma o imágenes encontradas, componiendo abstracciones que terminan siendo un retrato abstracto de algo que vio. En ese sentido su trabajo es como un ejercicio de acercarse, de profundizar en la imagen. Ramiro Chaves explora más el límite simbólico del ser, no tanto el aspecto formal, sino más bien cómo se construyen estos límites personales a través de relaciones interpersonales, a través de la memoria, la historia, a través de ciertas actividades colectivas que nos reúnen y acercan, como la educación, el aprendizaje, el mismo ejercicio de hacer arte. Y Leonel Salguero es un pintor figurativo que establece una relación muy particular con los objetos cotidianos. En esta ocasión estaremos presentando un nuevo cuerpo de trabajo que se enfoca en retratar objetos cotidianos de su entorno inmediato (casa y estudio) a una usanza tradicional basándose en encuadres y composiciones del siglo XVII y XVIII, que le otorgan al sujeto/objeto retratado una cualidad como muy digna, muy regia. Salguero convierte estos objetos cotidianos en unos sujetos cargados de personalidad. En ese sentido el límite es otro, es como acercarse a un objeto y reconfigurar aquello que lo rodea, descontextualizar el límite y enmarcarlo de otra forma. Y también acercarse a un aspecto que es muy interesante de su obra, que es la vida secreta o la posible vida emocional de los objetos. Algo que se hace muy evidente en la obra, estos objetos al adquirir esa cualidad de subjetos retratados inmediatamente te hacen pensar en lo que puedan tener más allá de su funcionalidad”, resume Ferreyra sobre el concepto de su muestra.

“Mi expectativa como galerista creo que no es muy diferente de la de los demás”, dice Ferreyra antes de terminar. “Art Basel es una feria donde los galeristas apostamos por artistas que queremos dar a conocer o queremos consolidar y también vamos por supuesto a vender. Es un momento muy importante del año en el que las galerías vendemos y hacemos mucho dinero… si nos va bien (risas)”.

Las “Pinturas Caimán de Ramadés Figueroa

“Lo más ventajoso de ferias como ABMB es el acceso: es un punto de encuentro que aglomera a más de cien galerías de gran calidad de todo el mundo, que a su vez muestran trabajos de artistas internacionales del más alto nivel, todo bajo el mismo techo”, dice Stefan Benchoam, fundador de la galería guatemalteca Proyectos Ultravioleta.

“A su vez, el aspecto más negativo es que muchas veces hace falta contexto; pocas galerías —especialmente afuera de las secciones curadas— muestran más de un trabajo del mismo artista. Por lo que es sumamente difícil salir de cualquier feria conociendo las complejidades de la práctica de un artista”, reflexiona Benchoam, quien es también artista y comisario. “Desde un punto de vista económico, el costo del metro cuadrado es tan elevado que para mitigar el riesgo que se asume participando, la gran mayoría de las galerías priorizan trabajos más “vendibles” que otros quizá más interesantes y de corte experimental… lo cual es perfectamente comprensible también”, añade.

Proyectos Ultravioletas presenta en ABMB las “Pinturas Caimán” de Radamés ‘Juni’ Figueroa. “Un artista maravilloso de Puerto Rico que explora muchos de los clichés y las tensiones asociadas a las ideas de lo tropical y de Puerto Rico como destino turístico y recreativo, siempre en conversación con la historia del arte internacional. Sus pinturas son excepcionales, pues a primera vista seducen con su estética pictórica realista que no es ni naif ni clasista, pero que nos desarma con su paleta vibrante y su perspicaz sentido del humor”, explica Benchoam. “Estamos emocionados por mostrar este cuerpo de trabajo, a pesar de que somos conscientes que el mundo está pasando por un momento sumamente complejo, autoritario y polarizado. Pero, como siempre, creemos que el arte es un gran catalizador para reunirnos y generar espacios de diálogo, que a su vez permite imaginar distintos futuros”.

Benchoam es también cofundador y codirector del Buró de Intervenciones Públicas (BIP) y el Museo de Arte Contemporáneo de Guatemala (NuMu). “Ambos son proyectos colectivos y autogestionados que buscan llenar vacíos institucionales en Guatemala”, dice. “El BIP es un proyecto que comenzamos junto al arquitecto Christian Ochaita que realiza intervenciones públicas de bajo costo y alto impacto, para generar lugares de ocio y encuentro en la Ciudad de Guatemala, que cuenta con muy pocos parques y espacios recreativos verdes. Los proyectos son una manera de mostrarle a la Municipalidad, y a la ciudadanía en general, que los espacios públicos son de todos y para todos, y que no se requiere de tanto capital para crearlos, sino más bien de voluntad política y ciudadana. Entre los proyectos que realizamos hay microparques, hamacarios, canchas de fútbol y hasta la primera playa pública de la ciudad de Guatemala, montada con cenizas y arena volcánica recolectada tras una gran erupción del Volcán Pacaya”.

El NuMu fundado junto a la artista Jessica Kairé en el 2012 es una peculiar instalación que refuncionaliza un antiguo kiosco de venta de huevos drive-thru (en forma de huevo) que se mantiene permanentemente abierto “proponiendo un nuevo modelo de museo en el mundo” que “busca generar proyectos y reflexión en torno a la ausencia de un museo de arte contemporáneo en Guatemala y la falta de infraestructura para preservar el gran patrimonio artístico de nuestro país”, explica Benchoam. “A lo largo de los años hemos realizado exposiciones que responden al contexto específico de Guatemala con grandes artistas nacionales e internacionales, así como una representación mayoritaria de artistas mujeres, incluyendo a Amalia Pica, Carolina Caycedo, y Regina José Galindo, entre otras”, dice. En este momento exhiben la obra “Tierra Firme” del artista indígena de la Amazonía colombiana Abel Rodríguez (Mogaje Guihu).

Para Benchoam, lo que se destaca del arte guatemalteco contemporáneo “es el compromiso de la mayoría de los artistas a indagar en el contexto político, histórico, social y material, y pensar el arte no como una mercancía en sí misma, si no como una herramienta que nos permite cuestionar nuestra historia y nuestra idea de futuro”, dice. “Históricamente, los artistas modernos que más destacan a nivel internacional son Carlos Mérida y Margarita Azurdia, quien tuvo una exposición individual maravillosa en el Museo Reina Sofía, “Margarita Azurdia. Margarita Rita Rica Dinamita” comisariada por Rossina Cazali, que cerró en la primavera de este año. En la actualidad, los artistas contemporáneos que más resaltan son Regina José Galindo, Naufus Ramírez-Figueroa y Edgar Calel. Aunque hay muchísimos artistas maravillosos que están abriéndose campo a nivel internacional gracias al nivel de sus propuestas singulares, y que incluyen a Jorge de León, Hellen Ascoli, Marilyn Boror Bor y Manuel Chavajay, entre otros”.

Mano Penalva: interpretando el léxico de la cultura material

En el stand P16 del sector Positions de ABMB la galería mexicana LLANO exhibe la obra del brasileño Mano Penalva. Al igual que Proyectos Ultravioleta, LLANO es una de las dieciséis galerías que participan en esta sección y las dos únicas latinoamericanas, aunque en esta sección se exhibe la obra de otros dos artistas latinoamericanos: el puertorriqueño Esaí Alfredo representado por la galería miamense Spinello Projects y la mexicana Alejandra Venegas, con la galería holandesa Dürst Britt & Mayhew.

Es la primera vez que LLANO y Penalva participan en ABMB, el espacio ideal para que galería y artista accedan a un mercado internacional que puede impactar positivamente ambas trayectorias. “Este año ha sido importante para LLANO, gracias a que hemos podido lograr una visibilidad internacional con participaciones en ferias de arte en Ciudad de México, Madrid, Londres y ahora en Art Basel Miami Beach. Las ferias siempre representan un salto para las galerías ya que potencializan el trabajo y los programas específicos de cada uno de estos proyectos”, explica Mauricio Cadena, fundador y director de la galería.

“LLANO surge del interés de crear una plataforma generacional en la que se visibiliza la investigación y producción de artistas trabajando temas como el paisaje, ciencia, historia, tecnología, saberes olvidados y comunidades invisibilizadas”, explica Cadena. “El programa trata de incluir proyectos específicos que se salgan de las formas tradicionales de ver el arte en galería. En la naturaleza, los llanos dan infinitas posibilidades de sembrar y cosechar, es justo eso lo que intentamos lograr en el paisaje cultural de la siempre vibrante Ciudad de México”.

Cadena defiende el rol de galerías como LLANO que son “termómetros de lo que está sucediendo tanto en lugares específicos como la Ciudad de México, así como en el universo expandido del somos parte, en este caso Latinoamérica. Nuestra propuesta para Miami con el artista brasileño Mano Penalva intenta hacer un puente entre situaciones de la vida diaria que se viven en Brasil, México y muchas ciudades del mundo”, dice.

“Cama de gato”, la serie que exhibe el artista en ABMB, juega con la estética y la connotación de elementos de la cultura material, como los cojines de cuentas de madera para asientos de vehículos, comunes entre taxistas y choferes profesionales, así como los rosarios o amuletos que se cuelgan del espejo retrovisor, estableciendo un diálogos entre materiales y texturas, fe e identidad, lo sacro y lo profano, así como la naturaleza decorativa y simbólica de la geometría, trasladando al arte el debate sobre ese proceso de sincretismo, apropiación e infiltración mediante el que se construyen los imaginarios culturales.