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Bolivia cambia de ciclo en una segunda vuelta electoral entre dos candidatos de derecha

El expresidente Jorge Tuto Quiroga disputa la presidencia contra Rodrigo Paz, la gran sorpresa de la primera vuelta

Bolivia girará este domingo hacia la derecha con la elección de un nuevo presidente que, por primera vez en 20 años, no pertenecerá al Movimiento al Socialismo (MAS), el partido del expresidente Evo Morales. La primera vuelta electoral celebrada en agosto dejó fuera de carrera a las opciones progresistas y hoy se verán en las urnas el liberal conservador Jorge Tuto Quiroga —que va por su cuarto intento presidencial— y el centroderechista Rodrigo Paz, un candidato que partió de cero y logró seducir al electorado indígena que quedó huérfano de representación.

Ya pasó el tiempo en que las regalías por la exportación de gas alcanzaban para financiar un proyecto de redistribución de la riqueza y Estado presente. El gas se ha acabado por falta de inversión en exploración y Bolivia ha entrado en recesión. La inflación está disparada, faltan de dólares para pagar importaciones y hay desabastecimiento de combustibles. Los proyectos de ambos candidatos para capear el temporal son similares: los dos quieren impulsar exportaciones, “destrabar” al sector privado, achicar el Estado y fomentar y proteger la inversión extranjera. Las diferencias están en los métodos, según el economista Ricardo Fernández: “Tuto propone un ajuste rápido y profundo, con más riesgo de dolor y un mucho mayor riesgo de consolidación autodestructiva; Paz habla de ordenar gradualmente, pero el tema es también la inteligencia con la que lo logre”.

Paz propone para ello recortar gastos “superfluos” en la administración pública, que calcula en 1.500 millones de dólares, además de usar otros 3.500 millones de préstamos que la Asamblea aprobó recientemente. “Si se corta la ‘grasa’ administrativa y se cuida la inversión en infraestructura útil, o se impulsa el saneamiento básico y el urbanismo, la economía resiste mejor y las cuentas se ordenan con menor dolor”. Su caballito de batalla para seducir a los sectores indígenas que antes votaban al MAS ha sido lo que llama “capitalismo para todos”.

“Todas las medidas de Paz son para los cuentapropistas. Dice ‘vamos a liberalizar, pero no para los ricos; lo haremos para los pobres”, explica el economista y analista Armando Ortuño. En el cierre de campaña en Cochabamba, el martes pasado, Paz dijo que en Bolivia ya “no habrá contrabando porque todo será legal”. “Bajaremos los aranceles para acabar con ese Estado tranca que no nos permite traer productos, tecnología. Necesitamos créditos a bajos intereses”, dijo. Ha prometido incluso un “perdonazo” tributario como parte de un “plan platita” que movilice la economía.

El líder democristiano afirma que hay que “ordenar la casa” antes de solicitar nuevos créditos al Fondo. Tuto le responde que “la casa se está incendiando” y que es necesario cuanto antes la actuación de un bombero “con agua verde de dólares”. Una vez resuelta la emergencia, “hay que hacer un renacimiento de los hidrocarburos, entender que los dólares vienen cuando traes inversión y generas producción exportable”, dijo Quiroga en entrevista con EL PAÍS. “Pero antes de llegar a eso tienes colas para cargar diésel y gasolina, alta inflación y los dólares atrapados en los bancos. Por eso hay que reconstruir Bolivia. El paciente tiene que venir con anestesia y suero y ya después vendrán la minería, los hidrocarburos y la reconstrucción”, agregó el candidato. Para reemplazar las regalías del gas que ya no llegan, Quiroga propone convertir a Bolivia en una potencia mundial en la producción de litio.

Los sondeos muestran que Paz captó el voto del occidente del país, andino y con predominancia aimara y quechua. Una pieza clave de su campaña fue su candidato a vicepresidente, Edman Lara, un expolicía muy popular en redes sociales con un marcado discurso anticorrupción. Tuto Quiroga, en cambio, controla el voto de la parte oriental y selvática del país, de mayoría criolla y volcada a la agroindustira.

El analista político Diego Ayo dice que la identidad étnica pesa a la hora de votar, pero no como hace 20 años: “Ha surgido una burguesía aimara que, más que los ayllus o la comunidad, se interesa en mantener su capital económico”. En este trance, prefiere apostar por Paz que por Tuto Quiroga. Del otro lado, están los empresarios ganaderos y los profesionales urbanos, identificados con las políticas neoliberales que propone el expresidente.

La sombra de Evo Morales

El próximo gobierno tendrá que lidiar con las urgencias económicas y también con Morales. Desde que se emitió una orden de aprehensión en su contra en una causa por estupro, Morales vive entre una casa improvisada en la sede de las Seis Federaciones del Trópico de Cochabamba, en Lauca Ñ, y una parcela de su propiedad a media hora en coche. Para llegar hasta él se debe pasar un resguardo de cientos de indígenas quechuas que se turnan para vigilar “al jefazo” durante las 24 horas. Se han armado con lanzas de madera y basureros convertidos en escudos. Ya dentro, Morales ha reproducido un despacho presidencial: están la bandera de Bolivia, la de Cochabamba y la wiphala; la fotografía con la medalla presidencial y otra en la que aparece abrazado con Chávez y Castro. En su parcela cultiva naranjas y tiene un criadero de tambaquis, un pez de agua dulce que vende a los restaurantes de la zona.

Tuto Quiroga ha anticipado en una entrevista con este periódico que irá por Evo Morales, porque “cuando hay una orden de aprehensión, el Gobierno la ejecuta”. Sobre la posibilidad de que una captura active una ola de protestas, Quiroga pidió no “sobredimensionar la valentía de Morales”. La inquina entre ambos dirigentes se remonta a 2005, cuando el por entonces líder sindical cocalero venció en las elecciones presidenciales a un Quiroga que estaba convencido de que llegaría sin obstáculos al Palacio Quemado.

Rodrigo Paz, en cambio, optó durante la campaña por esquivar la cuestión cada vez que fue consultado. ¿Qué hará Evo Morales el lunes, una vez conocidos los resultados? “Esperar”, dice el analista político Raúl Peñaranda, director de Brújula digital. “Evo no puede ser candidato a la presidencia y eso le quita futuro. Puede hacer protestas”, sostiene, “pero si no puede ser presidente todo pierde un sentido. El MAS tendrá que buscar otros líderes”.

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