Bukele agita el fantasma del fraude electoral en El Salvador
El mandatario ha insinuado que hay errores intencionales del Tribunal Electoral para perjudicar a su partido, Nuevas Ideas, en los comicios legislativos que se han celebrado este domingo
El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ha insinuado que el Tribunal Electoral está cometiendo errores intencionales con el objetivo de perjudicar a su partido, Nuevas Ideas (NI), en las elecciones legislativas que se han celebrado este domingo y en las que el mandatario se ha puesto como objetivo conseguir los 56 diputados que le permitirían controlar la Asamblea.
Bukele, cuyo partido ganará con holgura las elecciones legislativas, según todas las encuestas, ha dicho que el órgano electoral ha cometido irregularidades fruto del “error” pero ha acusado que otras, sin embargo, fueron intencionales, en referencia al retraso que sufrieron los supervisores de su partido en recibir las credenciales o en el “paso de tortuga deliberado” frente a las urnas “para que baje la votación”. El mandatario ha acompañado las acusaciones de duras críticas a varios magistrados del Tribunal Electoral, a los que llamó corruptos y de operar al servicio de oscuros intereses, aunque ha evitado pronunciar la palabra fraude.
En paralelo a las denuncias, el mandatario salvadoreño apareció en televisión, cuando las urnas seguían llenas de votantes, para indicar a sus seguidores el inicio de la “operación remate”, una vieja estrategia ya aplicada por el chavismo en Venezuela que busca movilizar en las últimas horas del día al mayor número de votantes afines. “Ahora que estas personas van para afuera, necesitamos a la gente para terminar con el sistema de partidos de 40 años que ha dominado el país”, insistió Bukele desde Palacio presidencial a las 2:30 de la tarde, hora local.
Debido a las colas, que en algunos lugares de la capital eran de dos horas de espera, Bukele pidió paciencia a los votantes. “¿Qué son dos horas más de espera si hemos tenido que esperar 40 años para echarlos del poder?”, dijo el mandatario, de 39 años, con la cabeza cubierta por una gorra de beisbol hacia atrás.
La reacción de Bukele se parece más a una estrategia electoral que a una denuncia real que aportó como únicas pruebas errores menores de tipo logístico. Observadores internacionales consultados por EL PAÍS o el encargado de negocios de Estados Unidos, Brendan O’Brien, descartaron indicios de fraude. “Es muy importante no decir que hay fraude donde no hay fraude, es importante esperar los resultados”, insistió el diplomático en rueda de prensa. Aunque los colegios electorales ya están oficialmente cerrados, los salvadoreños tienen derecho a votar si estaban en la fila antes de las cinco de la tarde.
El fantasma del fraude es una de las estrategias utilizadas por el mandatario, quien acusa al Tribunal Electoral de operar en su contra al estar controlado por los partidos opositores del Frente Farabundo Martí (FMLN) y Arena (Alianza Nacional Republicana), claramente hundidos en las preferencias electorales, aún con presencia en órganos clave.
En estas elecciones, a Nayib Bukele no le sirve con ganar. Nuevas Ideas y sus partidos satélite se han fijado como meta llegar a los 56 diputados, lo que le permitiría tomar el control de la Asamblea y hacer importantes nombramientos como el Fiscal General, un tercio de los jueces de la Corte Suprema, el procurador General o la Contraloría de cuentas, entre otros órganos. No llegar a esa cifra sería un fracaso para Bukele, quien tiene uno de los índices de popularidad más altos del continente, y le obligaría a negociar con otras bancadas, un trabajo poco habitual para alguien acostumbrado a mandar.
Durante todo el domingo se vieron grandes colas de votantes frente a los colegios para elegir diputados, alcaldes y miembros del Parlamento Centroamericano (Parlacem). Las medidas sanitarias debido a la covid pusieron a los votantes a esperar en la calle bajo el intenso sol salvadoreño. Las grandes concentraciones de votantes en la calle hacían difícil medir el entusiasmo, más bien bajo, que levantan unas legislativas de este tipo, que rara vez superan el 53% de participación.
Bajo un sol implacable en la colonia Montreal de la capital, Rubén Osorio, un vecino de 43 años, pedía conciliación a los partidos para la nueva etapa y así poder terminar algunos de los proyectos sociales que han llegado a su depauperada colonia. “Veo más ilusión que en otras ocasiones para unas elecciones a la Asamblea”, dijo a EL PAÍS minutos después de depositar la compleja boleta en la urna de cartón.
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