Una carretera partida por las aguas en la región Lambayeque, al norte del país. En esa zona, los desbordes de ríos causaron desolación y pérdidas materiales.Sebastián CastañedaUn hombre navega en las calles de Huarmey, una ciudad ubicada en el norte del país, que se inundó en el 2017. Hoy ha sucedido algo similar en varios pueblos y ciudades.Sebastián CastañedaUn mototaxi es llevado en medio de las aguas por ocho hombres. Se trata de una herramienta de trabajo que, al perderse, puede hundir más la vida de algunas familias.Sebastián CastañedaUn grupo de hombres cruza una inundación, en la región Piura, al norte del país. Esta fue una de las zonas más impactados por el inusual calentamiento del mar.Sebastián CastañedaUn auto volteado por las aguas de la crecida de un río. Los desbordes de estos días en territorio peruano también se llevaron muebles, cilindros, roperos, televisores.Sebastián CastañedaTras la caída de lodo y piedras, o el desborde de ríos, viene el proceso de reconstrucción. Pero en el Perú lo más importante es la prevención, algo que falla clamorosamente.Sebastián CastañedaUn rescatista traslada a un niño en medio de una calle inundada en la localidad de Huachipa, cercana a Lima. Ocurrió en el verano del 2017, durante el ‘Niño Costero’.Sebastián CastañedaDos niños miran conmovidos el caudal furioso de un río costero. Sus familias tienen que vivir donde pueden. Por lo general en modestas viviendas de madera.Sebastián CastañedaEl torrentoso curso de un río ya ha derribado por completo una casa que estaba cerca de sus orillas. Es peligroso ponerse allí, pero para los más pobres a veces no hay alternativa.Sebastián CastañedaToma aérea del balneario de Punta Hermosa, que sufrió el embate de dos avenidas de lodo y piedras. Varias viviendas y hoteles están en el curso de una quebrada.Sebastián Castañeda
