Las derechas de Santander se disputan la herencia de Jaime Andrés Beltrán, el fugaz ‘Bukele’ de Bucaramanga
El exalcalde, destituido por el Consejo de Estado, apoya a un asesor que pelea voto a voto contra un ingeniero que tiene el respaldo del gobernador


Bucaramanga, la quinta ciudad más grande de Colombia, vive una nueva disputa de poder desde hace cuatro meses. El Consejo de Estado destituyó en agosto al alcalde, Jaime Andrés Beltrán, un pastor evangélico que arrasó en las elecciones de 2023 con la promesa de mano dura contra los criminales —se presentaba como “el Bukele colombiano”—. Las derechas de Santander, un departamento en el que el presidente de izquierdas Gustavo Petro apenas tiene apoyos, apretaron el acelerador para disputar su sucesión en unas elecciones inesperadas que se celebran este domingo. La apuesta del exalcalde es Cristian Portilla, un asesor suyo que promete defender “la vida y la familia” y que promueve a Dios como “eje fundamental de la sociedad”. Se enfrenta contra Carlos Bueno, un reputado ingeniero de transporte apoyado por varios partidos que le ofrecieron ser candidato para fomentar “la autoridad y el orden”.
La disputa tiene poco de ideología. “Estamos en una misma arena política [de derechas], pero nuestra forma de gobernar es totalmente diferente”, dice Bueno cuando se le pregunta sobre las diferencias con su rival durante una entrevista en su sede de campaña. Se refiere a la trayectoria académica y profesional que tiene cada uno para enfrentar los dos grandes problemas de la ciudad: la movilidad, en la que es experto, y la seguridad. “Hice un doctorado, parte en Chile y parte en MIT [Instituto Tecnológico de Massachusetts, por sus siglas en inglés]. Asesoré al Ministerio de Transporte de Chile, a ONU-Habitat, al Banco Interamericano de Desarrollo en todos los países de la región”, comenta antes de definirse como un técnico. En cambio, es poco halagüeño con Portilla: “Es un abogado que fue asesor del alcalde y antes fue locutor”.

Detrás de esta presentación, están los cambios en las dinámicas de poder de las maquinarias políticas. El partido cristiano Colombia Justa y Libres, que avaló a Beltrán en 2023, ahora está con Bueno: minutos antes de la entrevista con este periódico, el candidato y el presidente de la colectividad grabaron un sinnúmero de videos con saludos para distintas iglesias evangélicas y sus pastores. La sede de campaña es una antigua fábrica de indumentaria en un barrio pudiente, con paredes y pisos blancos que permanecen impolutos. Pertenece a la Liga de Gobernantes Anticorrupción, el partido de Rodolfo Hernández, un exalcalde estridente que casi alcanza la Presidencia de Colombia en 2022 y que falleció hace poco más de un año. Los apoyos del candidato se completan con el también cristiano Partido MIRA y el tradicional Partido Conservador, al que pertenece el gobernador de Santander, el general en retiro Juvenal Díaz Mateus.
Bueno se enfrenta a una maquinaria igualmente poderosa. Su rival tiene el apoyo del exalcalde Beltrán, del expresidente Álvaro Uribe y de una figura en ascenso en la derecha: el ultra Abelardo de la Espriella, que lidera los sondeos en el sector para las presidenciales del año próximo. El concejal Henry Gamboa, del uribista Centro Democrático, justifica el respaldo con el argumento de que hay que completar el plan de gobierno de Beltrán, quien es omnipresente en la campaña. “El exalcalde salió por una doble militancia [apoyó a candidatos al Concejo de un partido rival en 2023], una práctica prohibida por unas leyes que se hacen en el Congreso y que no tienen sentido”, afirma durante una entrevista en el Concejo. “Los bumangueses eligieron un Gobierno por cuatro años, no dos. Hay que completar la semaforización y grandes obras que se venían trabajando, como el intercambiador de la calle 45 y el centro de detención”, añade.

Christian Luna, politólogo y profesor de la Universidad Pontificia Bolivariana, señala que los dos candidatos —de un total de ocho— están parejos. “Portilla tiene la fuerza del alcalde destituido y la estructura de la Administración actual, que tiene muchos contratistas que van a votar por él”, evalúa en una conversación telefónica. Pero matiza que “no tiene el carisma” de su jefe político y que enfrenta la incertidumbre jurídica que rodea su postulación —salió hace poco de la Alcaldía—. Apunta, además, que la popularidad de su mentor se diluyó en estos dos años por incumplimientos en metas de seguridad y escándalos de corrupción, y que hubo una fuga de aliados a los que “no les gustó cómo el alcalde los trató”. Para él, Bueno “puede dar la sorpresa”, sobre todo porque tiene el apoyo del gobernador. Descarta que los otros seis aspirantes tengan posibilidades: “La gente no está muy metida en estas atípicas y habrá una alta abstención. Esta campaña es 40% estructura, 40% dinero y solo 20% opinión”.
El hartazgo con la política
La apatía domina el ambiente. Las reacciones ante las preguntas sobre las elecciones durante un recorrido por el Paseo del Comercio, un bullicioso mercado informal del centro de Bucaramanga, son hostiles o indiferentes. “No conozco de política”, dice un vendedor de medias. “No tengo información de los candidatos”, comenta una clienta. “¿Qué elecciones hay el domingo? ¿Las presidenciales?”, añaden en una tienda de electricidad. A unas cuadras, en el Parque Santander, una pensionada que toma café y fuma cigarrillos explica su indiferencia: “No voy a votar. ¿Para qué? Ninguno de los políticos nos ayuda, Beltrán no hizo nada”. La escucha una vendedora de cafés, que expresa su incredulidad de que el exmandatario fuera un pastor. “¿Cómo mezcló algo tan sagrado como la religión con la política?”, dice.
Incluso los que van a votar están desencantados. “A algunos nos interesa la política, pero nos da lo mismo el uno que el otro porque son todos igual de bandidos”, apunta Rodolfo Paez, un hombre de 71 años que atiende un puesto de productos variados. Apoyará a un candidato del cual no recuerda el nombre, pero que prometió ayudar a los comerciantes informales —su nieto acota que es Jhan Carlos Alvernia, un exconcejal—. A varios kilómetros, en un parque de un barrio pudiente, un ganadero comenta que votará por Bueno “para hacerle un favor a un amigo”. “Le ofrecieron un puesto en la Alcaldía”, explica mientras fuma un cigarrillo de marihuana con un abogado que descarta votar este domingo porque hace unos años le prometieron un cargo en la Administración de Beltrán y luego no le cumplieron.

Algunos de los más politizados sienten que ningún candidato los representa. Diego García, un caricaturista que hace sátiras políticas para el periódico local Vanguardia, enfatiza que no hay un debate ideológico. “El pastor Beltrán se la pasa diciendo que hay que votar por su candidato para frenar a Petro, pero eso es algo del debate nacional. Acá no hay una disputa de izquierda o derecha. Se trata del clan político que se queda con el poder, con la torta burocrática”, comenta. Quería votar de nuevo a Carlos Parra, un político centrista que fue uno de los promotores de la consulta anticorrupción en 2018 y salió segundo en las elecciones locales de 2023. “Todo el mundo pensaba que se lanzaba y ganaba, pero no se presentó. Así que esta elección es como tener un mundial sin Messi”, subraya.
El gran ausente
Parra, por su parte, acaba de dejar el Concejo para lanzarse a la Cámara de Representantes en las elecciones legislativas de marzo. “Quería ser candidato a la Alcaldía, pero no pude postularme porque sacaron un decreto que decía que todos los aspirantes debían haber renunciado a sus cargos para entonces”, explica al terminar la sesión en la que presentó su dimisión y sus compañeros lo llenaron de elogios. Reconoce que también consideró que el escenario “era adverso” por la apatía ante una convocatoria que fue por sorpresa y una votación en plena época decembrina —se espera una participación del 30%—. “Analizamos muchas elecciones atípicas y vimos que el patrón es que se impone el voto organizado de la de las maquinarias”, afirma.
Uno de los simpatizantes que lo espera para saludarlo es Daniel Valderrama, un joven de 23 años que acaba de terminar un pregrado de Economía en Bogotá y que lo apoya desde hace años. A diferencia de la neutralidad del exconcejal, señala que prefiere a Bueno “toda la vida” antes que a Portilla. “No me gusta la derecha tradicional de las maquinarias, pero es mejor que la más populista y extrema”, comenta, al tiempo que enfatiza que el candidato del exalcalde tiene una mayor influencia de la religión y es “antiderechos”. Cuando se le pregunta por el aspirante del Pacto Histórico, el partido del presidente, es contundente: “No tiene posibilidades, así que no es una opción”.
Los jóvenes en campaña
En las inmediaciones del Parque San Pío, una veintena de jóvenes distribuye publicidad de Alvernia, el exconcejal que se presentó a la Alcaldía en varias ocasiones y tiene el aval del Partido Liberal —es la tercera imagen, además de la de Portilla y Bueno, que aparece con frecuencia en las vallas—. “Alvernia gestiona, Alvernia cumple. ¡Es hora de avanzar!”, “¡Crédito a cero interés!”, “Más puestos de control, la seguridad en los barrios vuelve”, dicen las pancartas.



Ninguno de ellos simpatiza con el candidato. “No le sabría decir quién es, no lo conozco”, dice una estudiante de Historia antes de explicar que le pagan 60.000 pesos diarios (unos 16 dólares) por sostener durante ocho horas las pancartas en los semáforos y distribuir folletos a los carros. Se ríe de que algunos conductores le respondan que Alvernia “se va a quemar” y cuenta que ella apoya a Petro, como muchos jóvenes —es el único grupo poblacional en el que el mandatario recaba apoyos significativos en Santander—. Pero no votará al candidato del Pacto Histórico, Humberto Salazar, que apenas supera el 1% de intención de voto en las últimas encuestas. “No sé quién es”, afirma.
Otros son aún más apáticos. Un joven de 18 años, que trabaja en “la barbacha” —empleos esporádicos—, dice que “no ubica a ninguno” de los aspirantes y que tampoco le interesa. Después, afirma que es crítico del exalcalde Beltrán. “Es una rata. No hay iluminación navideña este diciembre porque se robaron esos recursos”, apunta. También rechaza a Bueno, a quien recuerda como director de Tránsito de las alcaldías de Juan Carlos Cárdenas (2020-2023) y de Beltrán. Sin embargo, revela que ya tiene decidido su voto porque una campaña le ofreció dinero. “Uno necesita la plata. Entre más ganes, mejor”.
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