Colombia fue clave para que Estados Unidos retirara a Cuba de su lista de Estados patrocinadores del terrorismo
El Gobierno de Gustavo Petro recomendó a la Administración de Joe Biden revertir la medida, tomada en tiempos de Donald Trump e Iván Duque
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, celebró sin tardanza que el presidente saliente de Estados Unidos, Joe Biden, haya revocado la designación de Cuba como un “Estado patrocinador del terrorismo”, una polémica medida heredada desde la primera Administración de Donald Trump. En ese entonces, la isla caribeña regresó a la lista negra, por insistencia del entonces presidente colombiano, Iván Duque. Aunque la medida se produce a días de la nueva investidura de Trump, que podría revertirla, el Gobierno de Petro había recomendado retirar esa designación, como lo había hecho en su momento el expresidente Juan Manuel Santos. Tanto entonces como ahora, Colombia jugó un papel importante en la decisión.
“EE UU tiene dos maneras de relacionarse con América Latina, o dialogando con la diversidad o imponiendo con la fuerza. Felicito a Biden que buscó siempre el diálogo con la diversidad latinoamericana. Levantar bloqueos así sea parcialmente es un gran avance”, escribió Petro el martes en sus redes sociales, en un mensaje en que además criticó que “a la posesión de Trump vaya solo la extrema derecha”, un presagio de tiempos tormentosos. También la Cancillería sudamericana saludó la decisión, al reiterar el “agradecimiento al pueblo cubano por los esfuerzos y apoyo irrestricto en los procesos de negociación y diálogo necesarios para lograr la paz”.
“Desde el primer día que se empezó en el Gobierno, el presidente Petro dio la instrucción de hacer gestiones necesarias para que Cuba fuese retirada”, recordó el canciller Luis Gilberto Murillo, quien antes fue embajador en Estados Unidos. Su relevo en Washington, Daniel García Peña, envió una nota diplomática en octubre que publica este miércoles el periódico El Tiempo. Sacar a Cuba de la lista, argumentaba la carta, derivaría en “más seguridad y estabilidad regional, incluidos los esfuerzos de paz en Colombia”.
“Es un acto de justicia que ha debido hacerse antes”, celebró también el expresidente Santos. Hace ya casi cuatro años, con Biden recién posesionado, Santos, que gobernó entre 2010 y 2018, le había pedido “comenzar de inmediato el proceso de revisión para revocar esto”, en unas declaraciones recogidas por The Elders, la organización fundada por el sudafricano Nelson Mandela en 2007. “Cuba debe ser aplaudida por la función crucial que desempeñó para ayudar a poner fin a décadas de conflicto y facilitar la reconciliación en Colombia, y no enfrentar sanciones por haberlo hecho”, señaló el también merecedor del Nobel de Paz por el acuerdo que selló a finales de 2016 con la extinta guerrilla de las FARC, hoy convertida en un partido político.
Los otros arquitectos del histórico acuerdo con las FARC, los negociadores Humberto de la Calle y Sergio Jaramillo, ya habían defendido el papel de Cuba como garante del pacto. Lo que estaba en juego no era solamente un eventual acercamiento con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) —que nació hace 60 años bajo el influjo de la revolución cubana— o las relaciones de Estados Unidos con la isla, “sino la posibilidad misma de llevar a cabo negociaciones de paz”, advirtieron en su momento en una declaración en la que reconocían y agradecían la generosidad y el profesionalismo que desplegó el Gobierno cubano a favor de la paz de Colombia. Como vicepresidente de Barack Obama, Biden respaldó decididamente en su momento los llamados diálogos de La Habana.
Esas posturas contrastan con la de Iván Duque, el sucesor de Santos y antecesor de Petro. Colombia también estuvo, en buena medida, detrás de la decisión contra Cuba. El secretario de Estado de entonces, Mike Pompeo, justificó la decisión que el primer gobierno de Trump tomó a pocos días de la posesión de Biden en un repetitivo reclamo de Duque. A su Gobierno (2018-2022) le irritó la negativa de La Habana a extraditar a un grupo de comandantes del ELN. Como ya lo había hecho con los diálogos con las FARC, la isla albergó las negociaciones de entonces con el ELN, que heredó Duque y se rompieron en enero de 2019 tras el atroz atentado de los rebeldes contra una escuela de cadetes en Bogotá. Cuba se negó en su día a enviar a la cúpula negociadora de la guerrilla, amparada por los protocolos de ruptura que había firmado tanto el Estado colombiano como los países garantes –Cuba y Noruega–. Ese episodio elevó como nunca antes la tensión entre las dos capitales latinoamericanas.
El propio Duque ha señalado que volvería a ejercer esa hostilidad diplomática hacia La Habana. “El régimen cubano ha patrocinado grupos terroristas disfrazados de ‘guerrillas’, responsables de asesinatos y secuestros con fines políticos. Desde su territorio, permitió la planeación del atentado con carro bomba contra la Escuela General Santander, donde murieron 22 jóvenes inocentes. Luego se burló de la solicitud de extradición proferida por la justicia colombiana”, escribió en un mensaje en el que nunca menciona los protocolos de rompimiento. Nada más llegar al poder, Petro enderezó las relaciones con Cuba, que ha vuelto a ser garante –y sede– de las encalladas negociaciones con el ELN en el marco de la política de paz total.
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