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María Eumelia nunca imaginó ser viuda: la colombiana que convirtió su dolor en un relato viral

El microcuento ‘Superpoderes’ narra cómo la esposa de Raúl tuvo que aprender las tareas de las que él se había hecho cargo durante 45 años de matrimonio

María Eumelia García, en Medellín, el 6 de diciembre de 2024.
María Eumelia García, en Medellín, el 6 de diciembre de 2024.Maria Paulina Pérez
Lucas Reynoso

Antes de que muriera su marido, María Eumelia García no sabía hacer cosas tan sencillas como retirar dinero del cajero, conseguir citas médicas por internet o montar el árbol de Navidad sin ayuda. La muerte de Raúl en 2021, cuando ella tenía 66 años, la obligó a aprender las tareas de las que él se hizo cargo durante 45 años de matrimonio. Así lo reflejó en su mircocuento Superpoderes: remodeló y vendió su casa, tramitó su nuevo pasaporte y consolidó sus tácticas para esquivar ladrones por las calles de su ciudad. El relato, reflejo de la etapa más reciente de un largo duelo, ganó a finales de noviembre el tercer puesto del concurso Medellín en 100 Palabras en la categoría para adultos. Después, se volvió viral en redes sociales.

Hubo algo en el texto que conmovió a muchos lectores. La poeta Ana Bustamante lo recomendó en X y decenas de usuarios respondieron que querían mucho a María Eumelia con solo leerla, que les recordaba a sus madres. Señalaron que hay labores de la vida diaria actual que pueden ser muy desafiantes para las mujeres que, por las normas sociales del siglo pasado, dedicaron gran parte de sus vidas al cuidado de sus maridos e hijos. Pese a que algunos opinaron que el texto era demasiado sencillo, Bustamante enfatizó que un cuento con imágenes cotidianas también es literatura. “No solo lo grandilocuente y rimbombante lo es. En pocos caracteres se narró toda una vida”, resaltó.

María Eumelia cuenta, en una videollamada, que ella siempre pensó que moriría antes que Raúl. Sin embargo, ambos se enfermaron de covid en enero de 2021. Se vieron por última vez cuando una ambulancia la vino a buscar a ella y él la despidió desde el balcón de su casa. “La enfermera subió a buscar algo y me dijo que él estaba llorando como un niño, que le había dicho que yo sabía que yo me iba primero”, relata. Después lo hospitalizaron a él y la comunicación se limitó a unos audios de WhatsApp. Ella mejoró rápidamente, pero estaban en torres separadas y no pudo visitar a su marido. Raúl murió el 10 de febrero, al día siguiente de que ella regresara a casa.

María Eumelia sostiene sus argollas de matrimonio.
María Eumelia sostiene sus argollas de matrimonio.Maria Paulina Pérez

Los meses siguientes transcurrieron entre la cama y la cocina. “Me levantaba a comer algo y luego me volvía a acostar. Lloraba, pero me salvaba que pronto me dormía de nuevo y no sentía mucho”, rememora María Eumelia. Reflejó esa etapa del duelo en el microcuento La pelea: “Llevo varios meses discutiendo fuertemente con mi esposo. Le reprocho sus cosas fuera de lugar, su abandono, no acompañarme a las citas médicas, no ayudarme a armar el árbol de Navidad. En fin, no cumplir con lo que me prometió hace 47 años: que estaríamos juntos y me cuidaría. ¡Esto no se hace Raúl! ¡Así no voy a poder! ¡No te perdono! Raúl no me escuchó, es que no lo hace desde que murió solo en la León XIII, contrario a lo que planeamos. En esta casa vacía, nadie volvió a responder”.

No recuerda cómo, pero un día sintió que no podía quedarse en su cama, que su esposo no iba a resucitar porque ella dejara de salir y que debía continuar con su vida. Remodeló su casa como habían planeado juntos, la vendió y se mudó a un apartamento más pequeño. Consolidó una rutina que incluye tres o cuatro sesiones semanales en el gimnasio, diligencias como reclamar medicamentos, y almuerzos con sus dos hijos y su nieta. Vive con una gata de dos años, Ramona, y ya no necesita dormir con las luces prendidas todas las noches. “Todavía lo hago cuando me da un poquito de susto, de pronto un ruidito o algo. Pero es la gatica”, comenta.

También se entusiasmó con la escritura. Dice que La pelea, Superpoderes y otro microcuento sobre un reloj que le regaló a su madre surgieron antes de conocer la convocatoria de Medellín en 100 Palabras, la versión local de Santiago en 100 Palabras. Sus hijos la convencieron de mandar los textos y la ayudaron a corregir la ortografía, algo que reconoce entre risas que todavía le cuesta. “Comencé a pararme cinco minutos cada vez que pasaba frente al auditorio de Comfama [uno de los promotores del concurso]. Decía: ‘Aquí voy a estar yo’. Y lo logré”, relata. Ahora, su nueva meta es escribir un libro.

La escritora y periodista Yolanda Reyes, una de las tres jurados del concurso, explica por teléfono que Superpoderes los cautivó por reflejar cómo un duelo puede resignificarse. “El cuento construye una mirada sobre el poder femenino que está lejos del cliché. Siempre el foco está puesto en una generación joven que es empoderada. Pero aquí es una mujer adulta a la que el marido le hacía todo y de pronto ella hace todo. Descubre sus capacidades y eso nos pareció potente”. Para Reyes, el texto transmite una voz distintiva, algo que solo María Eumelia contaría de esa forma. A la vez, es “un pedazo de ciudad” que contribuye a construir el mosaico de diversidad que es Medellín.

Homenaje

María Eumelia considera que su cuento es “un homenaje” a su esposo. Disfruta de contar cómo se conocieron a los 17 años cuando ambos vivían en el barrio Manrique Oriental. Recuerda, entre risas, que a su familia no le gustaba que él bailara salsa en la acera de su casa para seducirla. Que él comenzó a trabajar en una lavandería y luego en unos almacenes, hasta que llegó a administrar uno. Que ella tuvo trabajos esporádicos en confección de ropa y venta de productos por catálogo. Que lo esperaba para cenar, así él regresara de trabajar a las diez de la noche. Que se llamaban con frecuencia y que ella le contaba de algún vestido que le había gustado en alguna vidriera. “Una vez teníamos un bautizo y no teníamos plata para comprar ropa. Pero me llamó y me dijo: ‘Venga que me gané el chance [la lotería]. Venga para que compremos la ropa”.

Una fotografía de Raúl Cardona, esposo de María Eumelia, en su casa en Medellín.
Una fotografía de Raúl Cardona, esposo de María Eumelia, en su casa en Medellín.Maria Paulina Pérez

Cuando habla de Raúl, María Eumelia siempre dice que “se fue”, no que murió. Aunque ha “superado mucho la soledad” y tiene algunos amigos, reconoce que a veces se siente “un poco sola”. Siente la ausencia de Raúl cuando llega a su casa y come en una mesa vacía o ve telenovelas sin él. No es la rutina lo que cambió, es que ahora falta algo. “Hacíamos casi lo mismo que yo hago ahora. Pero veíamos la televisión juntos, hasta que nos dábamos cuenta de que el otro no estaba viendo nada, sino durmiendo”. Afirma, en pasado, que quiso muchísimo a Raúl. Y luego corrige: “Lo quiero muchísimo”.

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Sobre la firma

Lucas Reynoso
Es periodista de EL PAÍS en la redacción de Bogotá.
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