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La tragedia de Laura Villamil revive las críticas contra el icónico restaurante colombiano Andrés Carne de Res

La actriz sufrió un accidente en un espectáculo con fuego en la empresa que dejó el 80% de su cuerpo con quemaduras. Allegados denuncian que no había un protocolo de seguridad, el presidente manifiesta su solidaridad con ella y la ministra de Trabajo anuncia una investigación

Laura Villamil incendio Andrés carne de res
Laura Daniela Villamil, actriz quien sufrió quemaduras mientras hacía un espectáculo de fuego en un restaurante de Chía, en Cundinamarca (Colombia).lauradvillamilactriz
Camila Osorio

En la peor noche de Laura Daniela Villamil, el sábado 17 de agosto, varios amigos no encontraron extintores cerca para apagar las llamas que quemaron el 80% del cuerpo de esta joven actriz. Villamil, de 28 años, trabajaba en la sede principal del icónico restaurante Andrés Carne de Res, en Chía, municipio aledaño a Bogotá. Allí, ella y otros compañeros entretenían a niños y adultos con obras de teatro o números de circo: su cuenta de Instagram la muestra disfrazada de astronauta, perro, payasa, gata o Yoda. El lugar es una parada turística para viajeros internacionales: en 2016 se convirtió en destino gastronómico en la guía Lonely Planet, junto a otros restaurantes de élite como Leo o Harry Sasson. A diferencia de estos, la experiencia en Andrés suma comida tradicional, circo y parranda, una invitación al goce en una enorme casa decorada con cachivaches. Ese sábado, Villamil iba a entretener al público nocturno, como lo hizo todos los fines de semana, durante cinco años. Pero fue la tragedia, no el circo, la que se apoderó del escenario.

Un corto video en redes muestra parte de lo ocurrido: en un salón oscuro ella está vestida, como otros actores, con una falda de paja, y unos compañeros manipulan antorchas. Cuando uno de los actores baja una hacia el suelo, una chispa o una llama prende la falda de la Villamil, la paja se enciende velozmente y la actriz corre entre compañeros y comensales con su cuerpo en llamas. Ahí se detiene el video.

“No puedo hablar de ese video porque me duele mucho ver lo que ella vivió”, dice por teléfono Santiago Villamil, su hermano. Cuanta que supo, por compañeros de su hermana, que este acto con fuego se había realizado ya en espacios exteriores, pero era la primera vez que lo hacían en un espacio cerrado. “Me impresiona porque el restaurante es de madera y el acto ocurría muy cerca de los comensales”, añade. “Las versiones que me han enviado sus compañeros es que no había un extintor cerca cuando mi hermana se incendia, y todo el mundo se queda mirándola. Sí aparece en un punto un extintor con el que un comensal intenta apagar el fuego, pero no sabe manipularlo, nadie sabe manipularlo, y no hubo una ruta de acción o de evacuación para protegerla”, añade.

Las llamas, dicen los amigos, se apagaron finalmente con los manteles de los comensales que socorrieron a Villamil. La llevaron luego al hospital más cercano, en Chía. De allí la trasladaron a la clínica Santa Fe, en Bogotá, donde suma ya más de una semana y media en cuidados intensivos. “Los médicos nos han dicho, sinceramente, que la probabilidad de esperanza de vida es muy poca”, cuenta su hermano.

Sede principal de Andrés Carne de Res, en Chia (Cundinamarca), el 30 de agosto 2020.
Sede principal de Andrés Carne de Res, en Chia (Cundinamarca), el 30 de agosto 2020.LUISA GONZALEZ (Reuters)

Santiago Villamil añade que ningún directivo de la empresa dueña del restaurante se ha comunicado con su familia, aunque sí han enviado a un “colaborador” al hospital, (”como llaman ellos a sus empleados”, explica) para preguntar por el estado de salud de su hermana. La familia está en proceso de demandar al restaurante. La empresa no está dando entrevistas a los medios sobre este caso, pero en un comunicado expresa su defensa: argumenta que desde el primer momento “se activaron de manera inmediata y efectiva todos los protocolos de seguridad y atención establecidos, lo que permitió su traslado a un centro médico de primer nivel con máxima celeridad”.

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Mientras Villamil se encuentra en el hospital, la ministra del Trabajo, Gloria Inés Ramírez, anunció que hará una inspección para evaluar el recinto, y dice que eventualmente espera poder hablar con la actriz sobre sus condiciones laborales. “Si toca hacer sanciones, damos sanciones”, ha dicho sobre Andrés Carne de Res. “La dignidad laboral de los artistas no es negociable”, escribió en X su colega de Cultura, Juan David Correa. Y finalmente, también se pronunció el presidente Gustavo Petro. “¿El arte y la vida o la codicia? Solidaridad con Laura Daniela”, escribió en X. Si bien Andrés Carne de Res es símbolo nacional para turistas, para muchos otros es símbolo de codicia, como cuestiona el mandatario.

Las denuncias acumuladas contra Andrés Carne de Res

Para muchos actores jóvenes del país, el restaurante ha sido por décadas un empleador clave para sobrevivir en un mercado laboral muy precario, el del teatro y las artes audiovisuales. Más cuando pasó de ser un solo restaurante, el fundacional de Chía, a una enorme cadena que repite las comparsas en otros puntos de Bogotá, Medellín o Cartagena —creció hasta el punto de integrarse con el grupo de restauración conocido como Grupo Conboca, donde también están el pollo de Kokoriko y los helados de Mimo’s―. En contracara a ese crecimiento como empleador, muchos de los artistas han denunciado, desde hace varios años, abusos laborales. Son quejas que, por lo icónico del lugar, han hecho particular eco en la sociedad colombiana.

“Andrés es el país del dinero: si tienes dinero, puedes hacer lo que quieras”, dice a EL PAÍS Johan Velandia, actor, dramaturgo y director, amigo de Villamil y de otros actores que han trabajado en los restaurantes. “Compañeros míos trabajan de la mañana hasta el amanecer del día siguiente, bajo mucha presión psicológica y laboral”, cuenta. “Actrices que tienen que aguantarse a borrachos tocándolas, otros que hacen rutinas y reciben comentarios fuertes del estilo: ‘Usted no es divertido, haga reír, baile con clientes’ ”. Velandia cuenta que ha hablado con dos de los compañeros que estaban presentes cuando ocurrió el accidente. “Me contaron que les dijeron: ‘El show debe continuar’. Los chicos están traumatizados, no paran de llorar, se sienten muy culpables”, dice.

Otros artistas que trabajan en Andrés Carne de Res también han expresado en redes sus quejas laborales en redes sociales. “Hace unos años, casi muero de peritonitis aguda en Andrés Carne de Res. A pesar de quejarme de un terrible dolor en el vientre, me obligaron a seguir bailando salsa en un centro comercial. Mi cuerpo no pudo más y colapsé”, contó el artista Iván Piñacué. Otro, Adolphe Beltrán, habló de trabajar sin alimentación o sin hidratación bajo un “trato machista, sexista, humor verde y demás, dentro y fuera del camerino”. A la memoria colectiva ha regresado una noticia, del 2013, cuando una mujer joven denunció ser violada en el parqueadero del restaurante en Chía. El creador y entonces dueño del establecimiento, Andrés Jaramillo, puso en duda la violación ante los medios, señalando la forma como la mujer iba vestida —lo que, naturalmente, generó protestas―. Al ser consultada por EL PAÍS, la empresa expresó que prefiere no dar entrevistas sobre estos temas hasta que termine la investigación sobre lo ocurrido a Laura Daniela Villamil.

Recientemente, un grupo de actores organizó un plantón frente a la segunda sede más grande del restaurante, en el norte de Bogotá. “Nuestro instrumento es el cuerpo, y afectaron eso”, dijo allí uno de los manifestantes. La Asociación Colombiana de Actrices y Actores también se pronunció, pidiendo que el Gobierno verifique si en el restaurante había una “ruta de atención de emergencias, una brigada contra incendios y una persona con conocimiento sobre el tipo de vestuario y materiales a utilizar a la hora de trabajar con fuego”. “Realmente, lo de Laura es la punta del iceberg de abuso laboral a artistas”, dice Velandia. “Las condiciones laborales no han mejorado en 30 años en Andrés”.

Andrés Carne de Res nació hace más de 40 años, en 1982, pero fue en los años noventa cuando llegó al pico de su fama: iban el embajador de Estados Unidos, el ministro de Defensa, el artista Fernando Botero, empresarios, actrices, modelos. No era un símbolo de colombianidad, como ahora lo es para los turistas, sino de pertenencia a la clase social alta. Fue entonces cuando un antropólogo de la Universidad Nacional, Leonardo Montenegro, trabajó allí como mesero y luego en seguridad, y escribió su tesis de grado sobre la cultura del lugar: Pagar por el paraíso. “Era un lugar simbólico: allí no se iba por la comida, sino porque la gente va a mostrar que pertenece a un grupo social, para decir ‘Yo soy de esa gente”, añade.

Recuerda a los estudiantes de Arte que actuaban desde entonces, y también las duras condiciones laborales: trabajar de nueve de la mañana a dos de la madrugada del día siguiente, o el mal trato del entonces director con los empleados. Y también recuerda bien los extintores. “En esa época, hace 30 años, había extintores por todo lado, porque al ser un lugar de madera y que maneja carnes, eran necesarios”, recuerda. Los borrachos, dice, agarraban los extintores para jugar con ellos, rociando a algún amigo: se volvieron juguetes. Extintores por los que el Ministerio del Trabajo pronto preguntará. Extintores que, el día en que Laura Daniela Villamil más los necesitó, no aparecieron para apagar el incendio en su cuerpo.

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Sobre la firma

Camila Osorio
Corresponsal de cultura en EL PAÍS América y escribe desde Bogotá. Ha trabajado en el diario 'La Silla Vacía' (Bogotá) y la revista 'The New Yorker', y ha sido freelancer en Colombia, Sudáfrica y Estados Unidos.
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