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Los efectos de “cerrar” el Darién

Aunque es virtualmente imposible, la decisión del gobierno panameño de bloquear el paso a los migrantes tendrá enormes impactos en Colombia

Catalina Oquendo
Crisis migratoria en el Darién
Migrantes venezolanos suben una montaña con la intención de llegar a Panamá, el 8 de octubre de 2022 en el Tapón del Darién (Colombia).Mauricio Dueñas Castañeda (EFE)

¡Buenos días!,

‌En Colombia la radio pone agenda, la vida se suele organizar a su ritmo y muchos ciudadanos esperan horas para comunicarse con las emisoras y dar su opinión por escasos segundos. Uno de ellos llamó este martes a La W radio y planteó un tema que ha pasado desapercibido en medio de escándalos y peleas: si el nuevo presidente de Panamá insiste en “cerrar el Darién” como ha anunciado eso supondrá un problema de envergadura social para Colombia, dijo el oyente. El país será el embudo de miles de migrantes que atraviesan la selva que separa ambos países.

En efecto, en la última semana el presidente Gustavo Petro estuvo en Panamá y ese fue uno de los temas que abordó con su homólogo José Raúl Mulino. Aunque diluido en el lenguaje diplomático, la Cancillería colombiana informó que “se acordó una hoja de ruta que implica, en primer lugar, “generar buenas condiciones en el Darién”. No es claro qué significa eso para un problema que ha crecido de manera vertiginosa en los últimos años y que incluye también a migrantes colombianos. Solo en el primer semestre de 2024 han cruzado 189.900 migrantes por la selva del Darién, de los cuales 122.616 son venezolanos, seguidos de ecuatorianos y colombianos, entre muchas otras nacionalidades.

El mandatario panameño, que promueve mano dura, hizo campaña hablando de “cerrar el Darién”, algo físicamente imposible porque se trata de una selva de 17 mil kilómetros cuadrados. Se refería a truncar el paso y generar repatriaciones. Precisamente este lunes, el gobierno de Panamá firmó un acuerdo con Estados Unidos para “cerrar el paso” de inmigrantes a quienes llama ilegales, aunque se trata de irregulares. El gobierno estadounidense cubrirá los gastos de repatriación de los migrantes, mientras Panamá se encargará de aportar “equipos, transporte y logística de extranjeros detectados”.

‌Aún no hay detalles de cómo se hará en la práctica ni si esto mantendrá o se fortalecerá según quien sea el ganador de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, pero como advierten expertos esto podría rebotar el problema a Colombia. Así lo señala el analista Ronal Rodríguez, investigador del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, en Bogotá. Rodríguez dijo, en esta nota de Santiago Torrado, que esto podría incrementar las tensiones entre ambos países. La presión quedaría en los municipios de Urabá y Chocó donde por épocas se acumulan miles de migrantes esperando cruzar.

‌Y eso sin contar que ese tipo de medidas conducen a los migrantes a vías aún más peligrosas. Y causará que, como dice Juan Pappier, subdirector de HRW para las Américas, “el crimen organizado se enriquezca aún más y que Colombia y Panamá tengan aún menos control sobre lo que ocurre en su frontera”.

‌En el comunicado de la vista oficial, la Cancillería colombiana apunta a que se conformaría un gabinete binacional para atender la emergencia y aumentar la cooperación entre las fuerzas de seguridad, militares y de Policía de ambos países para combatir las redes de tráfico de personas que operan en esas zonas, causantes de muchos de los horrores que sufren los migrantes en ese tramo de su largo camino a Estados Unidos. Tampoco se conoció si habrá algún tipo de trabajo conjunto para buscar y rescatar migrantes colombianos desaparecidos en ese cruce selvático.

‌Carolina Jiménez, la presidente de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA, por sus siglas en inglés) apuntaba hace unos meses en este medio que esto es parte de una estrategia de Estados Unidos de “externalizar sus fronteras y promover un sistema regional de contención”. “Es decepcionante cómo nuestros países cooperan de forma eficiente: enviando militares a las fronteras, en lugar de movernos hacia la creación de un sistema regional de protección”.

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Gustavo Petro y su hija, Sofía Petro
Gustavo Petro y su hija, Sofia Petro, en mayo de 2022. (AP Photo/Fernando Vergara)Fernando Vergara (AP)

Les recomendamos también estas historias que se han publicado en EL PAÍS América Colombia:

‌Este reportaje exclusivo escrito por Valentina Parada y Juan Miguel Hernández sobre los documentos que revelan fallas en el esquema de seguridad de la familia presidencial.

‌Este artículo de Juan Diego Quesada acerca de Laura Sarabia y la guerra interna que se libra dentro del Gobierno, cómo Petro la apoya y lo que esto causa entre quienes siempre lo acompañaron en su vida política.

‌Dos artículos sobre conflicto armado: esta crónica acerca de la zozobra que viven los habitantes de dos municipios del norte del Cauca y este reportaje sobre los firmantes de paz desplazados por disidencias de las FARC en Miravalle.

‌De los columnistas, este afilado texto de Juan Pablo Calvás titulado Duque, Petro y el silencio sobre Pegasus, sobre el software espía que en 2022 alguien del Gobierno de Iván Duque compró por 13 millones de dólares y lo pagó en efectivo.

Hasta la próxima.

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Sobre la firma

Catalina Oquendo
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia. Periodista y librohólica hasta los tuétanos. Comunicadora de la Universidad Pontificia Bolivariana y Magister en Relaciones Internacionales de Flacso. Ha recibido el Premio Gabo 2018, con el trabajo colectivo Venezuela a la fuga, y otros reconocimientos. Coautora del Periodismo para cambiar el Chip de la guerra.
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