Las otras voces del Darién
Los chinos son la cuarta nacionalidad que más cruza esa peligrosa ruta. Han aumentado también los afganos, indios y bangladesíes
Hameed Bakhtani era instructor de inglés en su natal Afganistán. Enseñaba especialmente a niñas, las más afectadas cuando los talibanes volvieron al poder y prohibieron las mujeres en las escuelas y colegios. “Fui amenazado muchas veces por ese grupo porque no me daban permiso para trabajar si enseñaba a niñas. Y yo tengo hijas”, cuenta en la Estación de Recepción Migratoria San Vicente, en Panamá. Por eso migró.
Viaja con un grupo de cuatro familias. Son 16 adultos y seis niños que están exhaustos después de 20 días de viaje y un tramo por la selva que, dice Hameed, es lo más peligroso que han hecho en su vida. De Afganistán viajaron a Brasil, donde obtuvieron una visa humanitaria, y ahora pretenden llegar a Estados Unidos.
Cuando se retiraron los estadounidenses, nada volvió a ser igual en su país. Ni el fútbol, que tanto le gusta, ni los videos en su canal de YouTube, ni la vida de nadie. Solo este año, 1.504 afganos han cruzado la selva densa del Darién. “Decidimos dejar el país por un mejor futuro para mis hijos, mis hermanos y hermanas”, dice mientras una enfermera de la Cruz Roja revisa a su madre.
“Estuvimos dos días en la jungla. Lo peor fueron la lluvia y las colinas tan altas y peligrosas. No recomiendo a mi gente que tenga el coraje de hacer ese recorrido. No es como nos habían dicho”.
Las últimas cifras publicadas por Migración Panamá revelan que, después de los venezolanos y los haitianos, las dos nacionalidades que más se arriesgan por esa ruta, otros rostros y otras lenguas comienzan a escucharse en esa selva. También, que cada vez más colombianos la han cruzado: suman 5.509 en lo que va de 2023.
La situación es tan fuerte que el presidente de Colombia, Gustavo Petro, acaba de decir que lo que ocurre allí es ¨un holocausto¨ y que le gustaría visitar el Tapón del Darién para constatarlo. La crisis humanitaria es en efecto crítica y, según Verónica Martínez, la jefa de la respuesta humanitaria de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (IFRC por sus siglas en inglés) en el Darién, es la crisis migratoria que menos financiación recibe en todo el mundo.
El repunte de los chinos atravesando el Darién
Un grupo de hombres chinos y una mujer se bajan de una camioneta en la Estación Migratoria de San Vicente. Llevan maletas y están impecables. No quieren hablar con nadie. Se registran ante los militares panameños, que se ven en problemas para entender la lengua. Los ubican en espacios separados de los que ocupan los migrantes latinoamericanos.
La presencia de migrantes chinos es cada vez más frecuente. Según Migración Panamá, este año han cruzado por la selva 7.035, un récord. De sus motivos se sabe que los coletazos de las estrictas medidas anticovid y el Gobierno cada vez más autoritario están entre ellos.
En general, el flujo proveniente de Asia está disparado, con migrantes de orígenes como Bangladés y la India. En este último caso, el aumento de quienes cruzan ha sido de 370% frente al año anterior.
Ecuatorianos, la tercera nacionalidad
Belén, 28 años, oriunda de Ecuador, cruzó con su hijo de 8 años. “Estuve en riesgo de muerte 4 veces cruzando los ríos en esta selva. La falta de trabajo y la inseguridad obligan a migrar, pero la selva no se la deseo a nadie”, dice.
Le cobraron 550 dólares por la travesía. Ahora no sabe cómo continuar. Belén no le dijo a su familia que emprendería la ruta. Los ecuatorianos comenzaron a migrar con mayor fuerza en junio de 2022 y desde ese momento han cruzado 44.000 personas, hoy la tercera nacionalidad que más migra después de Venezuela y Haití. Solo este año, en menos de un semestre, han cruzado 20.069 ecuatorianos.
Migrantes trans: cruzar la selva para salvar la vida
Los motivos para migrar a veces son más complejos que ¨buscar una mejor vida¨. En muchos casos se migra por discriminación de género o, en el caso de países africanos, huyendo de conflictos armados o violencia política.
Suko es un joven transmasculino de 36 años que arriesgó su vida en la selva para salvarse de la sentencia de muerte que tenía en su natal Ecuador. También para ayudar a sus hermanos. A pesar de la humedad del Darién lleva una faja sobre su cuerpo y cuenta que cruzó la peligrosa ruta en compañía de Danys González, un joven venezolano que fue un gran apoyo, y con una pareja de migrantes lesbianas. “Casi me matan en Ecuador, donde hay mucha discriminación con nosotros los LGBTI”, cuenta Suko. Un haitiano lo salvó de morir ahogado en un río.
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