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Los turistas europeos que cruzan la selva del Darién como aventura

Mientras 166.649 personas se han jugado la vida en 2023 intentando atravesar la selva del Darién, que separa a Colombia de Panamá, una empresa alemana vende tours por esa misma ruta como si fuera una aventura más

Darién migrantes
Migrantes cruzan un río en la selva del Darién para llegar a Panamá, el 15 de octubre de 2022.Fernando Vergara (AP)
Catalina Oquendo

La selva del Darién, que separa a Colombia de Panamá, es el epicentro de una de las mayores crisis humanitarias recientes del mundo. Por esa densa jungla intentan cruzar cada día miles de migrantes que se juegan la vida en el trayecto. Solo en 2023, según las últimas cifras que acaba de publicar Migración de Panamá, cruzaron 166.649 migrantes tanto latinoamericanos como extracontinentales.

Pero mientras ellos se arriesgan a morir en el trayecto buscando una mejor vida, huyendo de conflictos armados o de discriminación por género, una empresa alemana vende tours por ese mismo camino como si fuera una aventura. Un documental de la periodista Katja Döhne, que se sumó al recorrido, señala que la empresa Wandermut, de Colonia (Alemania), lo ofrece como un viaje de supervivencia. “Solo aquellos que están lo suficientemente en forma y dispuestos a correr riesgos pueden participar. Debido a que la gira pone en peligro la vida, incluso los propios organizadores lo dicen”, señala la documentalista. Ellos se presentan como “una startup de aventuras”.

Captura de pantalla de la página alemana.
Captura de pantalla de la página alemana.wandermut.de

Los contrastes son brutales. Mientras esos turistas europeos pagan 3.500 euros más los vuelos hasta Panamá, que incluyen un seguro para ser extraídos en helicóptero en caso de algún accidente, los migrantes pueden morirse en la selva ante la falta de quién pueda rescatarlos. De acuerdo con el Proyecto Migrantes, de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), en la ruta del Darién, entre enero de 2018 y el 2 de junio de 2023, han muerto o desaparecido al menos 258 personas, de las cuales 41 eran menores.

Los primeros, que suelen ser jóvenes influenciadores de redes sociales de distintas profesiones, están ataviados con prendas adecuadas para la selva y tienen un teléfono satelital para avisar de emergencias; los otros, malnutridos, usan ropa y zapatos que los ponen en mayor riesgo de un resbalón en un acantilado. El tour lleva más allá la imagen contrastante de turistas en playas europeas a las que llegan migrantes moribundos. En este caso, los turistas quieren jugar a la supervivencia. Döhne reconoce en el documental que mientras ese grupo de 12 personas lo hace por gusto, los migrantes se exponen “sin red de seguridad”.

El documental se pregunta: ¿qué impulsa a las personas a arriesgar voluntariamente su propia vida y pagar 3.500 euros? También indaga si esas aventuras hechas para redes sociales llenarán de turistas esa selva y el daño a la naturaleza, pero pasa superficialmente por la cuestión de lo que significa hacer un tour donde miles de personas viven una crisis humanitaria que está superando récords.

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Uno de los fundadores de la empresa dice que seguirán vendiendo tours a lugares “extremos donde nadie más va”. Pero ese no es el caso del Darién. Aunque en la ruta esos turistas no se cruzan con los migrantes, pues van por caminos menos salvajes en los que no se arriesgan a asaltos, por esa misma selva están pasando hasta 2.000 personas cada día. Recientemente, el gobierno panameño ha lanzado una estrategia militar llamada Operación Escudo, con la que insisten en que el Darién no es una ruta, sino un parque natural que se debe cuidar. Pero el Tapón cada día se llena más.

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Sobre la firma

Catalina Oquendo
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia. Periodista y librohólica hasta los tuétanos. Comunicadora de la Universidad Pontificia Bolivariana y Magister en Relaciones Internacionales de Flacso. Ha recibido el Premio Gabo 2018, con el trabajo colectivo Venezuela a la fuga, y otros reconocimientos. Coautora del Periodismo para cambiar el Chip de la guerra.

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