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Frente a la crisis en el Congreso y la paz total, Petro acude a los barrios populares

La gira por las principales ciudades, llamada Gobierno con los barrios populares, sirve de tarima al presidente para denunciar un golpe blando en su contra y pedir a habitantes de barrios en los que tiene apoyo que lo rodeen

Gustavo Petro
Gustavo Petro en Cali (Colombia), el 10 de mayo.Ernesto Guzmán (EFE)
Juan Esteban Lewin

“Me siento muy decepcionado del plan del Gobierno en este momento”, dijo el presidente Gustavo Petro el lunes pasado, en un auditorio en la populosa localidad bogotana de Ciudad Bolívar. Ante el delegado de organizaciones sociales locales, acompañado de buena parte de su Gabinete, manifestaba su desacuerdo con sus propias propuestas, o con la forma en la que estaban siendo ejecutadas. Hasta el viernes repitió encuentros con el mismo formato y ocupó titulares con nuevas declaraciones en ellos. Anunció un proyecto de ley para que las empresas financieras deban invertir en la economía popular, ordenó reducir las tarifas eléctricas, criticó a las empresas españolas con presencia en Colombia, reiteró que se inició un golpe en su contra al investigarlo por financiación electoral, convocó al pueblo a movilizarse en su defensa y a “constituirse en poder constituyente”, sin aclarar el camino elegido para modificar la Constitución. Esos fueron los titulares de una gira por las zonas más populosas y empobrecidas de ocho de las principales ciudades de Colombia en jornadas que bautizó Gobierno con los barrios populares y que, más allá de las frases sonadas, marcan una apuesta por galvanizar a sus bases urbanas y reforzar su llamado a un proceso constituyente que ha concentrado buena parte de la atención pública en las últimas semanas.

La gira comenzó el pasado lunes 6 de mayo en Ciudad Bolívar, apenas cinco días después de que las marchas del Día del Trabajo dejaran un empate en la movilización social entre el Gobierno y la oposición. Pero el Petro que había recuperado oxígeno con el empuje de la calle y los logros legislativos (acuerdo con las EPS para una renovada reforma al sistema de salud, la aprobación de la reforma pensional en el Senado), se estrelló con el escándalo de corrupción en la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD), el más grande protagonizado por funcionarios designados por el presidente, que llevó a que el Legislativo pusiera un nuevo freno al trámite de las reformas. Además, se enfrentaba a una enésima crisis con el ELN, la guerrilla más vieja y grande, y la negociación más avanzada de la ambiciosa política de paz total, que busca negociar en paralelo con todos los grupos armados ilegales del país. Y también a una nueva derrota en la Corte Constitucional, quizás menos sonada e inmediata que otras, pero igual negativa, con la declaratoria de inconstitucionalidad de la ley que crea el simbólico Ministerio de la Igualdad. Así, la asistencia con el Gabinete a los barrios populares coincidió con un momento especialmente difícil de un cuatrienio que se acerca al meridiano y ha soportado por lo menos un año de crispación.

Gustavo Petro ganó las elecciones de 2022 gracias al apoyo de los votantes de las zonas más populosas de la mayoría de las ciudades. Estuvo en las más pobladas de ellas: en Soacha, el municipio conurbado con Bogotá que tiene la sexta población más grande del país y en el que arrasó con el 67,8% de los votos en segunda vuelta; en Barranquilla, la principal ciudad del Caribe y donde sumó el 64,2%; en la histórica Cartagena, donde alcanzó 67,5%; en Cali, capital de la región Pacífica y tercera ciudad del país, donde llegó al 63,8%; en Pereira y Manizales, donde arañó la mayoría con el 46,3% y el 47,1%. En contraste, dejó por fuera las grandes ciudades donde no tuvo éxito. No estuvo en Medellín, la segunda ciudad del país y donde apenas llegó al 34%; ni en Bucaramanga, la capital santandereana de la que había sido alcalde su rival Rodolfo Hernández, y donde sumó un escaso 25,3%; ni en la fronteriza Cúcuta, donde tan solo el 18% del electorado lo apoyó.

La tercera gira para sacar al Gobierno de las oficinas presidenciales, en una estrategia llamada Gobierno en el Pueblo, fue la primera dedicada a las grandes ciudades, donde están la mayoría de los votos del país ―la primera gira durante la campaña electora, se limitó a Bogotá, en lo que fue visto por muchos analistas como un fallido intento de impulsar a su candidato, el hoy director de Prosperidad Social Gustavo Bolívar, a ganar la Alcaldía de la capital; las otras dos se concentraron en el litoral Pacífico a fines de enero y en el Caribe en marzo—. Se trataba, en palabras del presidente, de “una serie de sesiones de Gobierno con la comunidad en las zonas excluidas de las grandes ciudades”, es decir, de una forma de llevar el ejercicio del Gobierno a las barriadas populares, de mostrar frente a sus electores cómo toman las decisiones.

Por ello, el presidente no solo se quejó en Bogotá de su plan de Gobierno, sino que dio órdenes o indicaciones a sus ministros en varios de los encuentros. En Bogotá, por ejemplo, lo hizo al referirse a usar las aulas de colegios públicos en las zonas pobres para impartir educación superior. “Lo único que tiene que hacer el Ministerio de Educación es pagar el profesorado. Me parece que no se está haciendo”, dijo. Más directo fueron los reproches a William Camargo —“Ministro de Transporte, me dejó el soterrar la Autosur en las últimas de las prioridades”— y Catalina Velasco —“Yo esperaba de la ministra un plan como me lo entregaron en la Mesa de Mejoramiento de Vivienda para los sectores del sur de Bogotá”―. En Santa Marta, se trató de la política de tierras (”Ministra, tiene usted una tarea. Ahora hablamos, porque no se nos está gastando el tiempo aquí”).

El presidente, actuando como jefe de sus ministros, frente a un público, replicó el esquema que utilizó con enorme éxito en opinión Álvaro Uribe Vélez en sus consejos comunales semanales. “Es un encuentro entre el Gobierno en su máximo nivel, el Gabinete (...) y el pueblo, la comunidad”, explicó Petro sobre sus encuentros en el primero de ellos. Con una diferencia sustancial con Uribe: mientras el expresidente de derecha lo hacía por todo el país, Petro eligió una semana intensa en sus zonas de influencia. “Decidimos esta vez visibilizar, mostrar, cómo también hay un territorio excluido con su mayoría de la población allí, habitando en la gran ciudad de Colombia”, explicó esa elección en el último, el viernes pasado en Cali. “Podemos resumir que, en realidad, las aspiraciones, los sueños concretos de la barriada, del barrio popular, coinciden, por eso ganamos las elecciones con los planes y los proyectos del Gobierno del Cambio”, concluyó, poco antes de sellar el llamado que subrayó su apuesta por los barrios populares frente a la difícil gobernabilidad: “Hay que configurar las coordinadoras de fuerzas populares en cada municipio para alistarnos, sea el acuerdo, sea resistir el intento de derribar el Gobierno”.

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Juan Esteban Lewin
Es jefe de Redacción de la edición América Colombia, en Bogotá.
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