La fuga de Cielo Gnecco
La cabeza de un clan político que lleva más de 25 años dominando el Cesar solo tuvo que despedirse al final de la noche con un coloquial “me voy a dormir” para desaparecer para siempre de la faz del planeta
Hoy se cumplen quince días desde aquel viernes 6 de octubre en que la Fiscalía, a través de su fiscal tercero delegado ante el Tribunal de Valledupar, ordenó la detención de la mujer más poderosa del departamento del Cesar: la señora Cielo Gnecco.
Hoy se cumplen catorce días desde aquel sábado 7 de octubre en que a la señora Gnecco la vio todo el mundo caminando de arriba abajo por las calles de Valledupar, ondeando banderas y lanzando arengas a favor de la candidata ungida con su bendición para coronarse como gobernadora del Cesar: Elvia Milena Sanjuán.
Ese sábado, doña Cielo destacaba entre la blanca multitud de Valledupar ataviada con un largo camisón negro a pesar de los más de 30 grados de temperatura. En los videos y fotografías del desfile, que más parecía una procesión religiosa donde la señora de negro hacía las veces de virgen y mártir, se ve a los escoltas rodeándole a una prudente distancia y más allá agentes de la policía acompañando la manifestación que supuestamente celebraba la candidatura de Elvia Milena, pero que se asemejaba más bien a un homenaje en vida a la primera gestora del departamento y madre del capturado gobernador Luis Alberto Monsalvo Gnecco.
Tal vez Elvia Milena no lo sabía. Tal vez los incautos acompañantes de la procesión no estaban enterados. Pero Cielo sí estaba al tanto desde hacía varias horas: un procurador había pedido que se revisara la decisión de dejarla en libertad a pesar de estar acusada de dos asesinatos y pocas horas antes un fiscal había ordenado su captura y conducción a un centro penitenciario.
¿Elvia Milena habría salido tan contenta de la mano de doña Cielo si supiera que estaba a pocas horas de quedar encerrada como presunta responsable de los delitos de secuestro extorsivo y homicidio en persona protegida? ¿Aquellos que daban vítores a la grandísima señora vestida de negro habrían aplaudido tanto y se habrían abalanzado a sus brazos a sabiendas que hay pruebas de que ella habría mandado a matar a dos hombres por no pagarle 2.500 millones de pesos correspondientes a unas coimas que ella exigía como líder del departamento del Cesar?
Los actos políticos del sábado se prolongaron hasta bien entrada la noche y allí estuvo la señora Cielo, junto a sus allegados políticos, acompañada de escoltas y policía, como si nada pasara. Entretanto, las autoridades que debían capturarla no se sabe muy bien qué estaban haciendo. Tal vez disfrutaban de un tranquilo fin de semana, esperando que llegase el lunes para concretar la captura de la baronesa electoral del valle del Cacique Upar. Tal vez esperaban que ella terminara su agenda para dejarla desaparecer entre las brumas de la noche del sábado y la alborada del domingo.
Aquí no hubo necesidad de falsa cita odontológica estilo Aída Merlano. Tampoco fue necesaria la complicidad de todo un estamento carcelario y policial como en el caso de alias Matamba. La primera gestora del departamento del Cesar, cabeza de un clan político que lleva más de 25 años dominando su departamento, solo tuvo que despedirse al final de la noche con un coloquial “me voy a dormir” para desaparecer para siempre de la faz del planeta gracias a las incontables horas de gracia que le dieron desde la Fiscalía para despedirse de su tierra con todo y procesión. Como si fuese una santa.
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