De conciliador a revolucionario: los cambios en el Gabinete de Gustavo Petro en su primer año de Gobierno
El presidente colombiano ha modificado su equipo varias veces durante el primer año de su mandato, en sintonía con los cambios en su discurso y en las alianzas legislativas. El primer equipo, diseñado para dar un mensaje de moderación y conciliación, ya casi no existe: solo quedan 7 de 18 ministros
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, ha tenido 29 ministros en su primer año de gobierno —además de un designado que aún no toma posesión—. Solo quedan siete de los 18 ministros originales. El resto ha dejado el Gobierno con mayor o menor suerte: algunos en buenos términos y con ofrecimientos de embajadas, otros con quejas públicas por el trato del mandatario. Él, por su parte, ha explicado varias veces que necesita ministros eficientes que trabajen “día y noche” para sacar adelante el cambio que dicen representar.
Los remezones han reflejado las variaciones de la orientación del Ejecutivo. El Gabinete ya no integra a los sectores de la política tradicional con los que Petro se mostró dialogante en los primeros meses de su gestión. Ha girado hacia la izquierda, con personas más cercanas al círculo de confianza del mandatario. Asimismo, la paridad se ha quebrado: con los últimos designados en Minas y en Cultura, son 11 hombres frente a 8 mujeres.
Agosto de 2022: el Gabinete moderado
El primer equipo de Petro mandaba un mensaje político de moderación y conciliación. El presidente dejaba atrás su traje de activista de izquierdas y lo reemplazaba por el de un estadista dispuesto a gobernar con los partidos tradicionales. La coalición legislativa con los conservadores, los liberales y el Partido de la U tenía su representación en el Gabinete, con Guillermo Reyes (Conservador) en el Ministerio de Transporte y Sandra Urrutia (La U) en el Ministerio de las Tecnologías de la Información y Comunicaciones. Convivían con perfiles de activistas más cercanos al petrismo, como Carolina Corcho en Salud e Irene Vélez en Minas y Energía.
El mayor simbolismo estaba en un tridente de ministros experimentados y poderosos que repetían tras administraciones pasadas: Alejandro Gaviria (Educación), ministro de Salud de Juan Manuel Santos entre 2012 y 2018; Cecilia López (Agricultura), ministra de Ernesto Samper entre 1996 y 1997; y José Antonio Ocampo (Hacienda), ministro de César Gaviria entre 1992 y 1994 y de Samper entre 1996 y 1997. Este último transmitía tranquilidad a los mercados, sobre todo cuando salía a moderar los mensajes más radicales de ministros como Vélez.
Febrero de 2023: pérdida de confianza
El primer remezón, en febrero, tuvo más que ver con la pérdida de confianza en tres ministros que con un cambio de rumbo político. “Estamos en un momento decisivo para nuestras reformas y necesitamos más cohesión y determinación”, anunció el presidente en la Casa de Nariño. Los salientes, que apenas tuvieron tiempo de despedirse, fueron Alejandro Gaviria (Educación), María Isabel Urrutia (Deportes) y Patricia Ariza (Cultura). A los primeros dos los reemplazaron la académica Aurora Vergara (Educación) y la docente Astrid Rodríguez (Deportes). El Ministerio de Cultura inició seis meses de interinato bajo la dirección de Jorge Zorro —un músico cercano a la primera dama, Verónica Alcocer—.
La salida de Gaviria fue la que generó el mayor impacto. El reputado economista no había ocultado sus reparos a la reforma a la salud que promovía la ministra Carolina Corcho. Perdió la confianza del presidente, que se disgustó con las cartas públicas que cuestionaron uno de los proyectos insignia del Gobierno. No obstante, su final fue mejor que el de sus compañeras: le ofrecieron la embajada en el Reino Unido —que rechazó—. Urrutia y Ariza, en cambio, fueron señaladas por no ser eficientes. Unas semanas después, en entrevista con EL PAÍS, la exministra de Cultura expresó que aún esperaba una cita con Petro para mostrarle que sí hubo avances en su gestión.
Abril de 2023: el equipo gira a la izquierda
La segunda crisis de gabinete, apenas dos meses después, fue más radical: salieron 7 de los 15 ministros iniciales. Fue el reflejo del giro del presidente hacia un discurso más combativo y crítico de los partidos tradicionales, que comenzó a percibir como obstáculos para sus reformas. Relevó a los ministros que representaban al Partido Conservador y a La U para reemplazarlos por personas más allegadas a su círculo. Asimismo, se vio forzado a pedirle la renuncia a Carolina Corcho, la médica activista que sufrió el mayor desgaste por las dificultades de la reforma a la salud.
Las bajas más notables fueron las de López y Ocampo, dos de los ministros que más representaban la moderación tras la salida de Gaviria. La ministra de Agricultura saliente explicó semanas después a EL PAÍS que había sido la primera vez que la echaban de un trabajo: “El presidente fue amable, me dijo que yo salía porque se había roto la coalición. Yo le dije ‘¡Pero si a mí no me nombró ni el Partido Liberal, ni el Conservador, me nombró usted!’ Y me contestó que yo representaba al establecimiento”. Fue reemplazada por Jhenifer Mojica, una abogada cercana a movimientos campesinos que prometió que avanzaría más rápido con la reforma agraria.
Julio: sale Irene Vélez y llegan dos ministros
Petro relevó a Irene Vélez como ministra de Minas y Energía a mediados de julio. La académica fue desde el principio una de las figuras más cuestionadas por la oposición, pero había sorteado con éxito cada una de las crisis que la tuvieron como protagonista. Sin embargo, en julio no aguantó dos hechos que generaron dudas éticas: la contratación de su marido por el Fondo Colombia en Paz del Ejecutivo y la presión a Migración Colombia para que dejara salir a su hijo menor de edad del país pese a que no tenía el permiso firmado por sus dos padres.
La decisión no es un cambio de rumbo: el reemplazo anunciado es Omar Andrés Camacho, un ingeniero y militante de izquierdas que era asesor de Vélez. No obstante, consolidó el final de la paridad entre hombres y mujeres en el Gabinete. La toma de posesión de la vicepresidenta Francia Márquez como ministra de Igualdad, en junio, no es suficiente para compensar el desequilibrio. Tampoco ha ayudado la designación en agosto del editor Juan David Correa como ministro de Cultura, seis meses después de que saliera del cargo Patricia Ariza.
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