Los 10 premios de colombianos en el concurso de fotografía documental más importante de Iberoamérica

El concurso de fotografía documental Picture Of the Year (POY), creado en 1944 por la Escuela de Periodismo de la Universidad de Missouri (Estados Unidos), tiene una versión para Iberoamérica desde 2011. En la edición de 2023 del prestigioso concurso, la labor de cinco fotógrafos y dos fotógrafas colombianos fueron destacados entre miles de postulaciones.

El colombiano más galardonado fue Federico Ríos, con tres premios, incluyendo uno de los más importantes, el de fotoperiodista iberoamericano del año con su portafolio Las venas abiertas de América Latina. En diálogo con EL PAÍS, el fotógrafo aseguró que esto es para él un gran orgullo y “representa el compromiso de seguir trabajando con honestidad, intensidad y precisión sobre los temas humanitarios” que ha retratado por años.

Colombia, una tierra de talento

El fotoperiodista se refirió al agridulce panorama de su oficio en la región: “Hay un talento increíble. Me emociona la calidad y la cantidad de fotógrafos que están trabajando hoy. Sin embargo, el escenario de la fotografía como medio parece muy desalentador porque veo que son pocos los medios de comunicación dispuestos a pagar salarios dignos. Esto es una pasión que se hace desde el corazón, pero a la vez es un oficio con el que muchos esperamos comer”.

El fotógrafo independiente manizaleño también triunfó en la sección Derechos Humanos con la serie Una selva peligrosa y sin caminos se convierte en una senda de esperanza desesperada, sobre la crisis humanitaria y migratoria que se vive en el tapón del Darién, en la frontera entre Colombia y Panamá. El tercer reconocimiento llegó con el fotolibro Verde, que recoge sus fotografías de una década documentando a la extinta guerrilla de las FARC. Precisamente otro de los ganadores fue el editor de ese libro, Santiago Escobar-Jaramillo, quién salió victorioso pero en la categoría Nuestra Mirada por el ensayo El pez muere por la boca. Escobar es fundador del sello Raya Editorial, donde igualmente se editó el fotolibro Morning Song, de la argentina Sarah Pabst, otra de las ganadoras en el POYLATAM.

Por su parte, Joana Toro ocupó uno de los primeros lugares en la categoría de Fotolibro con Hello, I am Hello Kitty, de la editorial Tragaluz. Una recopilación visual de su vivencia como migrante trabajando disfrazada de Hello Kitty en Times Square, en Nueva York. “Mi caso fue una excusa para tocar el tema de la migración latina, para hablar de los retos y todo lo que rodea este tema en Estados Unidos”. Para Toro, quien opina que “es clave que las historias tengan que ver con la experiencia personal de cada autor porque esto hace que las artes visuales sean contundentes”, el premio es una motivación para seguir trabajando en historias de justicia social. Al igual que Ríos, anima a editores de la región para que construyan equipos diversos.

También fue galardonada Cindy Muñoz Sánchez, quien se autodenomina como artista empírica, madre autónoma y periférica. Su ensayo Altares para Estela fue premiado en la categoría Resignificar los archivos. Es un trabajo al que ha dedicado alrededor de 15 años y en el cual aborda el trasegar de su vida en la diáspora indígena y la búsqueda para conectar con sus raíces y sus antepasadas. “Ha sido lindo encontrar personas que han creído en mi proyecto. Pero a la vez es desgastante porque es una obra que requiere esfuerzo y yo vivo con los obstáculos propios de la violencia estructural que me atraviesa, por ejemplo, la precarización laboral”. La artista señala la necesidad de ir construyendo sus propias narrativas y alerta que esto se vuelve difícil en el país, pues “no hay oportunidades para las mujeres fotógrafas y menos para las racializadas”.

Además, tres fotógrafos se hicieron lugar entre los vencedores en la sección Nuevos Talentos. El caleño Jair Coll se destacó con la serie El Niño Dios Negro nació en febrero, sobre la celebración de la Navidad en la comunidad afro de Quinamayó, Valle del Cauca. El caqueteño Andrés Cardona hizo lo propio con la historia de largo plazo Mercy, en la que aborda su historia de vida, marcada profundamente por el conflicto armado colombiano. Y en la nueva categoría Transmedia, Nicolás Cabrera Andrade ganó con Semina, que según la descripción del autor “concibe al arte como catalizador y actor en la evolución humana”. El resto de ganadores puede consultarse en la página de la revista.

México y el día a día

Nayeli Cruz, de EL PAÍS, fue una de las profesionales mexicanas que se hicieron con alguno de los premios POY. En su caso fueron tres. Cruz fotografió la tragedia de la migración que se enfrenta a la pobreza y la violencia en su países de origen; la imagen del Río Bravo, donde cientos de migrantes tratan de llegar a Estados Unidos desde México; y la vida cotidiana en Guatemala. “En algunos momentos normalizamos o estamos desensibilizados con ciertas situaciones. Se traducen solo en cifras, dejando de lado el rostro, la historia. Busco que las fotografías tengan un impacto en la gente que las ve”, afirma.

Como Ríos, Cruz considera que en América Latina hay grandes profesionales en el campo de la imagen. “Tienen sensibilidad. Muchos de los momentos que fotografían muestran una realidad muy cercana a la que tienen, a la que viven diariamente”, cuenta. No fue la única presencia mexicana que salió del concurso con galardones. El fotoperiodista César Rodríguez se hizo con otros dos POY. La región de Latinoamérica también tuvo representantes de otras fronteras, como en Perú, un país que contó con dos galardonados: Ángela Ponce y Sebastián Castañeda.

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