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El mal paso de Gustavo Petro con el sector cultural que lo apoyó

En cinco cartas distintas, artistas y gestores culturales le piden que acabe la interinidad del Ministerio de Cultura. En una de ellas, privada, le dicen que considere nombres. Actualmente está encargado Jorge Zorro, amigo de la familia presidencial

Catalina Oquendo
Acto de campaña de Gustavo Petro, en el Banco, Magdalena, el 11 de febrero de 2022.
Acto de campaña de Gustavo Petro, en el Banco, Magdalena, el 11 de febrero de 2022.Nelson Cárdenas

Los ecos de la crisis del gabinete del Gobierno de Gustavo Petro siguen vivos por el lado menos esperado: el del Ministerio de Cultura, que suele ser una cartera sin muchas polémicas. Tras la salida de la actriz Patricia Ariza quedó encargado el profesor de música Jorge Ignacio Zorro, quien es cercano a la familia presidencial. Pero las declaraciones que ha dado a la prensa, y su mirada de la cultura, tienen preocupado a un grupo de artistas y gestores culturales que apoyaron la campaña del actual presidente.

Las inquietudes se leen en al menos cuatro cartas públicas y en una misiva enviada de forma privada al presidente. “A raíz de la salida de la maestra Patricia Ariza consideramos que es importante promover un liderazgo reconocido entre las nuevas y las viejas generaciones”, dice el documento entregado a la senadora petrista María José Pizarro el 28 de febrero pasado y conocido por este diario.

La firman 31 personas, entre actores de televisión, teatro, músicos y gestores culturales, todos reconocidos. Entre ellos hay varios que diseñaron el programa de campaña. No están conformes con el liderazgo del maestro Zorro y le piden que considere otros “nombres propios capaces de configurar y conducir al Ministerio de las Culturas y las Artes a ocupar el lugar que tanto ansía un sector comprometido con una sociedad cada vez más abierta y tolerante”. La carta, que también está dirigida a la jefa de gabinete, Laura Sarabia, dice que debería ser “un liderazgo que haya hecho parte de la fase programática de su campaña, y que comprenda la importancia de las artes y las culturas para la paz total”.

Zorro ha estado en el centro de una controversia porque es uno de los impulsores de que Colombia emule el sistema Nacional de Orquestas de Venezuela, criticado por músicos que lo ven como un riesgo de que el Estado privilegie la música clásica por encima de otros géneros musicales en un país diverso. También porque se conoció que Zorro fue profesor de música de las hijas del presidente. Sobre él, el mandatario ha dicho que lo considera “un hombre de valía”.

Las críticas a que ejerza el liderazgo del sector son de dos tipos: de carácter técnico y acerca de su lugar de enunciación cultural; y sobre un posible conflicto de intereses de uno de sus asesores. En algunos sectores lo llaman con sorna el Concha Baracaldo de la cultura, en referencia a la directora del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar que renunció en febrero y era cercana a la familia del presidente.

En un video difundido por el Ministerio de Cultura, Zorro decía sobre las comunidades wayuu de La Guajira: “esa música que es completamente diferente a nuestra música occidental”. Aunque el tono era elogioso, para miembros del sector revela que el ministro encargado entiende la cultura desde la mirada occidental. Más porque, en el mismo video, dice que una fanfarria que conoció en una visita en Manizales “no tiene nada que envidiarle a una de Europa”. Diversas fuentes del sector coinciden en que con ese enfoque el Ministerio está pasando del “neoliberalismo de la economía naranja de Iván Duque a un enfoque de cortesanos de siglos pasados”.

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En una de las cartas, un grupo de artistas e investigadores de las regiones le dice al presidente que la posición de Zorro sobre la música sinfónica está “desactualizada”. “Desde hace varias décadas hemos venido luchando contra algunos mitos profundamente coloniales que han sido tejidos alrededor de ideas como que existe una sola ‘teoría de la música’, que la práctica sinfónica permite desarrollar habilidades de trabajo en equipo más que otras músicas, o que interpretar ese tipo de repertorio mejora las habilidades matemáticas”, escriben.

Jorge Ignacio Zorro
Jorge Ignacio Zorro, nuevo ministro de Cultura del Gobierno de Gustavo Petro, durante una entrevista para EL PAÍS, en Bogotá, el 13 de marzo de 2023. Diego Cuevas

Las otras críticas se deben a que uno de los asesores del ministro encargado, el músico Camilo Jiménez, es al mismo tiempo gerente comercial para Latinoamérica de Buffet Crampon, una de las empresas más grandes de fabricación de instrumentos de orquesta en el mundo.

En una reciente entrevista con el diario El Espectador, Zorro confirmó que sabía que Jiménez trabaja para esa empresa como “negocio individual”, pero que se había “declarado totalmente impedido”. Si no lo hubiera hecho, dijo Zorro, “hubiera sido considerado como un conflicto de intereses”. Pero en un formato oficial de ingreso al cargo, sobre conflictos de intereses, Jiménez respondió no a la pregunta de si en el año anterior a posesionarse tuvo “intereses directos” o actuó como representante o gerente de una empresa y si eso puede influir en las decisiones del cargo. También negó tener conflictos de intereses.

De Zorro, cuyo nombre saltó al escenario público porque viajó con la primera dama, Verónica Alcocer, a Venezuela, también se afirma que exageró su protagonismo en la conceptualización y ejecución del programa de orquestas de Bogotá durante la alcaldía de Petro, pues un documento conocido por este diario muestra solo tuvo un contrato de 10 meses para un proyecto en un colegio de Suba.

Preocupación por la interinidad

Las alertas del sector cultural van más allá de la figura de Zorro. En la más reciente carta al Gobierno, firmada el 16 de marzo, representantes del sector audiovisual señalan la necesidad de tener una cabeza definida, no temporal. “Creemos que la interinidad administrativa y la falta de liderazgos sectoriales y técnicos que nos representen de manera amplia, en instancias tan importantes para nuestro quehacer como el Ministerio de Cultura y RTVC, nos están haciendo perder un tiempo valioso en el empeño de cambiar la mirada de una sociedad(…)”.

Patricia Ariza
Patricia Ariza, ministra de Cultura de agosto a febrero, posa para un retrato en su casa, en Bogotá, el 4 de Julio de 2022. NATHALIA ANGARITA

Los cineastas argumentan que durante años el Ministerio los ha visto como algo secundario y que se han sentido desatendidos, “no solo como trabajadores del arte y la cultura, sino como parte fundamental en la construcción del acervo cultural de nuestro pueblo”.

También lo plantean desde las artes escénicas y la música. Octavio Arbeláez es uno de los gestores culturales más reconocidos en América Latina y señala la necesidad de que el debate en torno al Ministerio no quede circunscrito a la música clásica. “No es buena la interinidad en los cargos, son necesarios liderazgos fuertes que convoquen al sector cultural para generar lo que en la metáfora del dramaturgo brasileño Bosco Brasil serían las “nuevas directrices en tiempos de paz”, dice Arbeláez, quien recibió la Orden de las Artes y las Letras de Francia, en grado comendador.

El también director del Festival de Teatro de Manizales agrega que esperan una pronta decisión. “Bien sea que ratifiquen al ministro encargado o que se designe a alguien en propiedad, pues no me parece justo con un sector que es importante para la Colombia de hoy y que es de importancia capital para el desarrollo de políticas públicas que se articulen con los postulados de un cambio que requiere coherencia”.

Durante la campaña presidencial actores, músicos y gestores reconocidos dieron impulso público a Petro y se aglutinaron en el llamado Pacto Cultural. Hicieron mesas de trabajo y diseñaron un proyecto cultural que hasta en otras campañas reconocían. Por eso, en el sector no entienden por qué no se han aplicado ninguna de esas líneas de trabajo.

“Petro ganó con un excelente programa de cultura”, admite Jorge Melguizo, exsecretario de Cultura de Medellín y coordinador cultural de la campaña de Sergio Fajardo. “Yo debatí en televisión con Santiago Trujillo, quien diseñó la política cultural del Pacto Histórico, y reconocí que estaba muy bien construida. Él coordinó a más 3.000 personas que trabajaron en ella. La gran preocupación es que hoy ese trabajo no es la hoja de ruta del proyecto cultural, lo hicieron al lado. Para los que estuvieron ahí, eso ha sido un dolor, una decepción”, dice Melguizo.

Entre las razones para eso, según señalan varias fuentes de la cultura que prefieren no ser nombradas, está lo que llaman un “ministerio paralelo” bajo el poder de la primera dama Verónica Alcocer, junto con Adriana Mejía Aguado, actual directora de Artesanías de Colombia, Zorro y el catalán Manuel Grau, como lo señaló el diario El Espectador. En una entrevista con este periódico, Zorro dijo: “La primera dama no va a definir la política musical del Colombia”. “En su momento creímos en el fin de un Ministerio de Cultura como fortín político para retornar favores; la evidente y valiosa gestión de la ministra Ariza, realizada en tiempo récord, nos impide pensar lo contrario”, dice una de las cinco cartas, esta firmada por más de 200 personas.

Aunque no hay consenso alrededor de la gestión de la saliente ministra, le reconocen que el presupuesto del Ministerio saltó de $562.000 millones en 2022 a $700.000 millones para 2023. Por eso mismo piden que no se desaproveche la oportunidad para ejecutar los cambios prometidos en la campaña.

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Sobre la firma

Catalina Oquendo
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia. Periodista y librohólica hasta los tuétanos. Comunicadora de la Universidad Pontificia Bolivariana y Magister en Relaciones Internacionales de Flacso. Ha recibido el Premio Gabo 2018, con el trabajo colectivo Venezuela a la fuga, y otros reconocimientos. Coautora del Periodismo para cambiar el Chip de la guerra.

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