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Los músicos y el Gobierno se enfrentan en un debate sobre el futuro de las orquestas colombianas

Los artistas exigen no replicar el sistema de orquestas venezolano y piden mayor interlocución con el Ministerio de las Culturas. La ministra les asegura que tendrán garantías de participación

Acto de campaña presidencial de Gustavo Petro, en Magdalena, el 11 de febrero de 2022.
Acto de campaña presidencial de Gustavo Petro, en Magdalena, el 11 de febrero de 2022.Nelson Cárdenas
Camila Osorio

El cuatrienio de Gustavo Petro, pensaron muchos músicos el año pasado, sería un buen período para el bullerengue, los alabaos, la chirimía, las arpas llaneras o las marimbas, en el que el rico universo de la música popular colombiana tendría un espacio igualmente digno al que han tenido otros géneros musicales. Pero en los últimos meses algo ha sonado destemplado en los oídos de estos músicos. El chillido que se materializó en un tuit del presidente el 31 de enero, cuando escribió que su esposa, Verónica Alcocer, había viajado a Venezuela con el viceministro de Cultura, Jorge Zorro, para “ver el sistema orquestal venezolano en música clásica” y así despegar “este año el sistema orquestal colombiano”. Replicar ese modelo no suena tan bien para estos músicos.

Dos días después varios de estos músicos publicaron una carta abierta al presidente en la página web Change.org, una iniciativa que hoy suma más de 2.400 firmas. “Nos dirigimos a usted para manifestar nuestra profunda preocupación por los anuncios que se han hecho en torno a la creación de un sistema de orquestas sinfónicas inspirado en el Sistema de Orquestas venezolano”, dice la carta firmada por músicos, gestores culturales y docentes.

“El Sistema”, como se le llama al modelo más de 120 orquestas sinfónicas en Venezuela en las que han participado miles de niños, fue hace años un símbolo de orgullo para el chavismo y la casa de músicos reconocidos como Gustavo Dudamel, el nuevo director musical y artístico de la Filarmónica de Nueva York. El fundador de El Sistema, José Antonio Abreu, fue embajador de la Unesco y Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 2008, y falleció en 2018. Entonces, ¿por qué no les gusta a los músicos colombianos este celebrado sistema de educación musical?

Explican en la carta que ahora se sabe que son pocas las personas de los sectores marginados de Venezuela los que se involucran en ese sistema. Que en él se valoran “los parámetros del mundo musical central-europeo” mientras deja de lado las realidades locales. Que es muy caro y deja poca financiación estatal a otros estilos de música. Que no le ofrece espacios laborales a todos los que se dedican a la música clásica. Y, lo peor, que es un sistema jerárquico en el que se han evidenciado muchos abusos de poder. De acuerdo al investigador británico Geoffrey Baker, que publicó un libro citado frecuentemente, en El Sistema ha habido “corrupción, abuso sexual, desigualdad de género, favoritismo dentro del programa y en general un ‘funcionamiento oscuro’”.

En una fotografía de 2007, Gustavo Dudamel dirige a la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, de Venezuela, en San Francisco.
En una fotografía de 2007, Gustavo Dudamel dirige a la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, de Venezuela, en San Francisco.Lea Suzuki (Getty Images)

“No quiere decir que estamos contra el repertorio europeo, o contra las orquestas sinfónicas”, explica a EL PAÍS María Olga Piñeros, música y profesora en la Universidad Javeriana de Bogotá. “Lo que percibo en mis colegas es el deseo de que haya un paraguas amplio musical, que recoja todas las expresiones, que le de presupuesto a todos bajo un principio de equidad”, añade, aclarando que las orquestas sinfónicas suelen tener prioridad presupuestal. Una sinfónica en Bogotá tocando la novena sinfonía de Beethoven no es mala idea, dice, pero no entiende por qué tendría un trato preferencial frente, por ejemplo, a un coro de La Hormiga, Putumayo, que quiera montar un bambuco.

La idea de importar el modelo venezolano no es nuevo, explica María Errázuriz. De 1994 a 2005 ella fue gerente de la Fundación Batuta, una organización de educación musical sin ánimo de lucro que cuenta con apoyo del Estado, tiene amplia experiencia en educación musical sinfónica, y en el pasado estudió el modelo musical del país vecino.

La copia se intentó dos veces, cuenta Errázuriz, y las dos veces fracasó. “El Ministerio de Cultura debe informarse de las causas de los dos fracasos”, dice Errázuriz en una columna. Explica a El PAÍS que ocurrió por una combinación de factores: los distintos enfoques entre los profesores venezolanos y los colombianos; un modelo muy caro de mantener; un sistema que privilegiaba profesionalizar a un potencial Gustavo Dudamel por encima de la educación musical diversa para todos los sectores.

Los músicos, han insistido en diversas cartas, prefieren fortalecer el Plan Nacional de Música para la Convivencia (PNMC) que durante casi 20 años ha reconocido “la diversidad epistemológica, metodológica y pedagógica de nuestras músicas”, y que incluye entre sus géneros el sinfónico. “A pesar de las dificultades y restricciones financieras, el Plan ha producido como nunca una convergencia de personas, regiones, instituciones y formaciones musicales, en especial las bandas de vientos, que son la principal tradición sinfónica de nuestro país”, dice Errázuriz.

La carta de Change.org no fue la única. Al Gobierno también le escribió una asociación de bandas que asegura que “el sistema orquestal no se ha debatido constructivamente”. Un grupo de musicólogos envió dos cartas más, argumentando que no es conveniente crear un sistema educativo paralelo y preferencial para las orquesta sinfónicas. Pero, cuentan los músicos a EL PAÍS, no recibieron respuesta del Ministerio de las Culturas.

El debate desde el lado del Ministerio de las Culturas

El Gobierno recibió cartas, artículos, editoriales. La ministra Patricia Ariza respondió esta semana con un comunicado. “Respetamos y valoramos sus preocupaciones”, dice, recordando que se compromete a fortalecer el PNMC. Pero la propuesta se mantiene: “Como lo señala el presidente Gustavo Petro, este año despegará el sistema orquestal colombiano”.

Dos días después, Ariza aclaró en una entrevista en El Espectador que el nuevo proyecto “no está hecho, está en proceso”, y garantiza una mesa de participación para todos los músicos que quieran discutirlo. “Se harán unas reuniones con la gente que ha escrito cartas, que además han sido respetuosas”, dice la ministra. “Lo primero que les diría es que tenemos clarísimo que nosotros no somos Venezuela. Ese es un proyecto de las orquestas que fue muy importante en la historia de Venezuela, pero no pretendemos calcarlo. Solo es un insumo”, añade.

Juan Sebastián Ochoa, músico e investigador de la Universidad de Antioquia, no queda tranquilo. “El discurso es ambivalente: dicen mucho que concertarán y dialogarán, y que el proyecto está en construcción, pero no muestran ningún documento ni dialogan”, dice a El PAÍS. Que el modelo venezolano sea solo un insumo tampoco lo deja tranquilo, ni que se insista en hacer el sistema en vez de enfocarse en fortalecer el PNMC. “Mejor dicho, no entendemos nada, y seguimos en alerta máxima”, cuenta. Daniella Cura, musicóloga y curadora artística, concuerda con que se ha perdido algo de confianza entre el Ministerio y los artistas preocupados. “Siempre dicen que esto se hace con nosotros pero no nos convocan, y me indigna que nos ignoren cuando les hemos dado muchos argumentos respetuosos; hemos abierto un debate a la altura y ellos no nos responden”, dice Cura.

Para estos músicos la ministra Ariza, que viene del teatro, no está en el centro de este debate. La nuez, con nombre y apellido, es Jorge Zorro, cercano a Petro y viceministro de la creatividad y la economía naranja. Zorro es un músico que viene del mundo sinfónico: estudió en el conservatorio Tchaikovsky de Moscú en los años 70, y fue director de la sinfónica de vientos de Boyacá, la orquesta sinfónica juvenil de Colombia, y la orquesta filarmónica de Bogotá, entre otras.

En entrevistas, Zorro ha dicho que admira a Abreu y a lo que construyó en Venezuela. Cuando llegó al nuevo Gobierno, varios músicos temían que fuera a proponer un sistema de orquestas como el del país vecino. En noviembre, durante un evento, le preguntaron si iba a imponer el sistema venezolano. “No va a haber sistema venezolano en Colombia”, respondió. Por eso los músicos se pusieron nerviosos cuando lo vieron en enero conociendo el sistema venezolano.

Ante las presiones en contra de copiar el modelo venezolano, esta semana Zorro estuvo en el programa presidencial matutino Colombia Hoy. Allí elogió a Abreu (”dejó un legado muy importante para Latinoamérica”) pero reiteró que Colombia no va a copiar su modelo, sino que será uno entre varios insumos. El sistema venezolano, añadió, atendía “las necesidades del sistema en sí mismo, mientras que nosotros vamos a atender las necesidades de una población”. ¿Por qué entonces protestan los músicos contra él?, le preguntó el periodista . “Hay intereses, de pronto, de otros órdenes”, respondió. “Es un proyecto que está en desarrollo, no está acabado, y se vieron amenazados de pronto”, añade.

El Ministerio, dirigido por Ariza de la mano de Zorro, insiste en distintos foros que será el Gobierno de la diversidad musical. Planean una primera reunión con los músicos el próximo martes para saldar este asunto. Esta partitura sobre el futuro musical de Colombia aún no se ha terminado de escribir.

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Sobre la firma

Camila Osorio
Corresponsal de cultura en EL PAÍS América y escribe desde Bogotá. Ha trabajado en el diario 'La Silla Vacía' (Bogotá) y la revista 'The New Yorker', y ha sido freelancer en Colombia, Sudáfrica y Estados Unidos.

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