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REFORMA AGRARIA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Las carpetas de la felicidad incompleta

Hablar de reforma agraria es un paso necesario para Colombia. Pero no puede ser que los eventos de entrega de títulos sean meros actos de propaganda

El presidente de Colombia, Gustavo Petro, durante un evento de la Agencia Nacional de Tierras
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, durante un evento de la Agencia Nacional de Tierras, el pasado 3 de marzo.AgenciaTierras (RR SS)

Van al menos dos grandes eventos en los que el presidente Petro entrega poderosas carpetas a campesinos apuntalando la que ha de ser la gran reforma agraria de su Gobierno. El año pasado se hizo el anuncio sobre la Hacienda Támesis, antiguo predio del clan paramilitar de los Castaño, con sus cerca de 590 hectáreas. La semana pasada fue el evento de la entrega de 3.500 hectáreas de tierra en distintas zonas del país a campesinos, muchas de ellas provenientes de compras que la Agencia Nacional de Tierras está haciendo para cumplir con ese muy loable objetivo de este Gobierno.

En ambos eventos, luego de las palabras protocolarias del presidente, se hizo la entrega de sendas carpetas plastificadas con el logo de la Agencia Nacional de Tierras a cada uno de los beneficiarios, en las que uno supone vienen los documentos de propiedad de los terrenos y de ahí la sonrisa que siempre muestran los campesinos desposeídos al recibirla. Sin embargo, la realidad ha resultado bastante distinta en ambos casos.

Si nos detenemos en el caso de la gigantesca y lujosa hacienda Támesis, que tiene entre sus maravillas el hecho de ser una tierra de muy buena calidad ubicada a pocos kilómetros de la capital del departamento de Córdoba, la realidad es que los campesinos siguen esperando el loteo del terreno para saber dónde es que van a quedar sus fincas.

Hasta el momento, y a pesar de que el anuncio se hizo en octubre del año pasado, no hay claridad sobre qué porción de terreno le corresponde a quién, ni tampoco cómo es que se van a dar las ayudas a los afortunados campesinos para que puedan empezar a trabajar esa tierra prometida. Los líderes de los campesinos siguen pidiendo al Gobierno que les expliquen qué va a pasar con ellos y cómo va a operar el proceso para de verdad tomar posesión de las tierras, más allá de una carpeta llena de promesas.

Y si hablamos de promesas, es aún más sorprendente lo que la semana anterior recibieron las familias que recibieron el folio con los papeles de la Agencia de Tierras: en la carpeta venía un documento en donde se anuncia que el Fondo de Víctimas le hace un traslado a la Agencia, pero no hay más. No hay datos de predios. No hay información de lotes. No aparece siquiera el nombre de los beneficiarios.

Según un reporte hecho por el portal La Silla Vacía, varios de los terrenos que anunciaron iban a ser entregados a los campesinos ni siquiera tienen certificado de tradición que indique que dichas fincas ya están en manos de la entidad que tendrá que entregarlas a los campesinos. Es más, una verificación hecha por este columnista permitió comprobar que algunas de las tierras siguen en propiedad de terceros.

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Insisto: hablar de reforma agraria es sin duda un paso necesario para Colombia. Avanzar en esta es un salto gigantesco, pero no puede ser que los eventos de entrega de títulos sean meros actos de propaganda y que las carpetas que allí se entregan no contengan los papeles que dan fe de una verdadera reforma agraria, sino de las buenas intenciones que para los beneficiarios no son más que un amasijo de felicidad incompleta.

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