Ministro Prada: OUT
¿En qué mundo vive Alfonso Prada? ¿En qué país? ¿En qué diccionario se basa para calificar el secuestro de más de 70 personas como “cerco humanitario”?
Alfonso Prada, ministro del Interior, llegó al Gobierno Petro y, como si hubiese sido ungido por las aguas de San Juan Bautista, de un momento a otro quedó libre de todo pecado.
Afortunado él y los suyos quienes, con el baño de las aguas sagradas del petrismo, lograron la expiación de todos los pecados acumulados en tiempos del Gobierno de Juan Manuel Santos. Afortunado él que de un momento a otro se convirtió en el portavoz del mensaje divino del sacrosanto Petro, a quien nada se le cuestiona, a quien todo se le aplaude.
Sin embargo, al ungido por Petro no le corre la misma suerte que al Presidente. Prada es hoy la prueba de que el fanatismo tiene sus límites y que el bautismo con los óleos y aguas de Gustavo Petro no es algo que blinde contra todo mal, sino que al contrario puede ser la condena absoluta para aquel que se consideró bendecido.
Hace un par de semanas, cuando recién se conoció el texto de la reforma a la salud, el ministro y portavoz Prada fue designado por el gobierno para explicar los alcances de la propuesta, en caso de que la ministra de Salud, Carolina Corcho, no quisiera atender a los medios. Pocas horas pasaron antes de que Prada tuviera que hacer frente a los periodistas y sus preguntas. Pocas preguntas pasaron antes de que Prada, vocero del Gobierno, dijera que había asuntos que él no podía responder y que era mejor que lo hiciera su colega y madre de la reforma.
En términos de béisbol: strike uno.
La semana pasada estalló la crisis en el Caquetá por cuenta de un llamado que campesinos de esa zona del país vienen haciendo desde hace años y sobre el cual desde 2019 hay incumplimiento a compromisos adquiridos por el gobierno de entonces. En noviembre pasado a Prada le contaron lo que pasaba y desde entonces pasaron cuatro meses, con sus días y sus noches, sin que hubiese desde el ministerio de Prada interés por solucionar el asunto. Vino el incendio. El secuestro. Los muertos. Y Prada, quien dio desde hace 120 días la espalda a la crisis, ahora califica el secuestro de más de 70 personas como “cerco humanitario”. ¿En qué mundo vive el ministro? ¿En qué país? ¿En qué diccionario se basa para decir lo que dice? La RAE es clara a la hora de definir un secuestro: “retener indebidamente una persona para exigir dinero por su rescate, o para otros fines”. Llevarle la contraria al diccionario es algo de valientes, más no de demócratas.
Strike dos.
Estalla el escándalo de Nicolás Petro con sus dineros de origen gris, sus peleas familiares y sus visitas a miembros del gobierno que lidera su papá para pedir puestos y contratos. Más allá de lo repugnante que puede ser volver a la historia del “hijo del ejecutivo” haciendo de las suyas con la plata de todos nosotros, sí queda mal, muy mal, el ministro del interior entregando puestos y cargos a recomendados del hijo del Presidente solo porque se trata del hijo del presidente. ¿Tráfico de influencias? ¿Ganas de quedar bien con todo el mundo? ¿Falta de transparencia?
El presidente ha sido claro: no hay tolerancia con la corrupción. ¿Qué dice el ministro Prada? ¿Strike?
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