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DID, el robot colombiano que destruye virus, hongos y bacterias

Científicas del Valle del Cauca patentan una máquina inteligente que desinfecta las salas de cirugía y de cuidados intensivos en clínicas y hospitales

Robot Octopus
La ingeniera colombiana Lorena Valencia, posa junto al robot DID.
Juan Miguel Hernández Bonilla

Robotina, la famosa señora del aseo de la serie Los supersónicos, fue la inspiración de la ingeniera colombiana Lorena Valencia para crear a DID, un robot de casi un metro y medio de altura, con seis sensores para evitar obstáculos y 12 luces ultravioleta superpotentes, que destruye los virus, bacterias y hongos que están en el aire o en las superficies de cualquier espacio cerrado. “DID nació durante los peores picos de la pandemia para tratar de reducir los contagios del coronavirus”, cuenta Valencia por teléfono. Dos años después, hay más de 100 robots activos, desinfectando las salas de cirugía y de cuidados intensivos en clínicas y hospitales de distintas regiones de Colombia.

Valencia (Cali, 42 años) es la directora del Octopus Force, el primer centro de desarrollo tecnológico del Valle del Cauca. Ella y otros 20 científicos colombianos que trabajaron en la creación de DID acaban de recibir la patente que certifica la originalidad del robot, protege sus diseños y sus características y permite que sea distribuido en otros países. “Nos han hecho pedidos de siete estados de Estados Unidos. Estamos trabajando para montar un laboratorio y una planta en la Florida, EE UU, que nos permita llevar la tecnología colombiana y ayudar a resolver las necesidades de desinfección que hay en muchas clínicas del mundo”, dice.

Esta semana DID recibió un apoyo importante para cumplir sus metas de crecimiento y expansión. El ministro de Ciencia de Colombia, Arturo Luna, publicó un mensaje en su cuenta de Twitter que celebraba la creación del robot. “Este invento, 100 % colombiano, fue creado por Octupus Force, el primer Centro de Desarrollo Tecnológico certificado por Ministerio en Valle del Cauca”, escribió el ministro Luna.

Valencia espera que el trabajo conjunto entre el Ministerio y Octopus sirva para que en Colombia avance en la soberanía tecnológica. “Debemos tener la capacidad de hacer nuestra propia tecnología”, explica. Y añade: “Cada vez que vendemos un robot de DID se incentiva el desarrollo económico y social de nuestra región. Los proveedores del acero, de las luces, de las ruedas son personas o empresas locales”. Con esto, además de generar una cadena productiva, los investigadores de Octopus no dependen de otros países para conseguir repuestos ni para hacer el mantenimiento de las máquinas.

En su página oficial, DID se define a sí mismo como un Dispositivo Inteligente de Desinfección, lo que explica su nombre: “Soy un robot amigable con el medio ambiente. Brindo espacios 99,9% libres de virus y bacterias con el uso de lámparas de luz ultravioleta de última generación. Mi tarea es reducir la propagación de enfermedades infecciosas, ocasionadas por microorganismos mediante la descomposición o rompimiento de la estructura de ADN y ARN. Complementando los procedimientos de limpieza, esterilización y desinfección tradicionales”.

En palabras más sencillas, los rayos ultravioleta de las lámparas de DID, que son los mismos que emite el sol, eliminan los virus, bacterias y hongos y así evitan que entren al cuerpo humano y lo enfermen. “La posición de las lámparas permite una cobertura de 360 grados y logra desinfectar lugares que normalmente permanecen sucios porque son difíciles de limpiar para una persona”, explica Valencia. Estos rayos ultravioleta pueden ocasionar lesiones en la piel y en la vista de los seres humanos. Por eso, DID funciona con un control remoto con tecnología de dron, que permite manejarlo a la distancia. En el hospital público del Valle, por ejemplo, hay dos robots para desinfectar las distintas zonas que se utilizan en la noche, cuando ya no hay pacientes ni médicos.

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Artículos e investigaciones científicas, que usó el equipo de Octupus durante el desarrollo del robot, demuestran que los procedimientos de limpieza, esterilización y desinfección tradicionales no son suficientes para reducir los virus. “Se estima que solo el 60% de las superficies contaminadas son tratadas con éxito luego de procedimientos mecánicos”.

El robot, que puede desinfectar una zona de 60 metros cuadrados en 10 minutos, también está en hoteles, universidades, centros de convenciones y empresas con muchos trabajadores. “DID entra a las habitaciones de los hoteles a hacer su trabajo antes que el personal de aseo. Con eso, hemos logrado reducir mucho las enfermedades y los índices de deserción laboral de las personas encargadas de la limpieza que tenían muchos problemas de salud”, cuenta Valencia orgullosa. Algunos de los virus y bacterias que DID logra descomponer son Escherichia Coli, Estafilococo Coagulasa o SARS-COV 2. Valencia explica que la esterilización y desinfección del aire y los objetos de un espacio son “una pieza clave de los programas de prevención y control del COVID-19 y otras enfermedades prevenibles”.

La directora de Octopus, que tiene una especialización en Diseño Humano de la Universidad de Stanford, es la mujer con más patentes en el Valle del Cauca. “Me defino como inventora. En el centro tecnológico hemos desarrollado más de 150 inventos que usan la tecnología para ayudar a la gente a vivir mejor”. Valencia fue el cerebro detrás de un simulador de vuelo, diseñó un carro eléctrico colombiano y creó manos biónicas y prótesis. “Ahora estamos trabajando en un robot parecido a DID, pero que desinfecte los aviones después de cada vuelo, porque ahí está la mayor proliferación de virus en el mundo. Ya 17 aerolíneas nos han dicho que están interesadas”, dice Valencia. Y concluye: “Desde niña mi papá me impulsó el amor por la tecnología, necesitamos más mujeres científicas e ingenieras en el mundo. Por cada 100 hombres, solo hay dos mujeres en este entorno. La diferencia es alarmante”.

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Sobre la firma

Juan Miguel Hernández Bonilla
Periodista de EL PAÍS en Colombia. Ha trabajado en Materia, la sección de Ciencia de EL PAÍS, en Madrid, y en la Unidad Investigativa de El Espectador, en Bogotá. En 2020 fue ganador del Premio Simón Bolívar por mejor reportaje. Estudió periodismo y literatura en la Universidad Javeriana.

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