La política exterior que incomoda a Podemos
Francia, Venezuela o Grecia complican el discurso internacional del partido de Iglesias
Podemos ha respirado con alivio tras el fracaso de Marine Le Pen en su intento de llegar al Elíseo. Por su oposición a la candidata del Frente Nacional, pero también consciente de que una victoria de la ultraderechista le habría puesto en el foco de las críticas por su discurso tibio sobre el voto a Emmanuel Macron. El partido de Pablo Iglesias ha llamado a votar contra Le Pen pero sin pedir el voto por el centrista, después de que las bases de su partido hermano francés, Francia Insumisa, decidieran mayoritariamente optar por la abstención o el voto en blanco. El apoyo a Mélenchon ha situado a Podemos al final en un terreno incómodo, como le sucede con otros de sus referentes internacionales, como Syriza, y la sombra de su vinculación con Venezuela. El partido trata de dar un menor protagonismo a la política exterior, que le resulta en parte problemática.
Podemos ha tenido que esforzarse en marcar distancias con Le Pen, tras los recelos que ha despertado su crítica casi equidistante a ambos candidatos. “Podemos es un partido claramente antifascista”, subraya a EL PAÍS el secretario de Europa y eurodiputado de Podemos Miguel Urbán, que carga las tintas también contra Macron. “Nosotros no estamos equiparando, pero decimos que una cosa posibilita la otra. Que las políticas neoliberales son la gasolina política del éxito electoral de la extrema derecha. Vamos a combatir tanto al liberalismo como al fascismo”, incide.
Las presidenciales francesas han resultado en parte molestas para Podemos, pero el caso de Grecia es el paradigmático de cómo una de sus principales alianzas internacionales ha terminado por ser incómoda para su política interna. Tras celebrar la victoria de Syriza en enero de 2015 —Iglesias participó en el mitin de cierre de campaña de Alexis Tsipras— y reivindicar su “estrecha relación política” con el partido antiausteridad, Podemos ha pasado a rehuir el ejemplo griego. “No ha habido un debate sobre si Syriza es nuestro referente o no, pero yo a título personal apoyo a Unidad Popular”, afirma Urbán, con asiento en la Ejecutiva por el sector Anticapitalista. El golpe de Syriza fue muy duro para Podemos, “porque ningún Gobierno europeo ha estado tan cerca de plantear una alternativa en la UE y al final no pudo”, reflexiona Héctor Sánchez, investigador del CIDOB. La consecuencia es que “Podemos ha intentado alejar el tema de Europa del centro del debate, priorizando la agenda doméstica sobre la europea”.
Pero Venezuela es su gran punto débil. El partido se resiste a criticar la deriva del Gobierno de Nicolás Maduro, y nunca ha condenado la existencia de presos políticos en ese país. ¿Los hay? “Depende”, contesta Urbán. “Lo dejó muy claro el señor [José Luis Rodríguez] Zapatero. Nosotros lo hemos dicho muchas veces, que lo que queremos es que la gente pierda en las urnas. El señor Zapatero dijo que no que había que entrar en si hay o no presos políticos”, asegura. En las votaciones en el Parlamento Europeo, Venezuela es el asunto que más ha separado a Podemos del resto de formaciones españolas (nunca ha votado a favor de condenar los presos políticos) pero no es el único caso. Sus eurodiputados se han apartado de la mayoría también al oponerse a los acuerdos comerciales CETA y TTIP, y en la votación del presidente del Parlamento Europeo, en la que se abstuvieron para no apoyar ni al candidato del PPE ni al de los socialdemócratas. Podemos se abstuvo en la resolución con las líneas rojas sobre el Brexit y se opuso a una resolución crítica con Rusia, informa Lucía Abellán.
Con los populismos, también con los de derechas, Podemos comparte rasgos en política internacional, analiza el investigador principal del Real Instituto Elcano Ignacio Molina: ser “moderadamente crítico con la UE, sin llegar a ser euroescéptico, moderadamente contrario a la globalización, sin llegar a caer en el proteccionismo, y una actitud equidistante en el conflicto de Ucrania, sin llegar a ser proruso”, explica. Eso sí, “con los populismos de derecha está muy lejos en temas migratorios o multiculturales”, reflexiona el politólogo.
Ahora bien, "en el espectro de la familia de los partidos populistas, probablemente Podemos sea el que tenga un programa exterior menos definido. Su política internacional es secundaria y ambigua", subraya el investigador del Instituto Elcano. A diferencia de los populismos de derechas, que sitúan el "enemigo del pueblo" en el exterior, apuntando a los inmigrantes o la UE, y de los de izquierdas, que señalan a Merkel o la Troika, para Podemos el enemigo está dentro de las fronteras: la "casta" o la "trama". "Merkel no aparece en el Tramabús", ejemplifica el experto.
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