Ellas paren, ellas lo pagan caro
Las mujeres asumen aún casi todos los costes laborales, familiares, sociales y personales de tener descendencia
En el trabajo, en la casa, en la calle, en su propio pellejo. Las mujeres pagan todavía en 2017 casi en exclusiva los peajes de traer hijos al mundo en España. La maternidad frena, limita y lastra a las mujeres mucho más que a los hombres, según constata el 70% de los 8.500 padres y madres encuestados en el estudio Maternidad y trayectoria profesional elaborado por la escuela de negocios IESE en colaboración con la firma de nutrición infantil Ordesa. Nada nuevo sobre la mesa. Lo inédito es que ellas y ellos están de acuerdo en denunciar el desequilibrio. Y en que es urgente corregirlo para posibilitar la conciliación y fomentar la natalidad, estancada en 1,33 hijos por mujer, por debajo del nivel de reposición de la población, desde hace dos décadas.
El 53% de las mujeres consideran que ser madres les ha impedido una mayor proyección profesional. El 60% estima que, pese a trabajar ambos a jornada completa, tiene poco apoyo de su pareja varón, que goza de una situación de ventaja en las tareas domésticas y de crianza afianzada por la costumbre y la tolerancia social, los llamados micromachismos de la vida cotidiana. El 70% se confiesan sobrecargadas de trabajo dentro y fuera de casa. El 90% denuncia la falta de flexibilidad en las empresas para conciliar. Y el 97%, que las ayudas públicas a la maternidad son escasas o insuficientes. Así, extraña poco que más de la mitad de las mujeres reconozca haber tenido menos hijos de los que quería y que una de cada cuatro renuncie a ser madre.
Ellas ponen la lavadora (92%), ellos menos, o nunca, o se dedican a tareas más "gratificantes", como llevar a los niños al parque. Ellas ven retrasada, interrumpida o segada su promoción laboral por ser madres, ellos menos, o nunca. A ellas les preguntan si van a ser madres en las entrevistas de trabajo (45%); a ellos, menos, o nunca. Ellos casi siempre dicen sí a los ascensos, duden o no de sus capacidades. Ellas, muchas veces dicen no porque, además del de cristal, impuesto desde fuera, se autoimponen el propio techo de cemento: el no valgo, el no sirvo, el no llego, que ellos ni se plantean. Y, aunque tanto ellas como ellos reconocen en el 40% de los casos que sus empresas disponen de opciones de flexibilidad para facilitar la conciliación, opinan que hacer uso de ellos puede traerles consecuencias negativas.
Las autoras del estudio, Nuria Chinchilla y Esther Jiménez, no dudan en hablar de "acoso laboral a la maternidad" al referirse a la percepción de las encuestadas de que, en muchas ocasiones, pese a la existencia de medidas de conciliación, decidir ser madre se paga cara en el trabajo. El 47% de ellas dice tener que "trabajar más duro". Algunas, relatan haber sido relegadas o invitadas a cubrir destinos menos atractivos con el señuelo de poder disfrutar de horarios más racionales. Y el 20% denuncia, directamente, que no se ha podido reincorporar a su puesto de trabajo tras la maternidad. Y todo, pese a que ellas están mejor formadas que ellos en un 70% pero cobran menos en un 54%.
Pese a las leyes, hay una percepción real de de acoso laboral a la maternidad
Tras constatar la brecha entre los costes de la maternidad y la paternidad en España, las autoras sugieren una batería de medidas para eliminarla o, al menos, paliarla. Frente a la tarea a largo y medio plazo de educar a los niños y niñas en la igualdad y la corresponsabilidad en casa y en el trabajo, proponen unas acciones de choque que desean trasladar a partidos políticos, instituciones y a las partes directamente implicadas: padres y madres. La ampliación de las bajas maternales -y paternales- a un año, el cambio del uso horario, la reducción de la pausa de la comida a una hora como máximo y el adelanto de la prime-time de televisión, entre otras. "Igual que se acabó con el tabaco en sitios públicos, se puede acabar con la irracionalidad de los horarios comerciales y televisivos, solo hace falta valentía y apuesta política", afirman.
Sobre el equilibrio y el reparto de tareas intramuros, apelan a la evaluación negociación permanente entre la pareja, "sabiendo que un asunto tan arraigado no se soluciona por decreto ni en un tiempo determinado". Y sobre la actitud de las mujeres ante el actual estado de cosas, les sugieren cierta dosis de rebeldía y de arrojo. "Alguien tiene que ser el primero, bueno, la primera", dice Chinchilla. "Se puede, por ejemplo, decir siempre que no cuando te pregunten en una entrevista de trabajo si vas a tener hijos. Hay que rebelarse en la medida de lo posible. Hacer haciendo. Sirviendo de ejemplo. Para las empresas, la conciliación es cada vez menos una opción si quieren captar, retener y fomentar el talento femenino. Está en juego el futuro de todos. O fomentamos la cultura del cuidado y la conciliación, o las personas acaban quebrándose, al final se quebrará el sistema y todos perdemos".
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