José Antonio Alonso, ejemplo de juez equilibrado y honesto

En la madrugada del pasado día 2 de febrero falleció nuestro compañero José Antonio Alonso Suárez a los 56 años. La enfermedad se hizo presente en el último año de su vida y nos ha dejado en plena madurez. La muerte ha llegado sin pedir permiso, truncando una vida muy valiosa y dejando un vacío irremplazable en su familia, amigos y compañeros.

Durante estos últimos días hemos leído en la prensa distintas informaciones y artículos en los que se ha puesto de relieve su notable trayectoria política. Fue ministro de Interior, de Defensa y portavoz parlamentario del PSOE hasta que abandonó la política por razones personales. Pero José Antonio, antes que político, era juez y me gustaría en estas breves notas destacar su trayectoria judicial.

Ingresó en la carrera judicial con 25 años y estuvo destinado en los juzgados de Torrelavega, Santoña, Pamplona, Las Palmas de Gran Canaria y Madrid. Cuando abandonó la actividad política se incorporó a la sección 29ª de la Audiencia Provincial de Madrid hasta su fallecimiento.

En la política judicial tuvo también un protagonismo destacado. Fue portavoz de la asociación profesional Jueces para la Democracia y vocal del Consejo General del Poder Judicial (2001-2004) a propuesta del Congreso de los Diputados.

He compartido con él los últimos tres años de su vida profesional. Formábamos parte del mismo tribunal, nos veíamos con frecuencia y cada jueves nos reuníamos para deliberar los asuntos. Ha sido una experiencia muy grata. Era un jurista entregado y capaz. Analizaba cada asunto con profundidad, no descuidaba los detalles y nunca abordaba los casos desde la rutina o el desinterés. Su formación jurídica era de gran solidez.

Estos días he recordado muchos de esos momentos compartidos con él. Siempre me sorprendió que trataba de comprender las razones que habían llevado a la persona a cometer el delito. Ese intento de representarse al otro, de descifrar las razones de su conducta no era sino una búsqueda de la respuesta correcta, de la solución más equilibrada y honesta. Ese esfuerzo distingue al buen juez y José Antonio lo era, nunca dejó de buscar la justicia.

Las deliberaciones no se limitaban a la discusión de los asuntos. Hablábamos de lo divino y de lo humano. Era un hombre culto y reflexivo. Siempre se expresaba desde la moderación y desde la razón y no se permitía un comentario desagradable de nadie. Su pasión por lo público estaba siempre presente y aunque había dejado la política activa, nunca dejó de interesarle.

Dejó atrás el esplendor del poder político sin resentimiento y sus últimos años en la Audiencia Provincial de Madrid los vivió desde la sencillez más absoluta. Estaba entregado a su hijo, del que nos hablaba a menudo con orgullo.

La primera impresión era la de un hombre serio, algo distante, pero era una falsa apariencia que se disipaba nada más conocerle. Era cercano, amable y jamás mostró altanería o displicencia hacia los compañeros.

En la enfermedad ha sido un ejemplo. Esa difícil experiencia la afrontó con entereza y desde la esperanza. Trabajó hasta los últimos días, hasta que las fuerzas le abandonaron definitivamente.

Nos ha dejado un buen amigo y una buena persona, y queremos dejar testimonio de su compromiso con la justicia y de nuestra gratitud y reconocimiento. Descanse en paz.

Eduardo de Porres Ortiz de Urbina es presidente de la Audiencia Provincial de Madrid.