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PSOE y PSC analizan el modelo de los partidos alemanes para revisar su relación

Los socialistas catalanes admiten paralelismos, pero subrayan las diferencias entre los sistemas

El PSOE y el PSC han aplazado hasta enero la resolución de la peor crisis de sus 38 años de relación. A la espera del desenlace, uno de los posibles escenarios es el de trasladar a España la relación que mantienen en Alemania la Unión Cristianodemócrata (CDU) de Angela Merkel con la Unión Socialcristiana (CSU) de Baviera que lidera Horts Seehofer. El PSOE solo copiaría de ese modelo que la CSU no está en los órganos de la CDU, lo mismo que pretende para el PSC. Los socialistas catalanes admiten paralelismos, pero subrayan las diferencias.

Miquel Iceta, líder del PSC.
Miquel Iceta, líder del PSC. ALBERT GARCÍA

Los diputados de la CSU comparten con los de la CDU el mismo grupo parlamentario en el Bundestag, como los del PSC con el PSOE en el Congreso. En ambos casos —CSU y PSC— son partidos soberanos, desde el punto de vista financiero, organizativo y programático. Pero la principal diferencia es que los socialcristianos bávaros no están representados en los órganos de dirección del partido de Merkel, mientras que los socialistas de Miquel Iceta sí que están en la dirección del PSOE: en la ejecutiva, en el comité federal y en la cúpula del grupo parlamentario. No así a la inversa: el PSOE no está en los órganos de dirección del PSC.

Otra de las grandes diferencias es que la CSU gobierna desde hace casi cuatro décadas en el territorio de Alemania que menos voluntad secesionista tiene, mientras que en Cataluña hay un 47,8% de votantes que están por la independencia —según los resultados de las elecciones autonómicas de 2015— y el PSC es la tercera fuerza en esa región.

Pese a los desencuentros entre los dos partidos alemanes, nadie duda de que están condenados a entenderse y que la CSU acabará apoyando la candidatura de la canciller en las elecciones federales de 2017. Algo parecido sucede entre el PSOE y el PSC, que han decidido ir juntos al diván y decidir si revisan el marco de relaciones de 1978, si bien ambas partes dan por hecho que el entendimiento se producirá. Los enfrentamientos entre CDU y CSU no son nada nuevo. Son legendarias las peleas de Helmut Kohl y Franz Josef Strauss en la década de los setenta, de igual manera que el PSOE liderado por José Luís Rodríguez Zapatero y el PSC de José Montilla se distanciaron a raíz de la elaboración del Estatut y de la formación del segundo Gobierno tripartito en Cataluña.

Unificar el voto

En Alemania, pese a las discrepancias, al final siempre prevaleció el mutuo interés de los dos partidos a los que los alemanes llaman simplemente “la Unión”. Las reglas del pacto están claras: la CDU no se presenta en Baviera, y permite así unificar el voto conservador en torno a la CSU. En el caso español, el PSOE no se presenta como marca en ninguna cita electoral en Cataluña porque su federación catalana es una de las tres fuerzas que se unificaron en 1978 en el actual PSC.

Las tiranteces entre Berlín y Múnich siempre han estado ahí, aunque en el último año se han desbocado. Dos escenas lo reflejan. La primera se produjo en noviembre de 2015, cuando Merkel acudió al congreso de la CSU. Tras un discurso acogido con gelidez por los delegados, Seehofer debía pronunciar unas palabras amables, entregar a la canciller un ramo de flores y poco más. Pero el bávaro comenzó a hilar reproches. De pie y a la vista de todo el mundo, Merkel aguantó durante 15 minutos frases como: “Solo puedo decirte que vamos a tener que seguir hablando”. La cara de Merkel era un poema.

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En el caso de las relaciones entre los socialistas se produjo un incidente menos agrio pero muy sintomático el 21 de julio de 2008, en la clausura del congreso del PSC, al que asistió Zapatero y en el que Montilla, dirigiéndose a él, aseguró: “Los socialistas catalanes te queremos bien, te queremos mucho, pero aún queremos más a Cataluña y a sus ciudadanos, los queremos apasionadamente, nos debemos a ellos”.

La siguiente escena del desencuentro en el caso de los partidos alemanes llegó hace unos días: Merkel, por primera vez en sus 16 años al mando de la CDU, no fue invitada al congreso de la CSU. A pocos meses de las elecciones, no convenía repetir el numerito, pero tampoco fingir una amistad.

Desde las palabras de Montilla en 2008, el PSC ha celebrado dos congresos ordinarios. En el de 2011 no repitió Zapatero y en el de este noviembre no acudió nadie de la gestora del PSOE. Sí es cierto, sin embargo, que en el congreso extraordinario del PSC de 2014estuvieron el entonces líder del PSOE, Pedro Sánchez, y la presidenta andaluza, Susana Díaz, cuando la relación entre ambos era estrecha.

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