Francisco Correa asegura que cobraba comisiones del 3% que se repartía con el PP
El líder de la trama Gürtel confiesa haber financiado campañas electorales de las municipales de 2003
Francisco Correa ha confesado, en la Audiencia Nacional, que cobró sobornos de empresarios a cambio de intermediar en la concesión de contratos públicos a partir de la llegada del PP al Gobierno en 1996 con José María Aznar. El supuesto cerebro de la red Gürtel ha afirmado que se repartió los beneficios de estas gestiones ilícitas —un 2% o 3% de cada contrato— con el tesorero del PP, Luis Bárcenas, quien, según él, le dijo que destinaría los fondos al partido. Correa ha reconocido, además, que regaló dos coches al exalcalde de Pozuelo de Alarcón Jesús Sepúlveda, exesposo de la antigua ministra de Sanidad Ana Mato.
El líder de la trama ha reconocido como ciertos los hechos que relata la fiscalía en su escrito de acusación. Aunque ha advertido de que trataría de “esclarecer algunos hechos” que, según él, no responden a la realidad. De salida, Correa ha admitido que todos los cargos políticos que se sientan con él en el banquillo, excepto el exedil de Estepona Ricardo Galeote, recibieron de su mano las dádivas y sobres con dinero, tal como recoge la fiscalía en su escrito. En esta nómina figuran, entre otros, el extesorero del PP Luis Bárcenas, el exdiputado Jesús Merino, el exconsejero regional madrileño Alberto López-Viejo y los exalcaldes de Pozuelo de Alarcón y Majadahonda (Madrid), Jesús Sepúlveda y Guillermo Ortega. Correa también ha reconocido que entregó dinero a estos dos últimos regidores para financiar las campañas electorales de las municipales de 2003. El PP está personado en la causa como partícipe a título lucrativo, por supuestamente beneficiarse de más de 245.000 de la trama para esa campaña sin saber de la ilicitud del origen de esos fondos.
También ha admitido Correa haber pagado un millón de euros al exconsejero madrileño López Viejo por la adjudicación a la empresa Sufi de la contrata de basuras del distrito madrileño de Moratalaz.
Pese a su espectacularidad, la esperada confesión en el juicio de Francisco Correa, siete años y medio después de su detención en febrero de 2009, tuvo bastante de voladura controlada. Desde los primeros compases del interrogatorio, el considerado jefe de la trama corrupta ha exculpado a los empleados de su grupo de empresas y ha situado indirectamente la frontera de la responsabilidad política en los secretarios generales del PP. Correa, sin citarlo, ha dejado claro que José María Aznar, el presidente del Gobierno y del partido en los años de mayor actividad de su grupo, “no estaba al tanto de los presupuestos” que giraba por la organización de actos y eventos.
También ha sido claro al fijar el límite final de su paso por Génova 13: el año 2004, coincidiendo con la llegada de Mariano Rajoy a la presidencia del partido. Según su versión, fue la “falta de química” con Rajoy de su número dos, Pablo Crespo, antiguo secretario de Organización del PP gallego, la que propició el cese de la relación con el partido a nivel nacional. A partir de entonces, y hasta 2009, el llamado “grupo Correa” de empresas centró su actividad en el PP valenciano.
Durante los años del mandato de Aznar, la sede nacional del partido fue su “casa”, ha dicho Correa. Esa relación, según ha explicado, vino de la mano de Luis Bárcenas, entonces gerente del partido, quien tras más de un año sin darle trabajo, reclamó los servicios de su agencia de viajes para solucionar de urgencia el problema de falta de habitaciones de hotel en un congreso de la Democracia Cristiana.
Servicios económicos
Tras el éxito de esta gestión, ha contado Correa, Bárcenas comenzó a darle más y más trabajos. El encargo crucial fue el primer mitin que organizó la trama, y que, afirmó, sorprendió al entonces secretario general del PP, Francisco Álvarez-Cascos, por lo económico del servicio. Correa ha explicado que la frase que le fue grabada en la que se jactaba de “haber llevado más de mil millones al PP” tenía que ver con que había “ahorrado” ese dinero al partido con sus servicios.
A partir de entonces, trabajando “25 horas diarias” en el partido, Correa se convirtió en un poder fáctico de Génova 13. Por un lado, junto con el secretario electoral Jesús Sepúlveda, se hacía con el monopolio de los actos populares. Correa engrasó esta relación empresarial con el entonces esposo de Ana Mato con numerosos regalos, entre ellos dos coches y celebraciones familiares.
Por otro lado, según su relato, Bárcenas le ofreció trabajar juntos: él pondría sus contactos empresariales y el gerente popular su agenda política para hacer negocios. Correa recibía mordidas, de hasta el 3%, de empresarios que obtenían adjudicaciones de contratos públicos que gestionaba Bárcenas “en los ministerios correspondientes”, lo que supone elevar la responsabilidad al Gobierno de Aznar. Posteriormente, Correa le llevaba el dinero a Bárcenas, que, según aquel, le dijo que lo destinaría al partido. El extesorero del PP, en un receso del juicio, negó haber recibido cantidad alguna por parte del empresario.
Correa, de 61 años, busca con su confesión obtener una rebaja en la petición de 125 años y un mes de cárcel que reclama para él la fiscalía. También trata de retrasar en lo posible un hipotético ingreso en prisión si resulta condenado por el juicio de los contratos de sus empresas con la Comunidad Valenciana para la feria de turismo Fitur, que quedó visto para sentencia el pasado 14 de abril.
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