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“Me dijeron que no denunciara a mi abusador porque era un oficial de buena familia”

Una juez del Supremo pide que se investigue si mandos de la Armada encubrieron la agresión sexual a una marinero

Miguel González
Vista aérea del islote de Alborán, entre la costa andaluza y la marroqui.
Vista aérea del islote de Alborán, entre la costa andaluza y la marroqui. Ricardo Gutiérrez

"El sargento primero le dijo que pensara bien lo que hacía al dar parte [contra el teniente de navío] porque ella era una marinero y el acusado un oficial". Cuando fue trasladada a la base de Rota, "la llevaron a casa del almirante [jefe de la base], contó todo lo que le pasó y le dijeron que tuviera mucho cuidado con lo que contaba porque el procesado era un oficial de buena familia". "No recibió asistencia médica de la Armada cuando la evacuaron de Alborán". "La amenazó el Ajema [Almirante Jefe de Estado Mayor de la Armada] y el almirante [de la base], pero no recuerda su nombre". "No fue al médico hasta el 6 de enero por miedo a las amenazas del almirante".

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Clara Martínez de Careaga, única magistrada de la Sala de lo Militar del Supremo, cree que estas frases, vertidas durante el juicio por la marinero O. C. C. S., víctima de abuso sexual por parte del entonces jefe del destacamento de Alborán, constituyen, de ser ciertas, indicios de un presunto delito de encubrimiento por parte de mandos de la Armada y ha pedido que se remitan al fiscal para ser investigados. Así consta en el voto particular que ha formulado a la sentencia del alto tribunal que el pasado 15 de junio desestimó el recurso del teniente de navío A. del R. P. y confirmó su condena a dos años, siete meses y 15 días de cárcel por un delito de abuso de autoridad, en su modalidad de trato degradante a inferior.

A juicio de la magistrada, "la actuación de los mandos de la marinero, descrita por ella misma, pudiera, de ser cierta, ser constitutiva, al menos indiciariamente y sin ánimo de prejuzgar, de uno o varios delitos contra la Administración de la Justicia Militar". Por ello, "procedería deducir el oportuno testimonio del acta del juicio al efecto de remitirlo al fiscal togado, para la oportuna investigación".

La sentencia del Tribula Militar Central, ratificada por el Supremo, considera probado que, durante la Nochevieja de 2013 y tras una ingesta de alcohol, el oficial al mando del destacamento de la Armada en Alborán, junto a un cabo, dos soldados y dos marineros, fueron a dar un paseo por el islote. Cuando ya habían emprendido el camino de vuelta y aprovechando que una marinero se quedó rezagada con él, el oficial la "agarró por las muñecas para inmovilizarla y le tapó la boca para que no pudiera avisar a sus compañeros", mientras la besuqueaba en el cuello y la cara.

En medio del forcejeo, la marinero cayó al suelo y el oficial se colocó a horcajadas sobre ella y "le agarró la mano izquierda para colocársela sobre su pantalón, obligándole de este modo a tocarle sus genitales". Mientras ella forcejeaba, el oficial la toqueteó por todo el cuerpo, por debajo de la ropa interior a la altura del vientre y la zona del pecho, hasta que la marinero logró huir, emprendiendo él su persecución y acosándola durante toda la noche para que no le denunciara. Como consecuencia de estos hechos, la marinero sufrió trastorno por estrés traumático y diversas lesiones de las que tardó 190 días en recuperarse.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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