Sánchez someterá a la militancia los acuerdos con otros partidos
El secretario general del PSOE adelanta al Comité federal que tratará de formar una mayoría para gobernar
La decisión sobre si Pedro Sánchez solicita el apoyo a su investidura como presidente del Gobierno la tendrán los militantes del PSOE. Fue la carta que el secretario general se guardó para presentar ayer ante el comité federal de su partido, en el que hubo serias objeciones a pactar con Podemos y un profundo rechazo a aceptar el apoyo de los independentistas. El líder socialista someterá a referéndum de los afiliados los acuerdos a los que pueda llegar con otros partidos. Nadie le discutió, sino que se aceptó la participación de la militancia, aunque en privado hubo reproches a Sánchez.
Nada parecía que pudiera alterar el curso del comité federal del PSOE, según el esquema previsto: Sánchez defendería el intento de formar una mayoría parlamentaria para gobernar si Mariano Rajoy y el PP declinan hacerlo; y algunos líderes territoriales insistirían en los límites que debería tener cualquier negociación. El guión se alteró en la noche previa por el desacuerdo sobre las fechas de celebración del congreso del partido. Para los barones de las federaciones más relevantes, por su tamaño y porque sus líderes gobiernan las comunidades, el equipo de Sánchez cedió y para estos se llegó a un punto intermedio. Una hora y media después del horario previsto arrancó la reunión del comité federal, tras una intensa discusión en la ejecutiva a propósito de la fecha del congreso. Quienes se sintieron vencedores no ocultaban su satisfacción.
Igualmente satisfecho, al menos aparentemente, por el tono, y por su sonrisa abierta, tomó la palabra Sánchez, con especial brío, para cumplir con el primer punto del orden del día: Análisis político del secretario general. Hubo muchos aplausos antes de que empezara a hablar, a modo de salutación. Los partidarios quisieron reconfortarlo antes de que empezaran las intervenciones críticas de distintos dirigentes territoriales.
El golpe de efecto lo dejó para el final: “Os anuncio que someteré a la militancia los pactos que puedan alcanzarse, que espero que sean de un gobierno progresista y reformista”. Unos aplaudieron con fuerza, otros con tibieza y con gesto sombrío. El secretario general del PSOE acababa de poner ante sus críticos en la tesitura de oponerse a que sean los militantes quienes avalen o rechacen la propuesta de pactos para su investidura.
Ninguno lo hará. Es más, en todas las declaraciones se aceptó enfáticamente que sean los militantes quienes decidan sobre una situación tan trascendente. Para negar que supusiera una sorpresa, y, por tanto, que Sánchez les hubiera cogido desprevenidos, se trasladó que los principales dirigentes territoriales barruntaban que esa propuesta podía ser lanzada.
Sea o no así, los días anteriores y hasta la víspera, la máxima preocupación de muchos dirigentes territoriales era que el dirigente socialista pudiera tener el apoyo indirecto de partidos independentistas, no ya por la vía de la abstención, sino por ausentarse de la votación en el Congreso. Se referían a Democràcia i Llibertat y a ERC.
“¿Por qué alguien piensa que voy a echarme en brazos de los independentistas o quiero un gobierno de coalición con Podemos?”, preguntó retóricamente Sánchez en la última réplica y cierre del comité federal, tras cinco horas de debate y 40 intervenciones. No todas en contra, ya que encontró el bálsamo de algunos secretarios generales partidarios de que intente la formación de una mayoría de gobierno. Así lo piensa también, Miquel Iceta, primer secretario del PSC y dirigentes de Izquierda Socialista como José Antonio Pérez Tapias.
Tantos criterios en contra escuchó de un acuerdo con Podemos que en su intervención de réplica, a puerta cerrada, dio muestras de que si afronta una negociación con Podemos será duro. “Se van a enterar”, aseguran que dijo.
Antes, a puerta abierta, señaló que hasta ahora Podemos había dado “mal ejemplo” al pedir “sillones, y solicitar un “intercambio de cromos obsceno” en vez de hablar de políticas para los ciudadanos. “El para qué definirá con quién”, señaló Sánchez. Los contenidos de un posible acuerdo y con quiénes se puede compartir es lo que preguntará a los militantes.
Cómo se llevará adelante esa consulta, y si es antes o después de un comité federal, se articulará a partir de la próxima semana si el Rey le hace el encargo. La intención del equipo de Sánchez es que primero opinen los militantes y que después sea ratificado por el comité federal. Esta modalidad no es del agrado de muchos dirigentes territoriales. No les gusta que sus estructuras centenarias sean sustituidas por el asamblearismo, propio de la CUP, según la analogía que empezó ayer a circular entre los contrarios.
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