El PP ante el espejo
Al día siguiente de las elecciones municipales y autonómicas del 25 de mayo de 2015, José Vicente Herrera, presidente de la Junta de Castilla y León en funciones, buen amigo del presidente, al ser preguntado por la candidatura de Mariano Rajoy a las elecciones generales dijo:
-Le diría al presidente mírate al espejo y respóndete a ti mismo...
Esa reflexión viene a cuento estos días. En el extranjero no se explican muy bien qué pasa en España. Más familiarizados con datos macroeconómicos globales, muchos inversores y analistas tienen la sensación de que se les está escapando algo. Sí, se dicen, hasta en Nueva York se llegó el 17 de septiembre de 2011 a emular a los indignados españoles del 15-M al estallar el movimiento Occupy Wall Street, pero por qué este bloqueo político. Y en el Reino Unido, donde los "hispanistas" brillan por su presencia, existe también esa sensación de que tiene que haber otra explicación.
Y haberla, hayla.
Lo que tenemos es una crisis política poselectoral en el umbral de la XI Legislatura que es, a su vez, la continuidad, la catarsis podría decirse, de una crisis reprimida desde los mismos comienzos de la X Legislatura.
A menudo he citado dos escenas, una de Jean-Paul Sartre en su obra de teatro sobre la prensa y la política francesa durante la guerra fría, Nekrasov, y otra, complementaria, de Lewis Carroll en Alicia a través del espejo, para entender la dinámica de la acción de los políticos y especialmente de Mariano Rajoy.
La primera va sobre el engaño y la mentira y es la siguiente.
Georges, uno de los protagonistas, está de pie frente a un espejo.
Sibilot: ¿Qué haces ahí?
Georges: Mis ensayos.
Sibilot: ¿Qué ensayos?
Georges: Me miento a mí mismo.
Sibilot: ¿A ti también?
Georges: A mí en primer lugar. Tengo demasiada inclinación por el cinismo: es indispensable que yo sea mi primer engañado.
Tras obtener el mayor número de votos (28%), el Partido Popular dirigido por Mariano Rajoy parece estar apestado. No puede garantizar su investidura ni en primera votación, por mayoría absoluta, ni en segunda, por mayoría simple.
Tanto es así que puede hablar con naturalidad de su tiempo libre con el falso Carles Puigdemont del programa El matí i la mare que el va parir que le ha llamado a La Moncloa. Una naturalidad que hubiera sido deseable en el rey Felipe a la hora de recibir en audiencia a la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, en lugar del rechazo de La Zarzuela.
¿Por qué ocurre esto?
Según Rajoy porque Pedro Sánchez, el líder del PSOE, busca a toda costa el apoyo de los "independentistas y los extremistas" con el fin de impedir un nuevo gobierno del PP.
¿Y no será más cierto que nadie quiere pactar con el PP por lo que ha pasado durante toda la X Legislatura? ¿No va a ser que los extremistas son Rajoy y el PP?
Rajoy, como resultado del estallido de la Gran Recesión y la gestión del estallido de una burbuja inmobiliaria y crediticia sin precedentes por el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, obtuvo el 44,6 % de los votos. Con esta mayoría del 44,6% contra el 55,4% restante, representada en sus 186 escaños, el PP se hizo con todos los resortes del poder político. Se aseguró la presidencia del Gobierno, la presidencia del Congreso, la presidencia del Senado, la presidencia del Supremo y el Consejo General del Poder Judicial, la presidencia del Tribunal de Cuentas y hasta la presidencia del Tribunal Constitucional recayó, cuando llegó el momento, en un magistrado militante con carné del PP.
A su vez la cúpula de dos salas cardinales, una para el enjuiciamiento de aforados, la sala segunda, la sala de lo Penal del Supremo, y la otra para el control de los actos administrativos del Gobierno, la sala tercera, la contencioso-administrativo, pasaron a ser controladas por magistrados amigos.
Ya desde el primer momento, Rajoy acometió, desde la vicepresidencia, la tarea de "recuperar" RTVE para el partido y el gobierno, convirtiéndola en un aparato al servicio de las necesidades de la nueva tarea de "reconstrucción española".
Rajoy y su partido se embarcaron en una contrarreforma casi religiosa para extirpar las raíces de una España que había sido administrada durante siete años por el PSOE, una contrarreforma cuya hoja de ruta fue trazada ya en la oposición.
Desde el uso del legítimo dolor de las víctimas, del que Rajoy se sirvió para torpedear los intentos de lograr una salida negociada al terrorismo asesino de ETA, a la recogida de firmas contra el Estatut y el boicot a los productos catalanes, o los recursos de inconstitucionalidad contra el citado Estatut, y contra las leyes de aborto y matrimonio homosexual.
Rajoy llegó a La Moncloa para enderezar lo que se había torcido, "españolizar" a los niños catalanes", usar y manipular, si era necesario, ciertas informaciones sobre la corrupción en Cataluña con el fin de criminalizar el soberanismo como arma política para acabar con el independentismo, en fin, poner en valor lo que él llama la "gente decente" o "de bien", llegó para borrar del mapa el interregno que separaba su nuevo gobierno del que había presidido el hombre que le había nombrado a dedo, José María Aznar.
Esta reconstrucción de España fue realizada a golpe de decreto, una conducta más propia del golpismo que del ejercicio de la democracia parlamentaria, sabiendo, además, que una parte de los votos del 20-N eran prestados, es decir, reflejaban la instantánea de un castigo masivo a la política de su predecesor. Con esta mayoría accidental, Rajoy gobernó y vendió su obra de un modo que la escena de Carroll refleja muy bien.
-Aquí tienes una gloria -dijo Zanco Panco
-No sé qué quiere decir una "gloria"-dijo Alicia
-Por supuesto, que no lo sabes a menos que yo te lo diga. He querido decir "aquí tienes un argumento bien apabullante"- sonrió Zanco Panco.
-Pero "gloria" no significa "argumento bien apabullante"-repuso Alicia.
-Cuando yo utilizo una palabra esa palabra significa exactamente lo que yo decido que signifique ni más ni menos- dijo Zanco Panco.
-La cuestión es si puedes hacer que las palabras signifiquen cosas tan diferentes-dijo Alicia.
-La cuestión es, simplemente, quien manda aquí.
Con todo, cuando la contrarreforma podía afectar los intereses de Rajoy y del PP en el bolsillo de los votos, el pragmatismo ideológico oportunista terminaba por imponerse.
El PP no se revolvió con un nuevo texto legal desde el Gobierno contra la bendición constitucional de la ley de matrimonio homosexual que él había rechazado en la calle y recurrido ante el Tribunal Constitucional, y cuando fue menester Rajoy acudió a la boda del ex alcalde de Vitoria, Javier Maroto, vicesecretario sectorial del partido, en septiembre pasado, necesidades electorales con el colectivo gay mediante, sin insinuar una reflexión autocrítica.
Al tiempo, se echó atrás en la ley de interrupción del embarazo, dejando a su ministro Alberto Ruiz-Gallardón en el abismo y boquiabiertos a los colectivos a los cuales había exprimido y movilizado en su día contra el gobierno anterior. En relación con las víctimas del terrorismo utilizadas para desgastar al gobierno anterior, mantuvo su política penitenciaria como si aquí no ha pasado nada e intentó escamotear las sentencias de los tribunales que urgían a adoptar la legislación europea sobre cumplimiento de condenas culpando, ante los ojos de las víctimas, a los jueces de la Audiencia Nacional primero y urdiendo ingenierías jurídicas a través del Tribunal Supremo más tarde para no aplicarlas.
La política de extirpación se aplicó en las filas del propio partido. Uno de los casos "preelectorales" más sonados fue el de la presidenta del PP vasco, Arantza Quiroga, quién, ¡vade retro!, propuso el 6 octubre de 2015 una moción en el Parlamento vasco para crear una ponencia sobre convivencia, en la que se propugnaba la "deslegitimación definitiva del terrorismo".
¿Creía acaso Quiroga que tras la retirada de la ley del aborto algunas semanas antes, el 23 de septiembre, se había abierto una etapa de aggiornamento en el PP por el cual ciertos temas dejaban de ser tabú?
¿Cómo "hacerle esto" a lao familiares de las víctimas...a las que tanto había utilizado el PP?
No. Fue fulminada casi al amanecer.
En su reconstrucción de la España "como debe de ser", Rajoy tenía un talón de Aquiles: la corrupción. Mientras aplicaba el programa económico que le exigían desde Bruselas, Francfort y Washington, la corrupción no atraía la atención en el extranjero.
Pero he aquí que no se trata de la corrupción en general de su partido.
La contabilidad B del PP administrada por Luis Bárcenas y Álvaro Lapuerta, iniciada por el entonces gerente Bárcenas en abril de 1990, es una radiografía de rayos X del PP. Anotaba treinta y cinco apuntes con pagos a Rajoy por el equivalente 322.000 euros a lo largo de muchos años, incluidos aquellos en los que había sido ministro. Y los pagos en negro con los que se habían sufragado las obras de rehabilitación de la sede del partido en la avenida de Génova de Madrid alcanzaban también a la planta séptima (505.000 euros según los autos de dos jueces de instrucción), esto es, al despacho de Rajoy, la sede en la que el presidente del PP y entonces secretario general, Ángel Acebes, habían saludado, en presencia de Bárcenas, al arquitecto responsable de las obras y de la facturación en negro, Gonzalo Urquijo.
¿De donde procedía el dinero? De los donativos ilegales de empresas, constructoras en su mayor parte, que eran fraccionados por Bárcenas&Lapuerta para violar la legislación vigente sobre financiación de los partidos.
El intercambio de sms, al menos de los conocidos hasta ahora, entre Rajoy y Bárcenas, entre mayo de 2011 y marzo de 2013, reflejan precisamente, ese talón de Aquiles personal.
Rajoy se abrazó a una política económica que le proporcionaba apoyo de las grandes empresas españolas y la elite dominante en la zona euro. Pero el precio a pagar por ese respaldo y cariño cuyo objetivo era mostrar que España no era Grecia, ni lo sería nunca, ley mordaza preventiva mediante, a cambio de cierta permisibilidad con el incumplimiento de la austeridad fiscal, fue la reforma laboral sin complejo, con su objetivo de devaluación interna, y los recortes del Estado de Bienestar, una fórmula que condujo a la agudización sin precedentes de la desigualdad social. Su rostro es la pauperización de los trabajadores y las clases medias.
Mantiene Rajoy su pretensión de continuar, ahora no con el 44,6 de los votos, a espaldas y contra el 55,4%, sino con el 28%, y contra el 72%, con su política. Sí, continuar ahora "contra los separatistas y los extremistas"
¿No ha nombrado acaso con ese 28% a Pio García Escudero presidente del Senado, un hombre que también figuraba en los papeles de Bárcenas cobrando en negro, hecho que reconoció ante el juez Pablo Ruz al tiempo que manifestó ignorar que debía abonar los impuestos correspondientes, un hombre que, como fue el caso de Rajoy, no dimitió de su cargo al publicarse los papeles de Bárcenas?
Todo esto, pues, ha colocado a Rajoy y al PP en su sitio.
Quién siembra vientos... ¿no recoge tempestades?
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