Próxima estación: referéndum
El independentismo está aquí, guste o no, y saldrá reforzado de las elecciones
En democracia, las elecciones siempre son clarificadoras. Ofrecen un retrato preciso de la realidad política. Las elecciones catalanas del próximo domingo consagrarán al independentismo como principal proyecto político en Cataluña. Evidentemente, la significación del resultado no será la misma según se sitúe en la banda alta o en la banda baja de las expectativas que las encuestas dan al bloque soberanista, pero esto ya son consideraciones para el día después, con los resultados en la mano.
Lo cierto es que por primera vez un proyecto por la independencia, con hoja de ruta incluida, se presenta a unas elecciones en Cataluña y que Junts pel Sí será la primera fuerza con amplia ventaja sobre la segunda. ¿Por qué se ha llegado hasta aquí? Esta es la pregunta que los dirigentes de los partidos y las instituciones españolas no se han querido plantear. Urge renovar los instrumentos de análisis sobre Cataluña. Da la impresión de que se parte todavía de las viejas claves del pujolismo, dando por supuesto que tarde o temprano los soberanistas bajaran exigencias y pasarán por taquilla. A estas alturas repetir una y otra vez apelaciones al seny catalán, como si los tópicos más gastados aportaran conocimiento, es haber perdido el pulso de una sociedad en tránsito. Se ha practicado la ley del mínimo esfuerzo, negando el problema por dos vías: minimizándolo, dando por supuesto que era una exaltación pasajera y decaería por sí sola; declarándolo ilegal, como si por el hecho de no ser legal ya dejara automáticamente de existir.
Pero el independentismo está aquí, guste o no, y saldrá reforzado de las elecciones. Seguir negándole el derecho a existir, significa negar el reconocimiento a cerca de dos millones de ciudadanos. La buena política empieza por asumir la realidad tal como es. Y ese principio obliga a ambas partes. El bloque independentista debe ser consciente de la relación de fuerzas. Debe saber que no dispone de capacidad legal coercitiva suficiente para imponer una ruptura unilateral. Por tanto, deberá pensar en seguir ganando apoyos, porque su fuerza está en alcanzar una mayoría incuestionable. Y en este camino, el referéndum es la apuesta que más adhesiones genera en la sociedad catalana. Por su parte, las instituciones españolas deberán dejar de parapetarse en la ley y en las consignas. Y afrontar el problema de fondo: el reconocimiento de Cataluña como sujeto político pleno. Y ambos caminos solo pueden encontrarse en un punto: el referéndum. Lo demás es ir al enfrentamiento y a la gran crisis, con altos costes para todos. Con una parte poniendo en marcha la capacidad represiva del Estado, confiando en que los catalanes se asusten y claudiquen; y, la otra, esperando que el lío sea tan monumental que Europa se vea obligada a intervenir.
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