Los barones del PSOE, abocados a pactar su investidura con Podemos
Los socialistas advierten que no aceptarán el apoyo de Iglesias “a cualquier precio”
El PSOE y Podemos afrontan las elecciones autonómicas y municipales del 24 de mayo con un planteamiento estratégico que, a pesar del choque frontal que buscan trasladar a los electores, les aboca al diálogo e incluso al pacto explícito o tácito para decidir quién gobierna.
Así será si la realidad de las urnas refleja la fragmentación que arrojan las encuestas. Ahora bien, el entusiasmo por ambas partes es más que limitado, según se desprende de los testimonios recogidos por este periódico. Los candidatos autonómicos del PSOE recalcan que no pretenden gobernar con Podemos pero se preparan para tener que recibir su apoyo, para sus investiduras. En esa realidad el partido de Pablo Iglesias tendrá que decidir “si permite que gobierne el PP o que lo haga un socialista”, señala un barón territorial socialista. Y dirigentes de Podemos como el propio Iglesias o su número dos, Íñigo Errejón, dejaron claro que su partido “no facilitará Gobiernos del PP”. Mientras tanto, la cúpula de ese partido es consciente de que debe hacer equilibrios entre el mensaje de renovación, que le ha valido la mayoría de sus apoyos, y el de responsabilidad institucional necesario para permitir estabilidad. La dirección rechaza ser una fuerza bisagra, pero quiere que su estrategia sea decisiva en el tablero político.
Los pactos, no obstante, serían para la investidura del presidente pero no para formar Ejecutivos, anticipan diversos candidatos socialistas. Incluso para obtener ese apoyo hay precisiones. “Puede haber entendimiento pero no a cualquier precio; no estoy dispuesto a ser presidente a cambio de peajes”, precisa a EL PAÍS, el candidato a la presidencia de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page. Más resquemores, y más explícitos, presenta el presidente del Principado de Asturias, Javier Fernández. “Veo muy difícil dialogar con quien dice que él es pueblo y yo soy casta; qué él es decente y yo no; y que presenta al adversario político como indigno de ser elegido por los ciudadanos”. Con este panorama es superfluo hablar de pactos cerrados. El ejemplo para todos está en Andalucía; ese es el camino. Susana Díaz deja claro que “solo pide” que faciliten su investidura y no otra cosa. Esto es lo que empieza a discutirse por los socialistas con todos los grupos andaluces desde hoy. La dirección federal que dirige Pedro Sánchez acepta esta situación con la certidumbre de que sus candidatos actuarán con “responsabilidad”.
El candidato socialista a la comunidad valenciana, Ximo Puig, señala: “Nunca haremos pactos a cualquier precio que pongan en peligro el futuro de los ciudadanos”. “El PSOE”, añade, “tiene vocación de mayoría y, por tanto, de gobierno y en esa línea actuaremos”.
Todas las conversaciones y acciones de unos y otros se ven condicionadas por la cercanía de las elecciones generales. Los actores políticos temen que los acuerdos que puedan establecer les perjudiquen cuando se vote para las elecciones generales y se elija al gobierno de la nación. Podemos y Ciudadanos no quieren arrojarse en brazos de PSOE o PP de manera abierta. Aun así, tendrán que pronunciarse cuando llegue el momento de “facilitar gobiernos del PP o del PSOE”. Las opciones que sumen pueden ser las de PP con Ciudadanos; o la del PSOE con Podemos e IU; o con Comprimís en el caso de la Comunidad Valenciana. Otra variable se daría si en alguna comunidad fuera Ciudadanos quien facilitara la investidura al PSOE. Pero las opciones más factibles son la clásica, opción de derecha o de izquierda, según señalan interlocutores de la campaña del candidato a la presidencia madrileña, Ángel Gabilondo. Sobre este caso se construye la pregunta: “¿Podemos va a facilitar que gobierne Cristina Cifuentes del PP o Ángel Gabilondo que no es precisamente casta?”. El respeto que el candidato de Podemos a la Comunidad, José Manuel López, le tiene a Gabilondo puede resultar clave. Además, el propio líder regional del partido, Luis Alegre, reconoce que “Gabilondo no es casta”. ¿Se va a oponer Pedro Sánchez a que salga elegido Ángel Gabilondo por el apoyo, directo o indirecto de Podemos, y que sea Cifuentes la que gobierne con Ciudadanos? Seguro que no, se aventuran a adelantar. En la dirección federal entienden que después de las elecciones del 24 de mayo empezará donde sea posible la preparación de las investiduras de sus presidentes.
El calendario electoral ha hecho que tengan que tomar posiciones antes de las elecciones generales del próximo otoño. No hay tiempo ni tregua. Los dos partidos preparan una dura competición, pero asumen que deben conocerse —las relaciones formales han sido hasta ahora prácticamente nulas— para jugar mejor sus cartas. El PSOE ha pasado de ignorar a la formación de Iglesias al ataque, aunque también a interesarse por sus líderes. Podemos sigue considerando al PP su principal rival en las urnas, pero sabe que de las relaciones con el PSOE depende buena parte de su proyecto político a corto plazo, que consiste en formar o condicionar un Gobierno tras los comicios territoriales. Y, mientras los socialistas aspiran a quedar por delante para que sea Iglesias quien tenga que decidir, este tampoco descarta acuerdos con el PSOE aunque los supedita a cambios reales de sus políticas. En público, no habrá palabras amables. Y no es tanto como se expresa Iglesias sino como lo hacen los líderes de Podemos en regiones y provincias. El PSOE tampoco está por agradar a Podemos en ninguna parte. “Pido a Pablo Iglesias que no deje hacer el programa fiscal de Podemos a Juan Carlos Monedero”, clamó ayer Pedro Sánchez. PSOE y Podemos se disputan la primera posición en el ámbito de la izquierda. El orden sí importa para condicionar quién apoya a quién.
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