El atracador de Vigo intentó huir con más de 120.000 euros en un bolso
El subinspector herido sigue en coma inducido con graves daños en un pulmón
El alias de El Escayolista era habitual en los atestados policiales de los años 80 en Vigo, que recopilaron varios robos con violencia y algún episodio de tráfico de drogas a pequeña escala. El nombre de Enrique Lago Fariñas, vigués de 50 años cumplidos el pasado 11 de noviembre, tuvieron que buscarlo los investigadores en los archivos manuales porque su vieja ficha no está en los ordenadores. Desde que salió de prisión en julio de 1994, la policía no volvió a saber de él. El director de la cárcel de Vigo entonces, Jesús López, lo recuerda como “un tipo gris, solitario, que no hacía pandilla y apenas se relacionaba”.
En su reaparición en la sucursal de Abanca en el barrio vigués de O Calvario el mediodía del viernes, El Escayolista recuperó las viejas formas de los asaltantes de hace tres décadas, cuando el dinero electrónico apenas circulaba y las sucursales aún manejaban grandes cantidades de efectivo. Un atraco a la vieja usanza utilizando toda la violencia posible para lograr el botín. El atracador lo advirtió, según el personal de la oficina, al llegar al mostrador con la disculpa de cambiar cuatro billetes de 50 euros por otros más pequeños: “Vengo preparado para matar, si os portáis bien no os pasará nada”. No tenía nada que perder. Según fuentes de la investigación, se trataba de un empresario arruinado con una enfermedad terminal.
Tras esperar varios minutos a que se abriera la caja de seguridad, introdujo en un bolso que llevaba bajo la chaqueta más de 120.000 euros según fuentes de la investigación. Entonces vio a un policía por la ventana y decidió utilizar a la subdirectora de la sucursal como rehén en su huida.
"Vengo preparado para matar"
El asaltante de la sucursal de Abanca en el barrio vigués de O Calvario, portaba además de una pistola 9 milímetros parabellum con tres cargadores llenos de balas, otra de descargas eléctricas y bridas para atar al personal de la oficina. Así lo aseguró en una entrevista a Faro de Vigo, Begoña Soage, una de las cuatro trabajadoras que estaban en la sucursal durante el robo.
Esta mujer, que ha vivido ya 34 atracos como empleada de banca, aseguró que el ladrón amenazó con matarlos si no seguían sus instrucciones. “Os voy a atracar, me llevo todo el dinero, si os portáis no pasará nada pero yo vengo aquí preparado para matar”, reproduce la testigo las palabras del atracador”. Soage asegura que el asaltante decidió usar a una de sus compañeras como rehén en la huida cuando comprobó que fuera le esperaba la policía. Que nada más salir realizó un tiro al aire y vacío el cargador contra los agentes.
A la salida le estaban esperando cuatro policías. Vanessa Lage, de 36 años, la agente fallecida, intentó tranquilizarlo según contaron ayer varios de sus compañeros en la capilla ardiente. “Cálmate, no pasa nada”, le dijo para intentar mantener una negociación. Pero el atracador realizó un primer disparo al aire y abrió fuego contra Vanessa y el subinspector Vicente José Allo. Ahí empezó una carnicería. Más de treinta disparos cruzados durante cerca de dos minutos, contaron los testigos. El resultado es conocido: la agente de policía y el atracador, muertos; el subinspector, herido grave con cinco disparos en el torso y la empleada de Abanca herida de bala en un brazo.
Según el parte médico divulgado ayer por Europa Press, el policía herido está en coma inducido con “lesiones muy graves” y un “pulmón muy dañado”. Fuentes policiales aseguraron ayer que la actuación del asaltante al verse sorprendido por los agentes fue suicida, que no tuvo la menor intención de negociar. "No llevaba el arma para intimidad sino para usarla, iba a lo que iba, o le salía bien o le daba todo igual”, aseguró ayer el portavoz de la Unión Federal de Policía, Agustín Vigo.
Ayer varias patrullas registraron la casa del ladrón en el barrio vigués de Cabral, sin que anoche trascendiese nada sobre el material incautado. En la comisaría de Vigo, se instaló la capilla ardiente donde compañeros y amigos de la policía fallecida le rindieron homenaje. El secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez, le concedió la medalla de oro al mérito policial, la mayor distinción. Hoy se celebra el funeral en Guitiriz (Lugo), localidad natal de sus padres. La familia ha pedido que sea un acto íntimo.
Los agentes tiroteados no recibieron chalecos antibalas
El Ministerio del Interior se comprometió ayer a investigar “todos los hechos” relacionados con el tiroteo del viernes en Vigo en el que murió Vanessa Lage, de 36 años, y resultó herido de gravedad el subinspector Vicente José Allo, que sigue ingresado en la UCI de un hospital vigués. Preguntado sobre por qué los agentes de la Unidad de Prevención y Respuesta del Cuerpo Nacional de Policía que llegaron a la sucursal no portaban chalecos antibalas, el secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez, aseguró ayer a las puertas de la capilla ardiente instalada en la comisaría de Vigo que "todos los hechos se van a revisar" dentro de una investigación policial que ya se ha abierto y que será paralela a la que lleva a cabo la Justicia.
Una vez reconstruidos los hechos, "se tomarán las medidas que se tengan que tomar" pero "hoy es el día de otra cosa, del duelo y de acompañar a la familia y trasladarle todo el afecto", afirmó el número dos de Interior, que concederá a la agente fallecida la Medalla de Oro al Mérito Policial. El ministro del Interior, Jorge Fernández, estaba a la misma hora en Barcelona, en el acto del PP en el que intervino Mariano Rajoy.
Fuentes policiales de la comisaría de Vigo aseguraron ayer que la Unidad de Prevención y Respuesta en esa ciudad (de la que formaban parte tanto la funcionaria fallecida como el subinspector que sigue herido grave) no había recibido todavía ninguno de los chalecos individualizados antibalas que el Ministerio del Interior está repartiendo desde 2013, dentro de un plan para dotar de esta prenda hasta 2015 a 21.126 efectivos, de los 70.000 que tiene la Policía Nacional en toda España, incluido el personal de oficinas. Se trata de un chaleco más moderno y ligero (pesa entre 1,3 y 1,7 kilogramos dependiendo de la talla) para llevar bajo la chaqueta y que permite una movilidad que no facilitaban los viejos chalecos exteriores. El reparto de los dispositivos de seguridad que concluirá el próximo año con una inversión global de seis millones de euros empezó por las unidades de seguridad ciudadana, los llamados coches zeta que patrullan las calles. Además de esos nuevos chalecos individuales, en las comisarías siguen existiendo otros más antiguos que los agentes pueden utilizar en actuaciones de riesgo pero que según las fuentes consultadas son de talla única y no garantizan la protección adecuada en mujeres.
Los expertos sostienen, no obstante, que vestir el chaleco no garantiza salir con vida de un tiroteo como el del viernes, puesto que la prenda solo cubre el tronco y no protege de disparos en el cuello como el que presumiblemente recibió la agente fallecida.
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