Susana Díaz renuncia a dirigir al PSOE al no tener garantizada la unidad
La presidenta de la Junta de Andalucía no presentará su candidatura a la Secretaría General
Cumplir con la palabra dada, no defraudar la confianza en su partido, dar “estabilidad política” y mantener intacta la “columna vertebral” del PSOE, es decir, Andalucía. Estas fueron las explicaciones que la presidenta de la Junta y líder de los socialistas andaluces, Susana Díaz, facilitó ayer de su renuncia a competir por la secretaría federal del PSOE en un proceso abierto a todos los militantes. En una entrevista en la cadena SER, Díaz explicó que para dar el salto, con los mínimos riesgos, quería un congreso de “unidad inequívoca”. Esta garantía, solicitada con insistencia por su círculo en los últimos días, no se la podía avalar nadie.
Las razones que más han pesado en su decisión han sido las que, según ella, le han dado estos días los ciudadanos, aquellos que le decían: “Presidenta, quédate, arregla primero esto y luego ya veremos”. También la opinión muy mayoritaria en el PSOE andaluz era contraria a compatibilizar la presidencia del Gobierno andaluz de coalición de PSOE e IU con la dirección federal.
“Como contribuyo a Andalucía, a España y al prestigio de la política es cumpliendo mi palabra”, dijo la presidenta de la Junta, quien recordó su compromiso de dar “estabilidad política a la comunidad más poblada del país en un momento difícil”.
Díaz, fiel a su estilo, sólo comunicó su decisión, tomada entre este fin de semana y el lunes, una vez adoptada. Abortaba así cualquier filtración.
Muy poca gente de su círculo la supo, pero entre ellas estaba el consejero de la Presidencia, Manuel Jiménez Barrios, el secretario de Organización, Juan Cornejo, el secretario general de la Presidencia, Máximo Díaz Cano, y el portavoz del Gobierno, Miguel Ángel Vázquez. Díaz informó también durante el fin de semana a los expresidentes Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero —firmes partidarios del salto a Ferraz— y a sus antecesores Manuel Chaves y José Antonio Griñán —el primero a favor y el segundo rabiosamente en contra—. Pero, además, hubo muchas más llamadas ese fin de semana a personas ajenas por completo al PSOE y que son las que han ejercido mayor presión sobre ella para que diera el paso, según fuentes próximas a la presidenta de la Junta.
Se trata de representantes de altas instituciones del Estado, del mundo empresarial y económico. Estas esferas de influencia ven a Díaz como la más capacitada dentro del socialismo para mantener “la línea de continuidad del PSOE con el pacto constitucional”. Y ello en un momento en que se cruzan la abdicación del Rey, las demandas secesionistas planteadas desde Cataluña y el País Vasco, y el resurgir de la dormida alma republicana del PSOE, una organización donde la influencia del aparato del partido está en cuestión.
Pero en el otro lado de la balanza está Andalucía y el temor de que una marcha de Díaz, como ocurre con las muñecas rusas, abriera un panorama de incertidumbre en la única federación donde los socialistas tocan suelo con los pies y el Boletín Oficial de la Junta con las manos. Díaz aludió a los resultados obtenidos en Andalucía en las pasadas elecciones europeas, en las que sacó 9,3 puntos de ventaja al PP y aportó el 26% de los votos cosechados por su partido en toda España. El PSOE andaluz, dijo, “ha vuelto a ser la columna vertebral aportando un millón de votos y no puedo defraudar a los andaluces que han devuelto” la confianza en su formación.
La andaluza negó que su decisión se haya visto influida por la inesperada participación de los militantes en la elección del secretario general. Defendió esta apertura —“si reclamamos que participen los que están fuera del partido, cómo no vamos a dar voz a quien todos los días trabajan por nuestra organización”, dijo— y aseguró que las primarias para elegir al candidato a la presidencia del Gobierno “se tienen que celebrar” porque así se acordó en la conferencia política del PSOE.
Dos críticas deslizó hacia el secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba. El que este afirmara en dicho cónclave que el PSOE había vuelto —“el PSOE no se puede ir nunca, no tenemos derecho a cogernos vacaciones”— y al instarle a “conducir un proceso orgánico que sea bueno” para el país. “El PSOE no se ha enterado de lo que ha pasado el 25 de mayo, el peor resultado en la democracia y llevamos varias semanas mirándonos al ombligo. Ese es el camino erróneo”, subrayó.
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