La decisión de CiU de abstenerse sobre la sucesión irrita al Gobierno
Los nacionalistas catalanes critican a PP y PSOE por haber pactado en solitario
El Gobierno se ha instalado en una profunda preocupación, indignación y alerta máxima por la posición de CiU, que ha decidido abstenerse en la votación clave del relevo en la jefatura del Estado, la de la ley de la abdicación de Don Juan Carlos. Es una decisión tan simbólica, en el arranque del reinado de Felipe VI, y en una formación que estuvo en el pacto constitucional —al contrario que el PNV— que el presidente, Mariano Rajoy, que no se la esperaba, contestó de forma muy dura.
"Este es un momento muy importante en la vida de la nación española", ha arrancado Rajoy con la mayor solemnidad en una rueda de prensa conjunta con el portugués Pedro Passos Coelho tras la XXVII cumbre luso-española en Vidago. El presidente trasladaba casi una sensación de traición y desmintió la versión de CiU de que se han quedado fuera de las negociaciones. "El Gobierno ha actuado con transparencia y lealtad, informando a todos los grupos políticos. Nadie ha sido ignorado o preterido. Todo el mundo puede tomar su decisión que estime conveniente en base a su historia, a su libertad, a sus propios intereses. Lo único que me gustaría a mí es que en una ocasión como esta no hiciésemos política pequeña".
El Gobierno se siente engañado y está muy molesto porque el lunes por la tarde, un día antes de llevar la ley al Consejo de Ministros, Soraya Sáenz de Santamaría hizo una ronda de portavoces y habló con Josep Antoni Duran, que estaba en Roma. Le leyó la ley por teléfono —es muy sencilla, ni siquiera lleva el nombre del nuevo Rey, entre otras cosas para que pudieran votarla todos— le ofreció enviársela y Duran, según la versión del Gobierno, le dijo que no habría ningún problema para que CiU la apoyara. Al día siguiente este grupo respaldó que se tramitara por lectura única. El Ejecutivo se ha llevado este miércoles una enorme decepción que achacan a una guerra interna en la que Duran ha quedado desautorizado.
Desde Barcelona, CiU contestó con un comunicado que daba cuenta de una reunión entre Artur Mas y Duran, que evidencia esa tensión: "Si bien hemos tenido información del contenido del artículo único del proyecto de ley y del calendario parlamentario siempre ha sido precedido de un acuerdo PP-PSOE. En ningún caso y en ningún momento hemos sido llamados a participar previamente para decidir o configurar el contenido y el trámite legislativo", decía el texto.
Inquietud ante la posible ausencia de Artur Mas
La abstención en la ley de abdicación es, para el Gobierno, un salto cualitativo importante en la carrera hacia el choque de trenes entre el Ejecutivo y la Generalitat. Sin embargo, hay un salto aún mayor: la posibilidad, traslada este miércoles por el propio Artur Mas, de que finalmente el president no acuda al acto de proclamación solemne del nuevo jefe del Estado. Mas argumenta que tiene un viaje a EEUU previsto en esas fechas —de 16 al 21 de junio— y no garantiza su asistencia porque “es complicado desmontar” todas las citas ya programadas allí. La Zarzuela no concreta aún si será el 18 o más adelanta, pero sí aclara que “no se moverá el día” en función de la agenda de Mas.
“No acudir a la proclamación sería una ruptura definitiva e innecesaria, un grave error que le perjudicaría también a él”, resume un ministro. Mas ha dado señales contradictorias. No acudió al debate en el Congreso de la propuesta del Parlament para pedir la potestad de convocar un referendum. Pero sí fue a la capilla ardiente de Adolfo Suárez. Evita incluso saludar a Rajoy cuando acude a Cataluña, pero sí protagoniza sin problemas actos con el Príncipe, que también lo es de Girona. Ahora le toca una decisión clave: estar o no en la proclamación de Felipe VI.
El comunicado explicaba la abstención con un guiño al nuevo Rey: “Esta posición parlamentaria tiene que desvincularse del futuro de la institución de la Monarquía y de su futuro titular, a quien se desea todo tipo de aciertos y éxitos por el bien de la sociedad española y de quien reclamamos —conscientes de sus funciones constitucionales— una especial atención sobre la que es la voluntad mayoritaria de la sociedad catalana —que el Príncipe Felipe conoce suficientemente bien— tanto en lo referente al trato que recibe de las instituciones del estado como el deseo de ser consultada sobre su futuro político".
Nadie en CiU niega la relevancia de una decisión como esta en el arranque de un nuevo reinado, el primero que nace ya en democracia. El propio Mas admite públicamente que el proceso soberanista catalán está llevando la política catalana hacia “territorios desconocidos”. La abstención en la ley de abdicación del Rey es la muestra más evidente de este nuevo camino que ha tomado el nacionalismo conservador, antes comprometido con la estabilidad de España y ahora volcado en la consulta soberanista del 9 de noviembre espoleado por sus socios de Esquerra Republicana. La decisión estuvo precedida por una dura pugna entre Unió y Convergència. Mientras que el entorno de Artur Mas y la mayoría de Convergència optó desde el primer momento por la abstención, Duran, líder de Unió, mantuvo la puerta abierta al “sí” hasta este miércoles. “Duran se precipitó al dejar la puerta abierta a votar la ley”, aseguran fuentes de la dirección de Convergència, que ven la decisión final como un gesto de autoridad de Mas frente a Duran.
Y mientras Rajoy, desde Portugal, contrastaba esa dureza con CiU con un aplauso rotundo a la actitud de Alfredo Pérez Rubalcaba, que ha apostado con claridad por el sí. "El comportamiento de los dirigentes del PSOE y en particular de su secretario general, con el que he hablado en varias ocasiones estos días, ha sido serio, ejemplar, con sentido de Estado y por tanto no tengo la más mínima duda sobre cuál va a ser la posición del PSOE en las próximas fechas”, aseguró. Eso sí, Rajoy quiso descartar la idea de que el Rey haya abdicado precisamente ahora para aprovechar que Rubalcaba es aún el líder del PSOE. “No tiene nada que ver con ese asunto".
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