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El embajador de la marca España

El Rey ha respaldado la expansión internacional de los grupos empresariales Don Juan Carlos ha pedido esfuerzos durante la crisis económica

Miguel Ángel Noceda
Don Juan Carlos con los importantes más importantes de España
Don Juan Carlos con los importantes más importantes de España

“Os pido que arriméis el hombro porque la situación es muy seria”. A finales de marzo de 2012, con el azote de la crisis en toda su virulencia y la amenaza de rescate del país latente, el rey Juan Carlos acudió a la sede de Telefónica para reunirse con el Consejo Empresarial para la Competitividad (CEC). Durante la comida que mantuvo con este selecto grupo de empresarios, que junta una parte importante del PIB y del empleo español, el Rey mostró su obsesión por la crisis, el alto índice de paro, sobre todo juvenil, y la pérdida de competitividad.

El encuentro, que se produjo por iniciativa de la Casa del Rey, respondía a esa preocupación y la búsqueda de soluciones. El Monarca presidió un almuerzo en el que tuvo sentados a su lado a los presidentes del Banco Santander, Emilio Botín, y del BBVA, Francisco González, y en frente al anfitrión, como presidente del CEC y de Telefónica, César Alierta.El Rey preguntó a todos y cada cada uno de los 17 miembros del CEC (ahora son 18) sus impresiones y pidió que le enviaran los documentos que fueran elaborando. Fue como un mandato. De hecho, fue después de esa circunspecta petición cuando el CEC encargó elaborar a toda vela los informes que luego presentarían con unas perspectivas muy positivas y de los que fue el primer receptor.

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El Rey repetiría la visita el 29 de agosto, esta vez con interés en las ayudas al sector bancario, la consolidación fiscal y las reformas estructurales, así como la conveniencia o no de solicitar un rescate a la eurozona. La mayoría de esas empresas son multinacionales y pertenecientes a sectores estratégicos, y el rey sabía a quien se dirigía para dar un impulso a la internacionalización de la empresa y a la recuperación. No es que antes no fuera una de sus preocupaciones, pero la economía pasó a formar parte primordial de la agenda del Rey, que intensificó los encuentros con empresarios, sindicalistas, economistas y sus habituales expertos. Él también decidió arrimar más el hombro con un apoyo más intenso a las delegaciones comerciales, frenadas por sus operaciones.

La figura del Rey siempre ha tenido mucho predicamento entre el empresariado, que se acrecentó tras el intento de golpe de Estado de febrero de 1981. La mayoría de ellos había votado a favor de la Constitución y tras el mensaje del Rey, Carlos Ferrer Salat, presidente la patronal, destacó la tranquilidad que había transmitido al conjunto empresarial. Por eso, el agradecimiento por “los servicios prestados” que dio ayer la CEOE encierran mucho contenido.

En sus 39 años de jefatura, Juan Carlos I se ha preocupado por ser el principal embajador de la economía española y de la Marca España. Su primera mediación fue incluso antes de alcanzar la corona. En 1973, Henry Ford, presidente del grupo automovilístico que lleva su apellido, quería instalar una fábrica en el sur de Europa y España era uno de sus lugares preferidos. Pero tenía dos hándicaps lógicos: la falta democracia y la apertura de fronteras tras la previsible muerte de Franco. El entonces príncipe Juan Carlos le garantizó ambas cosas y Ford decidió instalarse en Zaragoza. Sus palabras inspiraron confianza a Ford, que se lo contaría años después a Jaime Carvajal, que ocupó la presidencia de la filial española y es uno de los íntimos amigos del Rey desde los tiempos del colegio.

Desde el principio, Juan Carlos I ha querido estar en primera línea en las relaciones comerciales y diplomáticas. Se ha considerado el primer vendedor de España por el mundo y, además, le gusta. Esa labor de excelente comerciante ha sido especialmente intensa en las áreas latinoamericanas y árabes, donde Juan Carlos I tiene mucha ascendencia, lo que, por otra parte, le ha supuesto más de alguna crítica por haber fraguado negocios con dictaduras que no respetan, en muchos casos, los derechos humanos. Pero el papel del Rey como impulsor de negocios ha tenido algún borrón, como la polémica generada por el caso Noos, que implica a su yerno Iñaki Urdangarín, o la cacería de elefantes en Botsuana en 2012 le redujo su prestigio y le obligó a pedir disculpas por primera vez. El Rey siempre ha sido un apasionado de la caza y goza de ser una de principales escopetas nacionales. Ha sido habitual en las monterías organizadas por la oligarquía empresarial y política, dentro y fuera de España, en las que ha compartido puesto con muchos empresarios, a veces con algunos que vivían momentos de gloria, caso de Mario Conde, con quien mantuvo una relación cercana hasta el punto de que llegó a presidir su investidura como doctor honoris causa de la Universidad Complutense en un acto en que muchos se arrepintieron después haber acudido.

En cualquier caso, su tarea como embajador ha sido inmensa. En ese sentido, ha intercedido en la consecución de negocios en beneficio de sectores industriales y de servicios y de grandes acuerdos, como el denominado contrato del siglo en Arabia Saudí para la conexión ferroviaria de Medina y La Meca por un consorcio liderado por el grupo OHL, que preside Juan Miguel Villar Mir, un empresario que precisamente no está en el CEC pero que forma parte de los elegidos por el Rey en su nómina de empresarios cercanos.

Villar Mir fue uno de los últimos en recibir un título (el marquesado de Villar Mir) del Rey. Entre la cincuentena de títulos que ha concedido a lo largo de los cuatro decenios de reinado, además del octogenario empresario, aparecen los fundadores de los despachos de abogados Uría Menéndez y Garrigues, Aurelio Menéndez y Antonio Garrigues Díaz-Cañabate; Javier Benjumea (fundador de Abengoa); la empresaria gallega Carmela Arias, condesa de Fenosa; Antón Durán Tovar, que fue presidente de Dragados, y los banqueros Alfonso Escámez, que lo fuera del Banco Central, y José Ángel Sánchez Asiaín, expresidente del Banco Bilbao y del BBV, que además es uno de sus asesores más cercanos en una relación que se agrandó desde la Fundación Cotec dedicada al impulso de la tecnología, la por la que el Rey siempre ha mostrado una preocupación verdadera.

La lista se amplía con José Manuel Lara, fundador de Planeta y padre el actual presidente del grupo; y Guillermo Luca de Tena, presidente de honor de Vocento y que fue presidente y director de ABC, que se sumaron a la lista de nobles de la prensa en la que ya estaba el conde de Godó. El último empresario que recibió un marquesado fue David Álvarez, presidente del grupo Eulen.

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Sobre la firma

Miguel Ángel Noceda
Corresponsal económico de EL PAÍS, en el que cumple ya 32 años y fue redactor-jefe de Economía durante 13. Es autor de los libros Radiografía del Empresariado Español y La Economía de la Democracia, este junto a los exministros Solchaga, Solbes y De Guindos. Recibió el premio de Periodismo Económico de la Asociación de Periodistas Europeos.

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