El machismo rompe la campaña del PP
El debate sobre las declaraciones de Arias Cañete trastoca la estrategia del partido “Si abusas de superioridad intelectual, pareces un machista con una mujer indefensa”
Pocas veces un candidato como Miguel Arias Cañete, al día siguiente de un debate clave como el de TVE del jueves, ofrece en público una muestra de sinceridad tan evidente: “No creo que haya tenido un resultado de 10, pero anoche no era yo. Si soy yo mismo, me temo”. Inmediatamente después de esa confesión, que algunos en el PP interpretaban como una justificación de un resultado del debate peor del esperado, llegó una frase que monopolizó la campaña, hasta el punto de que en el PP temían que pudiera complicar su recta final: “Si soy yo mismo, me temo”, repitió, “porque entraría a matar. El debate entre un hombre y una mujer es muy complicado, porque si haces un abuso de superioridad intelectual, o lo que sea, parece que eres un machista que está acorralado a una mujer indefensa”, remató en una entrevista en Antena 3.
Ante el estupor de la presentadora, Susanna Griso, que le acusó inmediatamente de machista precisamente por sus comentarios sobre el machismo, él se defendió, pero sin rectificar: “Si en tu intervención parece que pudieras ser superior, se puede considerar machista. En un debate con el señor Rubalcaba podemos decirnos todas las barbaridades, pero con una mujer se percibe de otra manera. Eso es verdad”.
Palabra de político
Miguel Arias Cañete, cabeza de lista del PP a las elecciones europeas revolucionó ayer la campaña al asegurar: "Si haces un abuso de superioridad intelectual, parece que eres un machista y estás acorralando a una mujer indefensa". Sus palabras, dichas en referencia a su cara a cara con Elena Valenciano (PSOE), no son un hecho aislado en la política española. El propio Cañete dijo en 2000: "El regadío hay que utilizarlo como a las mujeres, con mucho cuidado, que le pueden perder a uno".
Alberto Ruiz-Gallardón, ministro de Justicia, levantó una polvareda en marzo de 2012 al tratar de salir al paso de otra polémica diciendo: "La libertad de la maternidad es la que hace a las mujeres auténticamente mujeres".
Manuel Castelao, en 2012 presidente del Consejo General de la Ciudadanía Española en el Exterior, tuvo que dejar el cargo tras despacharse así: "Las leyes son como las mujeres, están para violarlas".
Alfonso Guerra, entonces vicepresidente del Gobierno, dijo en la presentación del programa electoral del PSOE en 1986: "Hay que convivir con la economía sumergida como con algunas mujeres. No se las puede eliminar". En 2010, dio mucho que hablar al llamar "señorita Trini" a la ministra Trinidad Jiménez.
Jordi Serra, alcalde de Badalona por el PSC, definió en 2010 durante un pleno a la presidenta de la Asamblea de Madrid, Elvira Rodríguez (PP), como "voluminosa". Después se disculpó y aseguró que se refería al volumen de la comitiva, no al de la exministra.
Javier León de la Riva, alcalde de Valladolid por el PP, ha dejado unas cuantas frases machistas en las hemerotecas. Una de las más sonadas la pronunció en 2010 cuando se despachó así al hablar de la entonces ministra de Sanidad, Leire Pajín: "Es una chica preparadísima, hábil y discreta. Va a repartir condones a diestro y siniestro. (...) Cada vez que veo esa cara y esos morritos pienso lo mismo, pero no lo voy a decir". Dos años antes se refería a Carme Chacón (PSOE), ministra de Defensa, como la "señorita Pepis vestida de soldado".
Esta tesis y el debate sobre el machismo que provocó en todo el mundo de la política rompió la campaña del PP que, como explicó indirectamente el propio Arias Cañete, está basada en la contención, no hacer mucho ruido, evitar las polémicas y llegar a las elecciones sin movilizar a la izquierda, como en 2011. Esa es la estrategia clásica de Pedro Arriola, que preparó el debate con Arias, y que ayer recibía críticas internas por el resultado del duelo. “Algunos estamos sorprendidos, la gente se esperaba que Miguel ganara con claridad a Valenciano, se contuvo demasiado”, explicaba un miembro de la dirección. Arriola diseñó una campaña y un debate de perfil bajo también para evitar que Arias, famoso por sus frases polémicas, movilizara a la izquierda. Los estrategas del PP, según fuentes de este partido, debatían ayer sobre la mejor manera de enfrentarse a este incendio y la oportunidad o no de que el candidato hiciera una rectificación clara, una decisión que depende sobre todo de él. Mientras, en el PSOE estaban convencidos de que el debate televisivo lo ganaron ellos.
Elena Valenciano, la principal aludida, no tardó mucho en contestar. “Cañete viene a decir que anoche me dejó ganar porque soy mujer. Lo que ha quedado claro es que si gana Cañete perdemos las mujeres”.
El exministro no quiso rectificar en todo el día sus comentarios sobre el machismo, y se limitó a tratar de suavizar el impacto de la polémica reivindicando que él no es un machista. Primero apeló a la historia del PP: “Quiero dejar clara una cosa: todo lo que he aprendido de Agricultura me lo enseñó una mujer, Loyola de Palacio”. Y después, en un mitin en Toledo con María Dolores de Cospedal, la número dos del PP, insistió en la idea sin rectificar sus palabras: “Siempre hemos creído en las mujeres, como Isabel García Tejerina al frente del Ministerio de Agricultura y María Dolores de Cospedal en Castilla-La Mancha”. Cospedal también le apoyó.
El PP envió un mensaje interno a sus cuadros en la misma línea: “Miguel Arias ha tenido siempre un magnífico equipo y nunca ha tenido en cuenta para su elección otra cosa que no fuera su valía y su competencia, y no su condición de hombre y mujer. Buen ejemplo es que recomendó a una mujer para sustituirle en Agricultura”. La propia García Tejerina salió a defenderle: “Creo que sus palabras ni recogen superioridad intelectual ni recogen machismo de ningún tipo”.
Mientras la oposición, representantes de colectivos feministas y todo tipo de analistas en los medios mostraban un rechazo casi unánime a las palabras de Arias Cañete y triunfaba el hashtag #HomoCañetus, el PP trataba de minimizar los daños y confiaba en que el fin de semana mitigara la polémica. Si llegara viva hasta el lunes, el exministro, un veterano pata negra de AP, se enfrentaría a la última semana, cuando se concentran las entrevistas en los medios, con un asunto muy incómodo en primer plano.
A una semana de las elecciones, nadie en el PP criticó abiertamente al candidato. Incluso algunas mujeres, como Ana Botella, defendieron que nunca ha sido machista, aunque admitió que puede haber declaraciones “más afortunadas que otras”.
La mujer con más poder político del PP y de España, la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, evitó en todo momento criticar a Arias Cañete, aunque parecía evidente que sus palabras no le gustaron. De hecho, aseguró que ella “ha oído otras cosas y nadie dijo nada”, en referencia a una frase en Twitter después de que ella dijera: “En mi puta vida he cobrado un sobre”. Un diputado del PSC en el Congreso, Román Ruiz, escribió: “¿Sabe Sorayita lo que es una vida puta? ¿Ha fregado escaleras con sueldo miseria?”.
Todos los expertos en debates consultados estos días señalaban, ya incluso antes del encuentro, que lo más importante de un duelo como este, con un bajísimo seguimiento de los espectadores —un 10% del share, 1,8 millones de personas—, no es el choque en sí, casi irrelevante, sino lo que sucede al día siguiente, con los comentarios sobre el cruce. Nunca esa tesis instalada había quedado tan claramente demostrada.
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