La infausta operación de Ponferrada cierra dos semanas negras para el PSOE
“Cuando uno se equivoca en política lo que tiene que hacer es rectificar”, dice Rubalcaba
La desastrosa gestión de un asunto local —una moción de censura para lograr una alcaldía— ha cerrado dos semanas traumáticas para la dirección federal del PSOE y su secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba, justo cuando parecía que los debates internos sobre su liderazgo habían quedado aparcados y el partido se centraba en la elaboración de propuestas.
Primero fue el estallido del desencuentro con el PSC y la rebelión de los diputados catalanes en el Congreso, saltándose las directrices socialistas sobre el “derecho a decidir”; después, la crisis abierta por los socialistas gallegos, empeñados en consultar a la militancia sobre la elección del próximo secretario general, en contra de los estatutos del partido y de las órdenes de Ferraz; y, el pasado viernes, el inaudito episodio de Ponferrada (León): una moción de censura del PSOE contra el PP apoyada en el voto de un exalcalde condenado por acoso sexual, respaldada primero y rechazada después a toda prisa por la dirección federal, rectificada fuera de tiempo y con un final aún desconocido, pues el recién elegido alcalde socialista de la ciudad seguía resistiéndose anoche a obedecer las órdenes de última hora de Rubalcaba y dimitir.
Tres asuntos que no tienen nada que ver entre sí —el de Cataluña mucho más de fondo, pues entronca con todo un cambio en el modelo territorial y constitucional de los socialistas; el de Galicia puramente orgánico; el de Ponferrada, inesperado y fruto de una aparente cadena de inercias partidistas en medio de la cual nadie dio la voz de alarma— pero que han coincidido en el tiempo, en estas frenéticas dos semanas. Y que han golpeado a Rubalcaba en un momento crítico. Así, cuando todos los esfuerzos estaban puestos en contener y organizar el frente territorial, ideológico, político en sentido estricto, de la crisis abierta con los socialistas catalanes, ahora hay también un frente orgánico, interno. El número tres del PSOE, el secretario de Organización, Óscar López, sale muy tocado de la gestión de la moción de Ponferrada: él fue quien oficialmente la respaldó y quien ha asumido en primera persona el “error” cometido.
La crisis por la moción de censura se une a la grave crisis con el PSC
El propio Rubalcaba ha dirigido hacia López la responsabilidad: “En el partido cada uno tiene sus obligaciones”, dijo ayer el secretario general, tras asegurar que él no era consciente de que su partido iba a votar en Ponferrada junto a Ismael Álvarez, el exalcalde del PP condenado hace 11 años por acoso sexual a la edil popular Nevenka Fernández. La moción que se votó el viernes estaba anunciada desde el 25 de febrero; Ismael Álvarez —que volvió a la política en 2011 como independiente— dijo públicamente que votaría con los socialistas para desbancar al PP; el secretario de Organización del PSOE había respaldado también públicamente la operación, subrayando que la condición que había puesto para aceptar el pacto con Álvarez es que, tras votar, este concejal dimitiría y abandonaría la política. A pesar de todo eso, según el entorno de Rubalcaba, él “desconocía la mecánica” de esa operación.
“Yo sabía que iba a haber una moción de censura en Ponferrada, nada más. Que iba a entrar un alcalde socialista y que iba a dimitir el alcalde del PP y ese concejal [Ismael Álvarez]. No sabía más”, insistió ayer el secretario general, sugiriendo que él confió en que el orden sería al revés: que Álvarez dimitiría antes de la votación (y sería otro edil no manchado de su grupo quien auparía al PSOE a la alcaldía). Rubalcaba defendió así su decisión de desautorizar a última hora del viernes, cuando ya se había consumado, la moción de censura: “Cuando uno se equivoca en política lo que tiene que hacer es rectificar. Nos hemos equivocado. Rectificamos y punto”.
En el equipo más cercano al secretario general sostienen que toda la negociación de la moción de censura en Ponferrada fue muy confusa y que, cuando se quisieron dar cuenta de la dimensión del error, ya había poco margen para evitarlo. “Antes del 25 de febrero ni siquiera lo sabíamos. La agrupación municipal de Ponferrada lo habló directamente con Óscar López. Después, cuando se formalizó la moción y se publicó en los medios, él lo trató evidentemente con Rubalcaba. Pero todos los detalles parecían sujetos a negociación, incluido el hecho de si Ismael Álvarez iba a votar con nosotros o no”, afirma un alto dirigente, que subraya que López tiene “toda la confianza” de la cúpula federal y que es “una autoridad en el PSOE de Castilla y León”, porque fue su secretario general hasta 2011. “También por eso se le dejó toda la iniciativa”.
Pero en los días previos a la moción ya era claro, público y notorio que el PSOE iba a lograr la alcaldía con el voto de Álvarez, y nadie la frenó. El viernes se votó —con la infausta coincidencia para los socialistas de que era el Día Internacional de la Mujer— y esa misma mañana Óscar López reivindicaba que, gracias a la condición impuesta por el PSOE, un condenado por acoso sexual iba a abandonar la política. Tampoco entonces la dirección federal paró la iniciativa. Solo después de que el resultado de la moción corriera por las redes sociales y provocara el escándalo de muchos, Rubalcaba dio la orden de rectificar. Era tarde, porque el nuevo alcalde, el socialista Samuel Folguera, ya había sido investido. Y ahora está por ver que acepte dimitir.
El 'número tres', Óscar López, sale tocado asumir la responsabilidad
Fuentes de la cúpula señalan que dirigentes como la vicesecretaria general, Elena Valenciano, la secretaria de Igualdad, Purificación Causapié, o la portavoz en el Congreso, Soraya Rodríguez, fueron conscientes desde el primer momento del escándalo que se venía encima —entre otras cosas porque mujeres militantes socialistas de Ponferrada les llamaron para quejarse— y mostraron sus reparos a la operación. Pero tampoco estas dirigentes del PSOE renegaron de la moción de censura ni forzaron un debate en la dirección. Tampoco recibieron muchas preguntas sobre el asunto por parte de los periodistas.
No solo la dirección federal reaccionó tarde y empujada por el revuelo mediático. Nadie dio la alarma ni alzó la voz en los días previos, al menos públicamente. No lo habían hecho, por ejemplo, destacados socialistas que el viernes sí criticaron la decisión, como la diputada Carme Chacón, que protestó en Twitter. El secretario general del PSOE de Castilla y León, Julio Villarrubia, explica que él, apoyando la moción de censura, no estaba de acuerdo en utilizar el voto de Álvarez. Asegura que lo dijo así ante la ejecutiva regional pero que no intentó frenar la moción porque entendió que la dirección federal, a través de Óscar López, respaldaba a los socialistas de Ponferrada. “No lo hemos hecho bien colectivamente, lo reconozco. Pero a nosotros no se nos consultó”, afirma.
Sí hubo 350 militantes socialistas de la provincia de León que firmaron un manifiesto contra la moción de censura, en vano.
La crisis de Ponferrada llega precisamente cuando Ferraz había conseguido que el PSOE se volcase en la elaboración de propuestas durante todo el año 2013 y aplazara la discusión sobre cuestiones orgánicas y liderazgos. Ayer mismo, los socialistas celebraban en Valencia el segundo de sus “diálogos” abiertos a la ciudadanía, este sobre economía y empleo, un asunto al que Rubalcaba quiere dar la máxima prioridad pero que quedó eclipsado por la resaca de la moción de censura.
El vicesecretario de Estudios y Programas del PP, Esteban González Pons, dijo ayer que lo que le ha ocurrido al PSOE en Ponferrada es un ejemplo de “no enterarse de lo que pasa en la calle”. "Eso es algo que a nosotros no puede pasarnos y no va a pasarnos", aseguró. El PP, el partido del que era miembro Ismael Álvarez cuando fue condenado por acoso sexual y tuvo que dimitir, gobernaba Ponferrada desde 2011 gracias al voto de Ismael Álvarez.
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