El arma del “enemigo” es un libro
Miles de ciudadanos acudieron para “solidarizarse” y “proteger” a los estudiantes tras cuatro jornadas de intensas cargas policiales y 43 detenidos
Eso era todo: un libro, un folio, unos apuntes. Esas y sus manos abiertas y alzadas son el arsenal de “armas” que este martes exhibieron los miles de ciudadanos, muchos sin hijos ya en edad de estudiar, que acudieron a la manifestación de Valencia para “solidarizarse” y “proteger” a los estudiantes de las desproporcionadas cargas policiales. Entre los miles de concentrados, no hubo “terroristas” ni “pasamontañas”, ni contenedores quemados. Ni detenidos. Tampoco hubo policía. Solo una “indignación” generalizada por la “criminalización” que se ha hecho de los estudiantes valencianos desde la Delegación del Gobierno y la Jefatura Superior de Policía de la Comunidad Valenciana y que se expandió con fuerza desde todas las esquinas del céntrico instituto público Lluís Vives, epicentro de las protestas, durante toda marcha. Los valencianos piden la libertad sin cargos de todos los detenidos: 43 estudiantes en total desde el miércoles que fueron liberados, aunque doce de ellos con cargos.
Siddharta, El Lazarillo de Tormes o Caminante y su sombra de Nietzsche. Cualquier libro, cualquier lectura, cualquier palabra frente a los “golpes”, afirman Elisa Vidal, Lucky Martínez, y Vicente Espí, ambos músicos del barrio de Russafa que cruzaron la ciudad con títulos escogidos para la ocasión. “No se puede aguantar que apaleen a niños”.
“Apoyamos a los alumnos y pedimos la dimisión de la delegada del Gobierno”, remató Espí. La petición de dimisión fue un clamor repetido a lo largo y ancho de la marcha que anoche derivó hacia la Gran Vía valenciana colapsada frente a la Jefatura Superior de Policía, para el cese del mando policial Antonio Moreno.
Al inicio de la concentración, la asamblea de profesores, padres y alumnos del IES Lluis Vives leyó un comunicado en el que denuncian que se les ha tratado a todos por igual como “terroristas”. Ratifican la “unidad” de los tres estamentos educativos “contra los recortes”. Insisten, en que desde el miércoles la policía esposara y detuviera a un alumno menor del centro, “la violencia ha sido ilógica y desproporcionada”, tanto contra los adolescentes como contra los trabajadores y enseñantes del centro. Por eso piden la dimisión de la delegada y del jefe de la policía, a quien consideran responsable directo de “criminalizar” a los manifestantes por “defender sus derechos”.
El agente que ha acuñado el término de “enemigo” para referirse a las tácticas supuestamente beligerantes de los estudiantes. En un folio escrito con rotulador, Clara García, estudiante de bachillerato un instituto valenciano le recordó a Moreno, que protestan sólo “Por una educación pública y de calidad”.
No quieren un sistema educativo que cerró el ejercicio de 2011 en números rojos, amaneció el 5 de enero de 2011 con un decreto de recortes salariales para todos los funcionarios públicos de la Generalitat y que ha padecido cortes de luz y de calefacción por no poder pagar las facturas.
“Estamos aquí para proteger a los estudiantes, si hace falta”. Pau Martínez, un joven cineasta valenciano que acudió puntual a la cita en el centro de Valencia desde las tres la tarde. “Me parece escandaloso lo que pasó ayer [por el lunes]”, subraya el guionista y director.
Aunque el dardo más duro le llegó al presidente Alberto Fabra del estudiante del instituto público María Enriquez de Gandia, Pablo La Parra, que acababa de recibir de sus manos el “reconocimiento académico de la Generalitat al mejor expediente”. Acompañado de sus padres, dos catedráticos manifestaron su indignación. “¿Cómo puede el presidente justificar que golpeen a estudiantes y después defender su política educativa en la entrega de los reconocimientos?”. Parra considera que “Fabra ha instrumentalizado el acto para presumir de su política educativa, que ha creado una crisis sin precedentes en la Comunidad Valenciana”.
“Alex, con 12 años ya sabe lo que la injusticia. Nunca antes habían cargado contra los niños”, concluye Josevi Plaza, padre de este alumno del Lluís Vives.
Todo empezó por un corte de tráfico de 10 minutos
Un corte de tráfico de 10 minutos —que se celebraba cada miércoles desde el 25 de enero frente al instituto Lluís Vives de Valencia— fue el origen de lo ya se conoce como la primavera estudiantil. Un trending topic que nació el 15 de febrero, con la detención de Andreu, de 17 años, que pasó cuatro horas esposado e incomunicado en la comisaría de Zapadores de Valencia. “Andreu estaba defendiendo a un compañero al que la policía trataba de controlar a empujones y golpes”, cuenta Nairuz, compañera suya de instituto, que “estaba grabando la situación porque era muy violenta”. Lo cuenta con voz temblorosa: “Mientras estaba grabando, un policía me cogió por detrás, me sacudió y me lanzó contra el bordillo, y se me rompió el sujetador”. Sus compañeros de clase sostienen, hablando todos a un tiempo, que se salvó de golpearse la cabeza contra el bordillo porque la sostuvieron.
“Eran entre 30 y 40 alumnos manifestándose pacíficamente”, según el relato leído ayer por un grupo de padres, alumnos y estudiantes del Lluís Vives, el lugar donde han empezado y acabado las cinco jornadas de protestas y cargas policiales, en las que han sido detenidos 43 estudiantes, ocho de ellos menores, y que han dejado decenas de lesionados.
Penélope, otra estudiante del Lluís Vives, también menor, acabó con “siete grapas en la cabeza”. Su compañera Aila, de 15 años, “lleva el brazo escayolado”, ha denunciado Clara, su madre.
Esta es la historia de cómo una protesta simbólica contra el decreto de recortes y ajustes salariales en el sector público aprobado el 5 de enero por el Consell ha desembocado en los participantes en la marcha de ayer calificaron como “la mayor actuación policial en democracia”. Nadie recordaba a ningún estudiante que en las últimas décadas haya pasado “30 horas en el calabozo”, como le ocurrió a Albert Ordóñez, un veinteañero que estudia FP y que es presidente de la federación de estudiantes Faavem, la única asociación reconocida como interlocutora oficial con la Consejería de Educación y con el Consejo Escolar Valenciano. Esa es la mano que mece la cuna.
Las protestas no han sido exclusivas del Lluís Vives. Muchos otros institutos también se manifiestan todos los lunes contra los impagos del Consell, que han provocado cortes de luz y de calefacción en pleno invierno, obligándolos a ir a clase con mantas.
N. CABALLER, Valencia
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