_
_
_
_

La ‘resistencia’ contra Trump toma las calles de California en el Primero de Mayo

Miles de personas acuden a las manifestaciones, convertidas en una demostración de unidad contra el presidente con apoyo institucional

Más información
Las leyes de inmigración centran las protestas del Día del Trabajo en EE UU
Las manifestaciones de todo el mundo por el 1 de Mayo, en imágenes
In English: Latinos march in California to protest Trump’s immigration policies

Restaurantes y cafeterías cerradas. Obras sin movimiento, oficinas sin servicio de limpieza y con las cocinas bajo mínimos. California, el Estado con más inmigrantes de Estados Unidos y que se ha declarado en abierta rebeldía contra las políticas del presidente Donald Trump, vivió una jornada del Primero de Mayo en un ambiente de tensión política sin apenas precedentes recientes. Las manifestaciones del Día de los Trabajadores fueron multitudinarias y acabaron convertidas en una masiva reivindicación de la aportación de los inmigrantes a la economía de EE UU.

En San Francisco, miles de latinos salieron a la calle en un día que muchas empresas concedieron como festivo, especialmente las de tecnología. Desde las 11 de la mañana la calle Market, arteria principal de la ciudad, estaba paralizada, bloqueada y sin tráfico rodado. Por un día los raíles quedaron sin los pintorescos tranvías. Los inmigrantes tomaron las calles en una acción que llevan meses fraguando y con una meta clara, demostrar su malestar con Trump. No estuvieron solos. Grupos de izquierdas, colectivos solidarios y desencantados en general se sumaron para subrayar que ellos creen en otra América.

Yadira Sánchez (Ciudad de México, 1990) llegó a Estados Unidos con cuatro años. Ella forma parte de la coalición de jóvenes inmigrantes y quiere que la tensión de las redadas se relajen: “Estamos dando un mensaje de alto a las deportaciones. Este país impone políticas a todo el mundo, fuera de sus fronteras, que son las que después provocan los movimientos migratorios”.

La manifestación de Los Ángeles, sobre la autopista 110.
La manifestación de Los Ángeles, sobre la autopista 110.AP

Durante la concentración inicial, en la plaza de Justin Herman, se leyeron consignas: “Nosotros, la gente, somos los que hacemos grande América, y no el que está en la Casa Blanca”. También hubo una celebración colectiva, un momento de júbilo para muchos que trabajan en servicios, en esos empleos que algún día asumirán robots, pero que por ahora recaen en las capas más bajas de la sociedad: “En 2018 San Francisco será la primera ciudad que pague a 15 dólares la hora en todo Estados Unidos”, dijo la supervisora local. Todas las oficinas municipales de Portola Valley, Mission y Bernal Heights han cerrado sus puertas durante la jornada como acto de solidaridad.

A las 11:30 comenzó la marcha, con jóvenes en grupos, con bailes y música festiva, familias y algunos colectivos indígenas que desfilaron con sus atuendos tradicionales. Aniela Valtierra (El Paso, 1985) es portavoz de uno de las iniciativas emprendedoras más reconocidas en San Francisco, La Cocina. Se trata de una startup que une a mujeres emigrante, les da formación y enseña a hacer de sus conocimientos culinarios su oficio. No hay evento de gastronetas en los que no esté presente alguna de las representates con su platos latinos. Estuvo acompañada de 20 compañeras más: “La mayoría somos latinas, pero también hay algunas compañeras de India. Estamos más unidas que nunca, especialmente las que vienen de México y Venezuela”.

La palabra "Resist" en el Ayuntamiento de Los Ángeles.
La palabra "Resist" en el Ayuntamiento de Los Ángeles.REUTERS

A lo largo de las casi tres horas de recorrido, lento y sin sobresaltos, se proclamaron consignas pidiendo un cambio: “Más educación y menos deportación”, “Fuera Trump y Pence”.

Los manifestantes pasaron delante de la sede de Twitter, servicio usado para emitir las protestas tanto en directo como con mensajes, aunque no fue fácil. Las redes celulares quedaron inútiles ante la saturación de peticiones. A veces el propio Silicon Valley es incapaz de mantener sus bestias a flote. Móviles buscando cobertura, teléfonos sin batería y mensajes que querían contar al mundo que la capital de la tecnología estaba paralizada porque los inmigrantes, en su mayoría latinos, reivindican su espacio.

En Los Ángeles, miles de personas abarrotaron el centro en dos marchas distintas desde MacArthur Park, en una zona de fuerte presencia latina, hasta el Ayuntamiento. La manifestación ocupó varios kilómetros de la calle Wilshire. En las sede del Gobierno municipal les esperaba una pancarta que decía: “Resist”. El apoyo institucional a esta marcha, la tercera masiva de la era Trump, incluyó un discurso del alcalde, Eric Garcetti. Frente a la multitud, mayoritariamente latina, Garcetti volvió a prometer: “Mientras yo se alcalde de esta ciudad, la policía no actuará como una fuerza de deportación”.

La marcha estaba organizada por una coalición de más de 100 organizaciones que normalmente no actúan juntas. Desde sindicatos hasta organizaciones de defensa de los inmigrantes, organizaciones religiosas o movimientos afroamericanos. El presidente Trump fue el enemigo común de todos los que hablaron en la marcha.

Un pequeño grupo se manifestó en una esquina en apoyo al presidente Trump. Lo hicieron rodeados de policías y con un par de cientos de personas insultándoles tras la línea policial. Algunos seguidores de Trump iban equipados con cascos y la cara tapada.

La manifestación vino a representar a Los Ángeles. Estaba desde Nicholas Jenkins, de 18 años, un blanco de Santa Mónica que se había saltado las clases y que venía a continuar “el entusiasmo y las ideas” de la campaña de Bernie Sanders; hasta Alejandra Serrano, de 41 años, inmigrante de Guerrero indocumentada que lleva dos décadas en Los Ángeles. Se saltó un día de trabajo para acudir con su prima Ignacia y su sobrino Pablo, de dos años. En Estados Unidos ha tenido cinco hijos a los que cuida como ama de casa, además de trabajar en un restaurante a tiempo parcial y de hacer tacos por encargo para fiestas.

Serrano es una más de los millones de inmigrantes a los que les ha cambiado la vida con Trump. La familia de Serrano ya no hace fiestas, “ya no nos reímos tanto”. “Ya no dormimos bien. No estamos felices y seguros como hace solo un año”. Después de 21 años en Los Ángeles se ve haciendo planes con sus hijos por si un día la detienen y la deportan. “Le digo a mi hija de 18 años que se tendrá que hacer cargo de sus hermanos. El pequeño, de cuatro años, se tendrá que venir conmigo. Entonces los pequeños se echan a llorar”. El Primero de Mayo, Serrano salió a la calle “para apoyar a todos los latinos y a todos los inmigrantes de todos los países”.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_