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Cinco grandes mentiras sobre El Chapo y su extradición

Ni su salida es inminente ni quiere ir a Estados Unidos ni ha perdido poder. Guzmán Loera prefiere quedarse en México y, si puede, escapar otra vez

J.M.AHRENS
Joaquín Guzmán Loera, El Chapo.
Joaquín Guzmán Loera, El Chapo.

El Chapo es leyenda. Y como tal corren muchas mentiras a su alrededor. Algunas proceden de su propio entorno y buscan facilitar su permanencia en México. Un objetivo cada vez más difícil después de que la Secretaría de Exteriores haya aceptado su extradición a Estados Unidos. Estas son cinco falsedades que rodean al personaje y su extradición.

La extradición es automática. Falso. El verdadero proceso se abre ahora. Pedido por Estados Unidos, visado por un juez federal y autorizado por la Secretaría de Exteriores, el trámite de extradición acaba de entrar en su fase central. Una vez que se le comunica al preso, tiene 30 días para recurrir. La previsible impugnación abrirá un proceso largo y tedioso. Finalizado el juicio amparo, si la extradición sigue aún en pie, vendrá el recurso de revisión. Pocos observadores creen que pueda tramitarse todo antes de fin de año.

El Chapo no tiene nada que decir en el proceso. Otro error muy extendido. Su papel es fundamental. No tanto por su resistencia jurídica, que se da por hecha, sino porque el día en que dé su brazo a torcer y acepté la extradición, esta se puede resolver en 48 horas. En ese sentido, el líder del cártel de Sinaloa puede dar la vuelta a todo el proceso cuando quiera.

El Chapo quiere irse a Estados Unidos. Nada más lejos de la realidad. La especie, difundida por sus abogados, se contradice con los hechos. El Chapo ha presentado ya siete recursos de amparo contra diferentes trámites para su envío a Estados Unidos. La estrategia de obstrucción seguirá, según fuentes jurídicas, hasta que la extradición sea irremediable. Entonces cabe la posibilidad de una negociación con los fiscales estadounidenses.

El Chapo ha sido trasladado a Ciudad Juárez para acercarle a la frontera con EEUU. El Gobierno lo desmiente. Aunque con poco éxito, las autoridades federales han insistido en que su envío a la cárcel de Ciudad Juárez, en el fronterizo estado de Chihuahua, es consecuencia del programa nacional de rotación de presos. Dada la excepcionalidad del narcotraficante, es casi imposible que sus movimientos caigan bajo protocolos habituales. Más bien ha sido una decisión motivada por seguridad. De la prisión de El Altiplano ya se había fugado. En otra cárcel, aislada y con un subsuelo rocoso que impide los túneles, le resultará más difícil escapar.

El Chapo ha perdido su poder. Radicalmente falso. Aunque preso, sigue siendo la cabeza reconocible del mayor cártel del planeta. La organización no sólo controla los cultivos de amapola de la mayor parte del triángulo dorado (Durango-Sinaloa. Chihuahua) sino que mantiene bajo su bota las principales pasos de droga a Estados Unidos. La caída de su líder no significa en ningún caso su desvinculación. Ya estuvo encarcelado y no dejó de mandar. En la sombra, además, siguen activos capos históricos como El Mayo Zambada, capaces de dirigir vicariamente la organización.

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Sobre la firma

J.M.AHRENS
Director de EL PAÍS-América. Fue director adjunto en Madrid y corresponsal jefe en EE UU y México. En 2017, el Club de Prensa Internacional le dio el premio al mejor corresponsal. Participó en Wikileaks, Los papeles de Guantánamo y Chinaleaks. Ldo. en Filosofía, máster en Periodismo y PDD por el IESE, fue alumno de García Márquez en FNPI.

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