La grave crisis política de Irak compromete la lucha contra el ISIS
El Parlamento vota el reajuste de Gobierno fuera del hemiciclo debido al bloqueo de algunos diputados
El primer ministro de Irak, Haider al Abadi, ha logrado este martes que el Parlamento aprobara seis de sus cambios ministeriales, en el penúltimo episodio de la opereta política que tiene paralizado al país y amenaza su lucha contra el Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés). El visto bueno de la Cámara, tras semanas de bloqueos y acusaciones, solo ha sido posible porque los 180 diputados favorables al reajuste de Gobierno se han reunido en una sala alternativa después de que una veintena de críticos boicoteara la sesión en el hemiciclo.
Desde el pasado febrero, Al Abadi intenta que el Parlamento apruebe un nuevo gabinete, con el que pretende responder a las protestas populares por la desconexión de los políticos con los problemas de los ciudadanos. La última, este martes, sacó a la calle a decenas de miles de iraquíes, en su mayoría seguidores del influyente dirigente chií Muqtada al Sadr. El primer ministro pretende que un equipo de tecnócratas sustituya a los ministros de distintos partidos, cuya rapacidad ha impedido que pongan en marcha las reformas anticorrupción aprobadas el año pasado. Pero sus esfuerzos han chocado con una Cámara polarizada sobre el sistema de cuotas étnicas y sectarias que está en la base del problema.
Si en la calle los manifestantes gritaban "¡ladrones, ladrones!", en referencia a los políticos, dentro de la Asamblea de Representantes, los diputados contrarios al cambio clamaban "¡traición!". Para estos la convocatoria de ayer, la tercera en menos de un mes, era ilegal. Durante dos semanas, los disidentes han logrado bloquear las sesiones parlamentarias con una sentada dentro y alrededor del edificio, situado como otras instituciones del Estado en la Zona Verde de la capital. Lo intentaron de nuevo.
Una veintena de ellos siguieron al primer ministro cuando entraba en la Cámara coreando "sin validez", a la vez que golpeaban con los nudillos las mesas del hemiciclo. Vídeos difundidos por las redes sociales les mostraban también arrojando botellines de agua. Uno de esos improvisados proyectiles, lanzado por una diputada cubierta con un estricto hiyab, casi alcanza al jefe del Gobierno. El presidente de la Cámara, Salim al Jaburi, no logró que se hiciera silencio y después de una hora de jaleo pareció suspender la reunión.
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Sin embargo, 180 de los 328 diputados se trasladaron a otra sala donde aprobaron la sustitución de seis ministros de acuerdo con la primera lista presentada por Al Abadi a finales de marzo, según informó la televisión estatal citada por Reuters. Para entonces, los periodistas habían sido evacuados del Parlamento ante los rumores de que los manifestantes habían logrado saltarse los controles de acceso a la Zona Verde, algo luego desmentido por fuentes policiales.
No hubo tiempo para más. La Cámara votará sobre los otros siete candidatos de Al Abadi el próximo jueves. Entre los que quedan pendientes está el titular de Exteriores al que, según la televisión iraquí, puso objeciones la Alianza Kurda. No está claro si se debatieron las importantes carteras de Petróleo y Economía, cuyos candidatos se retiraron hace dos semanas ante el rifirrafe político.
Al Abadi ya ha advertido de que la crisis dificulta la lucha contra el ISIS, el grupo extremista suní que controla amplias zonas del norte y el oeste del país, además de parte de la vecina Siria. Es una preocupación de la que también se han hecho eco Estados Unidos y la ONU. De momento, las manifestaciones de las últimas semanas han obligado a desplazar a algunas unidades desde el frente para asegurar Bagdad, según fuentes de la seguridad citadas por la agencia Reuters.
En los últimos días, las fuerzas armadas han recuperado la comarca de Hit, a 170 kilómetros al oeste de Bagdad, en la provincia de Al Anbar. Esta importante victoria se ha visto eclipsada, sin embargo, por un aumento de los atentados del ISIS fuera de sus zonas de control, en lo que algunos analistas interpretan como un signo de que las tropas iraquíes están al límite de su capacidad.
Pero más allá de los desafíos militares, el problema de base sigue siendo una sociedad profundamente fracturada, tal como ha recordado estos días durante su visita la vicecomisionada para los Derechos Humanos de la ONU, Kate Gilmore.
“Existe una preocupante ausencia de un discurso político que una a todas las diversas comunidades de Irak, un discurso que incluya a todas las minorías. Esto debe abordarse con urgencia”, ha declarado Gilmore.
A falta de un censo actualizado, se estima que el 60% de los 35 millones de iraquíes son árabes de confesión chií, algo menos del 20% árabes suníes, otra cifra similar kurdos (la mayoría suníes, pero también chiíes) y en torno al 5% restante, otras minorías como los turcomanos, los armenios o los shabak, pero también dentro de esas comunidades hay grupos confesionales minoritarios como los yazidíes o los kakais (ambos kurdos). A menudo, las líneas étnico-religiosas son difusas, como en el caso de los cristianos.
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