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OBITUARIO

Shulamit Aloni, forjadora de la izquierda de Israel

La antigua líder y fundadora del Meretz defendió los derechos de los palestinos y las mujeres

La política israelí Shulamit Aloni, en 1993.
La política israelí Shulamit Aloni, en 1993.HAVAKUK LEVISON (REUTERS)

Israel ha perdido a Shulamit Aloni, la madre de la izquierda más concienciada, la forjadora de un movimiento de derechos civiles que miraba a los ciudadanos como algo más que súbditos, la transformadora del desconsuelo nacional en ansia de progreso y justicia. Ministra en el último Gobierno de Isaac Rabin (1992-1993), falleció el viernes en su casa de Kfar Shmaryahu, en el centro del país, a los 85 años. Su funeral se oficiará hoy en esta misma localidad, cercana a Tel Aviv.

Nacida en 1928, hija de una familia rabínica de origen polaco, los Adler, Shula —como era conocida familiarmente— combatió en la guerra de 1948 como miembro de la Palmaj, una unidad de élite integrada en las milicias que fueron la base del Ejército israelí. Tras la contienda fundó una escuela en Ramle y comenzó a dar clases a los hijos de los inmigrantes, de los supervivientes del Holocausto y los primeros judíos llegados tras la creación del nuevo país. Mezclaba sus inmensos conocimientos bíblicos con las primeras lecciones de ciudadanía, que cuajaron en su obra El ciudadano y su país, que aún hoy se reedita.

En 1956 inicia su carrera política como diputada por el embrión del Partido Laborista, Ma’arach, donde comenzó a ordenar su caudal “de principios apasionados, provocadores”, en palabras de Naomi Chazan, que fuera vicepresidenta de la Knesset (Parlamento) y compañera de su aventura posterior en el partido Meretz. Su enfrentamiento con la primera ministra, Golda Meir —la única mujer que ha dejado tanta impronta como ella en la política nacional desde la independencia—, la llevó a dejar la formación. Fue tildada de radical. Ella defendía que solo era “verdaderamente de izquierdas”.

En 1974 volvió a la Cámara con su nuevo partido, Ratz (Movimiento de Derechos Civiles y Paz), y el primer ministro, Rabin, la llamó como ministra sin cartera. Duró poco. Dimitió por la entrada de religiosos en la coalición. Esa fue una de sus mayores batallas: la separación entre Estado y fe. “Israel está volviendo al gueto, al judaísmo ultraortodoxo, y las reglas del rabinato fundamentalista son cada día más fuertes”, denunciaba en su último libro —publicó seis—, de 2008. El recientemente fallecido rabino Ovadia Yosef, líder espiritual del partido Shas, llegó a maldecirla en público, a desear su muerte.

Los siguientes fueron años de labor intensa en la defensa de los derechos civiles, un tiempo en el que creó el primer refugio nacional para mujeres maltratadas, inició un programa de radio que escuchaba las quejas de los oyentes y comenzó a organizar matrimonios civiles fuera de Israel, un país donde hoy siguen sin existir las uniones no religiosas. En los primeros ochenta, en plena guerra con Líbano, fundó como respuesta el Centro Internacional para la Paz en Oriente Próximo y, a finales de esa década, participó en las primeras conversaciones secretas con la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en El Cairo, París o Nueva York.

Su pacifismo creciente la llevó a denunciar los asentamientos en Jerusalén Este y Cisjordania y a incluir en su nueva apuesta política a Peace Now, una de las ONG más críticas con la ocupación. En 1991 logró que cuajara una alianza entre Ratz y dos fuerzas más, Mapam y Shinui: el Meretz. Logró 12 históricos escaños y Rabin, de nuevo al frente del país, confió la cartera de Educación a Aloni. También pasó por Ciencia y Artes y, más tarde, por la dirección nacional de comunicaciones. Su “independencia y franqueza”, recuerda Chazan, también la hicieron incómoda incluso en un Gobierno amigo. El asesinato de Rabin (1995) la marcó profundamente. Su sucesor, Simón Peres, chocó con ella desde el primer día. En 1996 Yossi Sarid ganó el liderazgo del Meretz y Aloni dejó la política, tras 40 años de ejercicio ininterrumpido. Sus últimos años los dedicó a impulsar la ONG Yesh Din, a sus ensayos, a mantener varias colaboraciones en la prensa local y a dar conferencias y recibir galardones como el Premio Israel (2000).

Peres la ha definido como “una luchadora por la democracia, una rara combinación de intelecto, fuerza personal e individualismo obstinado, todo unido por su fascinante sensibilidad social”. El primer ministro, Benjamín Netanyahu, en las antípodas ideológicas de Aloni, reconoce sus “profundos desacuerdos”, pero también su “inmensa contribución pública”. Sarid, su relevo en Meretz, lamenta que se haya detenido la “brújula moral de Israel”. “Nadie hoy es capaz de heredar la lucha de Shula”, afirmó.

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