¿Estuvo Velayati tomando café con Mitterrand?
Los candidatos a la presidencia de Irán se enzarzan en una discusión sobre la historia reciente de su país durante el último debate televisado
Por fin un debate digno de ese nombre entre los ocho candidatos a la presidencia de Irán. El asunto de esta tercera y última cita televisada este viernes era la política exterior. Sin embargo, los participantes se enzarzaron en una discusión, a menudo acalorada, sobre la gestión de los últimos gobiernos, la falta de resultados del dosier nuclear y cómo hacer frente a las sanciones. Más que propuestas exhibieron su pasado como ejemplo de lo que cada uno ofrece. Durante cuatro horas y media, nadie mencionó que el mandato de cualquier presidente está limitado por el poder omnímodo del líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei.
El corsé que imponía el formato establecido por la cadena estatal se rompió cuando Hasan Rohaní salió en defensa de la política exterior de los Gobiernos de Rafsanyaní y Jatamí, bajo los que él estuvo al frente del Consejo de Seguridad Nacional y en calidad de tal encabezó el primer equipo negociador nuclear entre 2003 y 2005. Reiteró, como había dicho en un debate anterior, que tras el 11-S Irán había evitado una invasión de EEUU, que era lo que le esperaba tras las de Afganistán e Irak. Sus palabras motivaron un inmediato desmentido de Said Yalilí, el actual jefe negociador nuclear y el considerado candidato favorito del régimen.
“Les aconsejo a todos ustedes que lean el libro de [Mohamed] El Baradei, donde se cuenta cómo la guerra estuvo a las puertas de Irán y nuestra negociación la evitó”, espetó Rohaní en referencia al que fuera director del Organismo Internacional de la Energía Atómica y la decisión iraní de suspender unilateralmente el enriquecimiento de uranio en 2004.
El corsé que imponía el formato establecido por la cadena estatal se rompió cuando Hasan Rohaní salió en defensa de la política exterior de los Gobiernos de Rafsanyaní y Jatamí
Leyendo directamente del libro de El Baradei, Yalilí le respondió: "Lo que la UE ofreció a Irán fue nada. Página 144".
Rohaní también chocó con Mohamed Baqer Qalibaf, el actual alcalde de Teherán, a quien recordó su responsabilidad en la represión de las protestas estudiantiles de julio de 1999. Algunos medios han difundido estos días unas declaraciones de Qalibaf, entonces jefe de policía de la capital, jactándose de su actuación. El aludido, aseguró que se habían tergiversado sus palabras y le devolvió la pelota acusándole de no haber dado permiso a los estudiantes para que se manifestaran.
“Estudié derecho, no soy un oficial de policía”, le replicó un desafiante Rohaní.
La firmeza con la que el único clérigo entre los candidatos defendió a los gobiernos reformistas despertó las sospechas de algunos iraníes. “Le han puesto ahí para animarnos a votar”, comentaban en Twitter, conscientes de que el régimen busca legitimarse con una alta participación. Su escepticismo se debe a que los líderes reformistas, Mir-Hosein Musaví y Mehdi Karrubí, permanecen en arresto domiciliario desde que contestaron la reelección de Mahmud Ahmadineyad en las presidenciales en 2009. Además, el Consejo de Guardianes, la cámara de 12 juristas designados por el líder que veta a los candidatos, descalificó al ex presidente Ali Akbar Hachemi Rafsanyaní, el único hubiera podido agrupar ese voto crítico con el creciente monopolio del poder por los conservadores.
“En 2009 hubo una buena participación, pero la sedición la debilitó”, dijo Yalilí utilizando el término con el que el régimen desacredita a los reformistas. De hecho, todas las referencias a esa corriente se limitaron a Jatamí. Nadie osó mencionar los nombres de Musaví o Karrubí. De hecho, en una interpelación a Mohamed-Reza Aref, vicepresidente con Jatamí, uno de los conservadores le preguntó por qué tras las anteriores elecciones no había denunciado el comportamiento de “ese amigo suyo”, en referencia a Musaví.
Rohaní también chocó con Mohamed Baqer Qalibaf, el actual alcalde de Teherán, a quien recordó su responsabilidad en la represión de las protestas estudiantiles de julio de 1999
Pero si el choque de opiniones entre el moderado Rohaní y los principalistas era de esperar. Más sorpresa causó ver el enfrentamiento entre estos. Ali Akbar Velayati, que durante 16 años estuvo al frente del Ministerio de Exteriores, acusó a Yalilí de “no haber conseguido avances en el dosier nuclear durante su mandato como jefe negociador”. Mientras que éste negó que hubiera rechazado un acuerdo durante la última reunión con las grandes potencias en Almaty.
Velayatí llegó a decir que él tenía la capacidad de resolver el problema nuclear con una "diplomacia inteligente" y sin renunciar al derecho de Irán. El veterano diplomático también señalo la necesidad de resolver el problema de las sanciones a través de una mejora de las relaciones.
"Usted habla de amistad, pero las relaciones internacionales son intereses recíprocos", le espetó Yalilí antes de criticar su desempeño como ministro. Ahí se subió al carro Qalibaf que le acusó de haber estado “tomando café con Mitterrand” mientras aviones iraquíes de fabricación francesa les bombardeaban a él y a sus colegas Pasdarán en el frente, algo que por supuesto Velayatí negó. El alcalde de Teherán le preguntó por qué no había conseguido ni un rial de indemnización por parte de Irak si tan buen negociador era.
Todos los candidatos se mostraron preocupados por las sanciones internacionales. Sin embargo, discreparon en cómo hacerles frente. Qalibaf, a quien se considera el principal rival conservador de Yalilí, coincidió con éste en que “Irán no debiera sacrificar su dignidad por nada”. Significativamente, el alcalde era el único que en vez de apuntes llevaba un iPad, uno de los productos electrónicos que hasta la semana pasada EEUU prohibía exportar a Irán.
"Es bueno que las centrifugadoras sigan girando, pero es más vital que las fábricas sigan funcionado y la vida de la gente vaya adelante”, discrepó por su parte Rohani.
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