¿Un loco disfrazado de malo de la película?
Los primeros datos indican que el agresor llevaba una máscara de gas similar a la del villano de la última entrega de Batman El director, Christopher Nolan, rechaza que la película guarde algún mensaje encubierto contra Mitt Romney, como se ha sugerido en Estados Unidos
El estreno de El caballero oscuro: la leyenda renace, la tercera y última entrega del director londinense Christopher Nolan en torno al personaje de cómic Batman, ha estado rodeado de una curiosa polémica política que puede haber tenido, o no, alguna conexión con la matanza de Denver.
Aunque las noticias son aún confusas, parece que el asesino llevaba una máscara de gas. Una forma, quizás, de imitar a Bane, el malo de la película, el hombre que aterroriza la ciudad imaginaria de Gotham y que lleva siempre una máscara que le cubre la nariz y la boca para suministrarle un calmante que le alivia el dolor que le producen viejas heridas. Es posible que el protagonista del tiroteo de Denver haya querido emular al terrorista Bane.
Es posible también, aunque poco probable, que se haya sentido influenciado por una incipiente polémica que acusa a la película de ser un ataque subliminal al candidato republicano en las presidenciales estadounidenses, Mitt Romney. El nombre de Bane se parece mucho a Bain, el controvertido fondo de inversiones creado por Romney en los años ochenta. A juicio del comentarista conservador Rush Limbaugh hay ahí un intento de identificar a Romney con el malo de la película de Batman, a pesar de que ese personaje fue creado hace casi 20 años y de que la película de Nolan se empezó mucho antes de que Romney fuera candidato presidencial.
“Es algo tan tonto que no debería ni responder. Es pura paranoia. El nombre del personaje nació en 1993”, comentó el jueves Christopher Nolan en una entrevista en Londres con EL PAÍS para comentar el estreno mundial de la película. Nolan rechaza las numerosas lecturas políticas que se están haciendo de su película, que se desarrolla en un trasfondo de levantamiento popular, con un Estado incapaz de garantizar la seguridad frente al ataque terrorista de Bane y sus hombres.
“Lo que me interesa y me sorprende de eso es el fenómeno de la gente que intenta analizar la película políticamente y no tiene en cuenta el hecho de que hay otra gente analizándola desde la perspectiva opuesta. La película no es de derechas ni de izquierdas. No es en absoluto política. Lo que intenta la película es hablar de cosas reales del mundo de hoy, que significan algo para la gente y provocan reacciones en el público. Es una película dramática que habla de terrorismo, de crimen, de economía. La política es acerca de la interpretación de esos problemas, dar respuestas. Nosotros creamos una historia basada en esos hechos, que no es lo mismo que proponer soluciones a esos problemas”, añadió el director.
Nolan sí admite un cierto paralelo con los atentados del 11 de septiembre de 2001, pero solo tangencial. “Ninguna película que aborda una tema de atentados en una gran ciudad de Estados Unidos puede dejar de estar influenciada por el 11-S. Y yo fui testigo. Eso es verdad. Pero nada más. Aunque el hecho de que hayamos rodado en Manhattan hace la relación más evidente visualmente. Pero esto es Gotham City, no es Nueva York”.
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