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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Crónicamente vivos, clínicamente crónicos

Que los adultos mayores vivan cada vez más tiempo ha aumentado el número de pacientes con enfermedades crónicas. ¿A qué se enfrentan los sistemas de salud de las sociedades envejecidas?

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Pruebe a teclear en su buscador de internet las palabras vivir más años. En menos de un segundo le saldrán cerca de 53 millones de resultados: La lista de los mejores trucos..., Los 7 secretos japoneses... Teclee ahora poblaciones envejecidas. El tono de los 186.000 resultados cambia sustancialmente: Poblaciones más envejecidas: un problema mayor en todo el planeta, 13 naciones envejecidas frenarán el desarrollo económico mundial.

Una mayor esperanza de vida es algo positivo, es un indicativo inequívoco del grado de desarrollo de un país y de una sociedad, pero la preocupación que suscita la relación entre el envejecimiento de la población y el aumento de los gastos sanitarios que supone atender a los adultos mayores enturbia el optimismo. Los gobiernos aspiran a que sus ciudadanos vivan el mayor número de años en las mejores condiciones, pero temen el momento de hacer frente a esa realidad. ¿Podrán sus servicios sanitarios responder adecuadamente? ¿Colapsarán sus sistemas de seguridad social basados en la solidaridad intergeneracional?

América Latina y el Caribe, a diferencia de otras áreas geográficas como Europa, Estados Unidos o ciertos países asiáticos, aún no puede considerarse una región envejecida. Sin embargo, la edad de su población crece a un ritmo que no tiene precedentes y, además, de una forma sensiblemente más acelerada que en otras partes del mundo. El grado de envejecimiento que Europa experimentó en 65 años, o Estados Unidos en 75, será alcanzado por América Latina en menos de 30, según el Observatorio del Envejecimiento y Cuidados, del Banco Interamericano de Desarrollo.

El aumento de la esperanza de vida trae consigo más adultos mayores y una prolongación de la vejez. Así, se estima que hacia 2030 en América Latina y el Caribe quienes superen los 80 años pasarán a representar el 15% del total de los adultos mayores en la región. En 2050, esa cifra alcanzará el 26%, lo que supone un dramático aumento con respecto al 11% actual. En Chile, por ejemplo, el número de mayores de 80 años en relación con la población de más de 60 años llegará incluso a superar el 30% en las próximas tres décadas.

América Latina y el Caribe aún no puede considerarse una región envejecida. Sin embargo, la edad de su población crece a un ritmo que no tiene precedente

A medida que la población envejece, es normal que las enfermedades crónicas aparezcan como la principal causa de muerte y de morbilidad. Sin embargo, un reciente estudio publicado por el Banco Interamericano de Desarrollo alerta de que el problema en América Latina no es solo que la población esté envejeciendo, sino el creciente deterioro de la salud entre la población adulta mayor. El informe apunta a que existen otros factores, además de la edad, que han hecho aumentar la presencia de enfermedades crónicas, como podrían ser la vida sedentaria, el tabaco y el alcohol, o el que muchos países de esta región todavía presenten altos índices de enfermedades infecciosas que harían más frágiles a sus ancianos. Además, las mayores probabilidades de un diagnóstico temprano gracias a los avances médicos y la mayor cobertura de los sistemas sanitarios en las últimas décadas pueden haber hecho crecer las estadísticas revelando casos que antes no se computaban.

El gran reto para los sistemas de salud es conseguir que sus poblaciones envejezcan saludablemente y evitar las enfermedades crónicas que pueden aparecer prematuramente por no prestar atención a factores de riesgo. Las enfermedades cardiovasculares, por ejemplo, representan el 25% de las dolencias de la población mayor de 60 años. Sin embargo, la OMS ya avisó en el año 2002 que se podría evitar el 50% de estas enfermedades controlando la hipertensión arterial, todavía muy presente, particularmente entre los hombres y, que en algunos países puede afectar hasta al 30% de los mayores de 18 años.

La diabetes es otra de las enfermedades crónicas que ha aumentado de forma alarmante en las últimas décadas en América Latina y el Caribe, hasta el punto de que algunos hablan de una auténtica epidemia. Esta enfermedad afecta alrededor del 20% de los mayores de 60 años y es un problema especialmente grave en los países del Caribe, donde la padece el 30% o más de sus habitantes. Al igual que la hipertensión, a menudo no es diagnosticada. La Federación Internacional de la Diabetes estima que el 80% de quienes la padecen vive en países de ingresos medios o bajos y la mitad de ellos no sabe que tiene la enfermedad. Esta situación no permite dispensar el tratamiento médico adecuado que les permitiría convivir con esta dolencia y llevar una vida normal durante más años.

El envejecimiento de la población ha traído consigo, también, un aumento en el número de personas con enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer y otras demencias, especialmente entre los mayores de 80 años y entre las mujeres, grupos que están creciendo en importancia con los cambios demográficos que está experimentando esta región. La revista especializada The Lancet ha llegado a estimar que hacia el año 2020 América Latina y el Caribe será la región del mundo con mayor tasa de demencias.

Unos antes y otros después, todos los países de América Latina y el Caribe tendrán que hacer frente a los desafíos que les plantean sus poblaciones envejecidas. Tener presentes las limitaciones físicas y funcionales de los adultos mayores y las características de las enfermedades que más les van a afectar es algo fundamental para el diseño de políticas que permitan vivir mejor esos años de más.

Pablo Ibarraran es especialista líder del en protección social del BID.

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