Amor Cristiano
Cristiano es Dios desde que se levanta hasta que se acuesta
Llamadme exagerada, pero me privan las hipérboles, las metáforas y las polisílabas esdrújulas. Así que no seré yo quien critique un exceso, y mucho menos verbal, en estos tiempos de hiperpapanatismo, perdón, hipercorrección política. Por eso, y porque envidio a muerte el talento ajeno, me maravilla la capacidad de los periodistas deportivos para superarse a sí mismos a la hora de calificar las gestas de los protagonistas, perdón, héroes de sus crónicas. Todo es histórico, espléndido, magnífico, galáctico, cósmico, épico, apoteósico. Ditirámbico, en un vocablo, para que luego digan que no tengo léxico. Eso, las cosas. Los hombres son directamente deidades. El Mesías, llaman a Messi los días malos. Cristiano es Dios desde que se levanta hasta que se acuesta. Juegos de palabras, de acuerdo. Nada que objetar, salvo cierta vergüenza ajena. A todos nos gustan los fuegos artificiales y, para los muy letraheridos como la que suscribe, la pirotecnia verbal puede ser tan deslumbrante como la más vistosa de las palmeras de fuego derramándose sobre el mar en una noche de verano.
El problema viene cuando nos lo creemos y nos lo tomamos todo al pie de la letra. La Agencia Tributaria ha denunciado ante la fiscalía al futbolista Cristiano Ronaldo por defraudar presuntamente 15 millones de euros y, lo que es un problema de un particular con el fisco, se ha convertido casi en cuestión de Estado. Mientras el presidente de su club deplora que algunos medios le hayan tratado “como a un delincuente” y el hueso del ministro Montoro clama contrito por su presunción de inocencia, el denunciado ha amenazado por boca de sus voceros con que se va, nos deja y nos abandona a nuestra suerte sin su sagrado magisterio. Como si le estuviéramos tirando piedras por la calle. La culpa no es solo suya. Debe de ser duro de tragar que, después de adorarte como a un dios, te traten como a un humano.
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