El inglés, más allá de los muros de la escuela
Incorporar una segunda lengua a la rutina diaria e incluir a la familia en el proceso de enseñanza son algunas de las claves para facilitar el aprendizaje de idiomas en la primera infancia
Desde que tiene uso de razón, Olivia, de seis años, solo conoce la voz de algunos de sus dibujos favoritos como Peppa Pig o Dora la Exploradora en inglés. De forma semiinconsciente sus padres prepararon el oído de la pequeña para recibir un segundo idioma de forma natural. También le hablaban en inglés y escuchaban música en ese idioma. “Tampoco hemos hecho nada fuera de lo común, para nosotros era algo natural porque tanto mi mujer como yo desde siempre vemos todo en versión original”, comenta Andrés Sabio, su padre, desde Valencia al otro lado del teléfono. Puede que no haya sido un gesto extraordinario pero forma parte de la corriente que defienden un gran número de estudios sobre la inclusión del segundo idioma lo antes posible e insertado en la rutina diaria del niño para facilitar su asimilación.
Una investigación realizada por Patricia K. Kuhl, codirectora del Institute for Learning & Brain Sciences de la Universidad de Washington asegura que “hay evidencia de que el dominio temprano de los niños del lenguaje requiere aprender en un contexto social”. La investigadora añade que “los datos indican que la oportunidad de aprender a raíz de estímulos complejos son vitales en las primeras etapas de la vida”. O sea, que mamar el inglés desde pequeño no convertirá automáticamente a un niño en bilingüe, pero ayudará mucho. “Evidentemente nosotros hemos llevado a nuestra hija a clases de inglés, pero desde el principio la profesora nos comentaba que su compresión y dicción eran superiores”, añade Sabio.
Las docentes del área de Lenguas extrajeras y didáctica de la Universidad Ramón Llul Carme Flores, Caterina Sugranyes Ernest y Cristina Corcoll han desarrollado una pedagogía para la enseñanza de inglés en etapas tempranas de la infancia y defienden que hay que sacar la lengua de la escuela para aumentar la exposición a la misma. “Pero esa exposición no se puede hacer de cualquier manera, sino adaptada a las capacidades de los niños”, advierte Corcoll. Estas expertas defienden que buscar momentos en casa o en familia para introducir esta segunda lengua con normalidad: “Es necesario buscar oportunidades realistas para el uso del otro idioma. Por ejemplo, introducirla la hora del baño o en el tiempo de juego en el parque o mientras el niño te echa una mano en la cocina”.
Este sistema debería ir modificándose conforme el niño crezca e incorpore nuevas vivencias y rutinas. Junto a Penguin Random House Grupo Editorial han lanzado una colección de libros en la que vuelcan esta pedagogía fruto de su investigación y años de experiencia en las aulas con Peppa Pig como protagonista. “En los libros explicamos a las familias cómo acompañar a sus hijos en el proceso de aprendizaje y los fundamentos que hay detrás de las actividades que proponemos. Les explicamos que inventar una canción en inglés que se repita cada día mientras recogen la mesa, por ejemplo, representa un modo entretenido de aprender vocabulario por repetición”, señala Corcoll. Esta experta asegura que la lengua debe dejar de ser “eso que se usa de modo muy formal basado únicamente en las reglas gramaticales y solo dentro del contexto escolar”.
En el centro madrileño English For Fun imparten talleres para niños entre 1 y 3 años basados en esta misma filosofía. “Los progenitores también participan en las clases y es muy importante que interioricen que el inglés no se queda en una burbuja sino que tienen que trasladarlo a su día a día”, explica Sara Hermida, trabajadora de esta escuela. El centro fue fundado por la norteamericana Jill Stribling en 2008 en la búsqueda de una forma diferente de enseñar una segunda lengua. Esta pedagoga y profesora percibió la necesidad de un nuevo modo de aprender en la sociedad española y abandonó su trabajo en el Colegio Americano de El Viso para crear su centro. “Aquí nos alejamos de libros y preparación de exámenes y nos centramos en una aproximación proactiva y que se desarrolle en contextos naturales para los niños”, especifica Hermida. Este taller tiene un coste de 1.200 euros y se imparte dos días a la semana.
El acercamiento a otros idiomas puede estar también relacionado con las vacaciones y los viajes. Las agencias que ofertan cursos en el extranjero incluyen cada vez más la posibilidad de los viajes en familia. Nadie Poloni, regenta Language-in Study and Go, en Málaga, y afirma que en los últimos años ha notado el aumento del interés porque los niños se familiaricen con una segunda lengua cuanto antes. “Lo incorporamos a nuestra oferta hace cinco años y además de la cuestión del idioma las familias buscan que sus hijos conozcan otras culturas y se mezclen con estudiantes internacionales”, detalla Poloni. La opción más económica ronda los 600 euros por semana y persona, aunque los precios oscilan mucho en función del alojamiento, curso y actividades.
Cristina Barnat, de la agencia Where & What, en Barcelona, coincide en que este tipo de cursos ahora están “más de moda”. “Hay clases para padres y otras para niños. Tenemos propuestas a partir de los 4 años y las familias buscan básicamente la inmersión del niño en un ambiente internacional y que pueda divertirse aprendiendo”. El destino por excelencia entre los españoles es Irlanda, por proximidad y comodidad. Aunque reconoce que es una inversión, Barnat opina que no es una alternativa imposible: “El precio de un apartamento para una semana, con curso de inglés para cuatro miembros de la familia estaría en torno a los 2.000 euros”.
Cristina Corcoll remata: “El objetivo es que en un futuro el niño aumente su capacidad comunicativa. Que pueda viajar por el mundo y desenvolverse sin problema”.
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