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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un plan fiscal de alto riesgo

Las directrices tributarias de Trump aumentan el riesgo de déficit y no garantizan el crecimiento

Donald Trump, presidente de Estados Unidos
Donald Trump, presidente de Estados UnidosASSOCIATED PRESS

El plan de recortes fiscales de Donald Trump es, a la vez, una desesperada llamada política de atención de un presidente que camina por inciertas sendas en política interna y un arriesgado ejercicio de ilusionismo expuesto con la imprecisión habitual de la nueva Administración. Lo que Trump —Mnuchin, secretario del Tesoro, mediante— ha presentado es una relación de directrices, que deberán ser negociadas, con la vocación de constituirse en el mayor recorte fiscal de todos los tiempos en EE UU. Incluyen una rebaja radical del impuesto de sociedades (del 35% al 15%), la eliminación del impuesto sobre las herencias y la simplificación de tramos en renta, más una rebaja del máximo (del 39% al 35%) y un tratamiento beneficioso de la repatriación de capitales. Curiosamente, no hay mención a nuevas cargas arancelarias.

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En términos sociopolíticos, las directrices de Trump avanzan un recorte fiscal a favor de las empresas y de las rentas más altas. Esto era lo esperado de las advertencias del presidente y de su arcaica concepción de los impuestos, heredera de la curva de Laffer y de la economía vudú reaganiana. Pero el problema va más allá de Washington. Si se concretan sus planes, resultará que EE UU se aproximará a la calificación de paraíso fiscal. No hay tanta diferencia entre el 15% de Trump y el 12,5% de carga fiscal en Irlanda.

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Desde el punto de vista económico, el recorte fiscal es un plan de alto riesgo. El entorno presidencial no ha presentado una evaluación de los costes del plan, pero la probabilidad de que la propuesta genere déficit presupuestario es muy elevada. Hay quien ha calculado que producirá un aumento de la deuda de siete billones de dólares en 10 años. En primer lugar, porque la pérdida de ingresos es considerable; después porque la concatenación de menos impuestos-más crecimiento es dudosa (y, para algunos, una simple superstición).

Los mercados han reaccionado con euforia a las directrices de Trump. Pero deberíamos mirar un poco más lejos. Si las directrices no se concretan pueden aparecer frustraciones inmediatas; y a medio plazo, la presión alcista sobre el dólar puede tener impredecibles consecuencias.

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