José Antonio Alonso
García Márquez solía decir que la muerte es injusta. Y toda muerte lo es. Pero cuando muere a los 56 años un ser admirado o querido, el corazón se nos empoza. Solo quiero destacar de José Antonio Alonso la gran personalidad que irradiaba, no siempre tan frecuente en política. Que me ha dado mucha pena la noticia. Y que los que nos quedamos —familiares, amigos y admiradores— le vamos a echar mucho de menos. Porque hay políticos que irradian. Descanse en paz.— Eduardo Bravo Domínguez. Madrid.
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