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Así ilumina el solsticio de invierno las misiones españolas en América

El miércoles 21 de diciembre, los países del hemisferio norte marcarán el solsticio de invierno, el día más corto y la noche más larga del año

Iluminación del sagrario del altar mayor de la Vieja Misión de San Juan Bautista, California, en el solsticio de invierno de 2007.
Iluminación del sagrario del altar mayor de la Vieja Misión de San Juan Bautista, California, en el solsticio de invierno de 2007.Rubén G. Mendoza/Ancient Editions, CC BY-ND

El miércoles 21 de diciembre, los países del hemisferio norte marcarán el solsticio de invierno, el día más corto y la noche más larga del año. Desde hace miles de años, los humanos han destacado este acontecimiento con rituales y celebraciones para señalar el renacimiento del sol y la victoria sobre la oscuridad.

En cientos, y quizá miles, de misiones que se extienden desde el norte de California hasta Perú, el sol del solsticio de invierno desencadena un fenómeno raro y fascinante, algo que descubrí por accidente y documenté por primera vez en una iglesia de California hace casi 20 años.

Al amanecer del 21 de diciembre, un rayo de sol entra en cada una de estas iglesias y baña un objeto religioso importante, el altar, el crucifijo o la estatua de un santo, con una luz brillante. En el día más oscuro del año, estas iluminaciones transmitían a los nativos conversos el renacimiento de la luz, la vida y la esperanza en la llegada del Mesías. Este descubrimiento reciente, en gran medida desconocido durante siglos, ha despertado interés en todo el mundo, tanto en los círculos religiosos como en los científicos. En las misiones con espacios de iluminación documentados, congregantes y descendientes amerindios se reúnen ahora para honrar al sol en la iglesia en los días más sagrados de la liturgia católica con canciones, cánticos y toque de tambores.

Iluminación del solsticio de invierno en el sagrario de la Capilla del Presidio Real Español en Santa Bárbara, California. El autor documentó por primera vez esta iluminación solar del altar en 2004.
Iluminación del solsticio de invierno en el sagrario de la Capilla del Presidio Real Español en Santa Bárbara, California. El autor documentó por primera vez esta iluminación solar del altar en 2004.Rubén G. Mendoza, CC BY-ND

Desde entonces he recorrido amplios tramos del suroeste de EE UU, México y Centroamérica para documentar iluminaciones solares significativas desde el punto de vista astronómico y el litúrgico en las iglesias de las misiones. Estos acontecimientos nos ayudan a estudiar la arqueología, la cosmología y la historia colonial española. Las fiestas de diciembre demuestran la capacidad de nuestros instintos para guiarnos por la oscuridad hacia la luz.

La difusión de la fe católica

Las 21 misiones californianas fueron establecidas entre 1769 y 1823 por franciscanos españoles cuya base estaba en Ciudad de México, para convertir a los nativos al catolicismo. Cada misión era un asentamiento autosuficiente con múltiples edificios, que incluían viviendas, almacenes, cocinas, talleres e iglesia. Los nativos conversos aportaban la mano de obra para construir cada complejo misionero, supervisados por los frailes españoles. Estos celebraban después misa en la iglesia para las comunidades indígenas, en ocasiones en los idiomas nativos.

Los indios californianos contaban las fases de la luna y la salida del sol en el equinoccio y en el solsticio para pronosticar las plantas y los animales disponibles según las estaciones

Frailes españoles como Fray Gerónimo Boscana documentaron también las cosmologías y las creencias indígenas. El relato de Boscana sobre el tiempo que pasó en la misión describe la creencia de los indios californianos en una deidad suprema conocida por las gentes de la misión de San Juan Capistrano como Chinigchinich o Quaoar.

Como héroe cultural, los indígenas conversos identificaron a Chinigchinich con Jesús durante el periodo de las misiones. Su aparición entre pueblos hablantes de takic coincide con la muerte de Wiyot, el tirano primigenio de los primeros pueblos, cuyo asesinato introdujo la muerte en el mundo. Y fue el creador de la noche quien conjuró las primeras tribus y lenguas, y al hacerlo, dio nacimiento al mundo de la luz y la vida.

Pueblos cazadores y recolectores así como agricultores de toda América registraron el tránsito del sol por el solsticio tanto en el arte rupestre como en sus leyendas. Los indios californianos contaban las fases de la luna y la salida del sol en el equinoccio y en el solsticio para pronosticar las plantas y los animales disponibles según las estaciones. Entre los pueblos agrícolas, contar los días entre el solsticio y el equinoccio era importante para planear el cultivo y la recogida de las cosechas. De ese modo, la luz solar se identificaba con el crecimiento de las plantas; era la que creaba y daba la vida.

El descubrimiento de las iluminaciones

Contemplé por primera vez una iluminación en la iglesia de la Misión de San Juan Bautista, situada sobre la gran falla de San Andrés y fundada en 1797. La misión está también a cuatro horas en coche de los diseños de alta tecnología de San Jose y Silicon Valley. Por suerte, la visita a la Vieja Misión en un viaje de cuarto curso, muchos años antes, había suscitado mi interés por la arqueología, la historia y la herencia de mis antepasados indígenas.

En otro tiempo los indios mutsun de la misión habían venerado y temido la salida del sol en el solsticio de invierno

El 12 de diciembre de 1997, el párroco de San Juan Bautista me informó de que había observado una espectacular iluminación solar de una porción del altar mayor en la iglesia de la misión. Un grupo de peregrinos que celebraban la festividad de Nuestra Señora de Guadalupe había pedido que se les permitiese acceder a la iglesia a primera hora de la mañana. Cuando el sacerdote entró en el santuario, vio un intenso haz de luz que atravesaba toda la iglesia e iluminaba la mitad oriental del altar. El tema me interesó, pero en ese momento estaba estudiando la historia arquitectónica de la misión y supuse que el episodio no estaba relacionado con mi trabajo. Después de todo, las ventanas proyectan la luz del sol en los santuarios oscuros de la iglesia a lo largo de todo el año.

Un año después, volví a San Juan Bautista, el mismo día del año, y de nuevo por la mañana. Un haz de luz intensamente brillante penetró en la iglesia por una ventana situada en el centro de la fachada y alcanzó el altar, iluminando con un inusual rectángulo de luz un estandarte de la Virgen de Guadalupe el día de su festividad. Mientras permanecía en la trayectoria del haz luminoso y miraba hacia el sol enmarcado en el epicentro de la ventana, no pude evitar el sentimiento que muchos describen cuando, en el transcurso de una experiencia cercana a la muerte, ven la luz del gran más allá.

Solo después relacioné esta experiencia con la inusual orientación de la iglesia, en un ángulo de 122º al este del norte, tres grados de diferencia respecto a la superficie del cuadrángulo de la misión, por lo demás cuadrada. La documentación en años posterioresdejó claro que la posición del edificio no era aleatoria. En otro tiempo los indios mutsun de la misión habían venerado y temido la salida del sol en el solsticio de invierno. Por aquel entonces, ellos y otros grupos celebraban estrepitosas ceremonias para facilitar la resurrección del moribundo sol invernal.

Plano de la misión de San Juan Bautista que muestra la orientación descuadrada de la iglesia.
Plano de la misión de San Juan Bautista que muestra la orientación descuadrada de la iglesia.California Missions Resource Center

Años después, cuando realizaba una investigación arqueológica en la misión de San Carlos Borromeo, en Carmel, observé que también la iglesia de este lugar estaba girada respecto al patrón cuadrangular que la rodeaba, en este caso unos 12 grados. Finalmente confirmé que la iglesia estaba alineada para iluminarse en el solsticio de verano, el 21 de junio.

Entonces inicié una investigación en todo el estado de las misiones californianas. Los primeros pasos fueron revisar los planos de las estructuras de iglesia más recientes de los que se tiene constancia, analizar los mapas históricos de las 21 misiones y determinar la trayectoria de la luz en cada iglesia. A continuación establecimos el azimut, para determinar si todas las iglesias estaban orientadas hacia acontecimientos astronómicamente significativos, usando datos de la salida y la puesta del sol.

Este procedimiento reveló que 14 de las 21 misiones californianas estaban ubicadas de modo tal que se produjesen iluminaciones en los solsticios o en los equinoccios. También demostramos que las misiones de San Miguel Arcángel y San José estaban orientadas para iluminarse en las festividades católicas de San Francisco de Asís (4 de octubre) y San José (19 de marzo), respectivamente.

Poco después, descubrí que 18 de las 22 iglesias misioneras de Nuevo México estaban orientadas hacia el importantísimo equinoccio de primavera o de otoño, usados por los indios pueblo para señalar la estación agrícola. Mi investigación se extiende ahora a todo el hemisferio americano, y hallazgos recientes de otros colaboradores han ampliado el cómputo de espacios confirmados en lugares tan lejanos como Lima, en Perú. Hasta la fecha, he hallado 60 espacios de iluminación en el oeste de Estados Unidos, México y Sudamérica.

Unir la luz a la fe

Es asombroso descubrir que los franciscanos fueron capaces de ubicar y diseñar estructuras idóneas para producir las iluminaciones, pero una cuestión aún más interesante es por qué lo hicieron. Los amerindios, que previamente habían adorado al sol, identificaban a Jesús con el sol. Los frailes reforzaron esta idea a través de enseñanzas sobre el Cristo Helios, o “Cristo solar”, de comienzos de la cristiandad romana.

Esquema de las cuatro iluminaciones solares sucesivas de los santos del altar mayor en la iglesia de la misión de San Miguel Arcángel, California. Obsérvese que la iluminación comienza por la izquierda, con la iluminación el 4 de octubre de San Francisco en el día de su festividad. El autor observó y documentó esta variedad solar en 2003.
Esquema de las cuatro iluminaciones solares sucesivas de los santos del altar mayor en la iglesia de la misión de San Miguel Arcángel, California. Obsérvese que la iluminación comienza por la izquierda, con la iluminación el 4 de octubre de San Francisco en el día de su festividad. El autor observó y documentó esta variedad solar en 2003.Rubén G. Mendoza, CC BY-ND

Estudios efectuados por la antropóloga Louise Burkhartafirman la presencia del Cristo solar en las interpretaciones indígenas de las enseñanzas franciscanas. Esta mezcla de cosmologías indígenas y enseñanzas de la Iglesia antigua permitió fácilmente a los franciscanos hacer adeptos en todo el continente americano. Asimismo, las calibraciones de las festividades variables de Pascua y Semana Santa se basaban en la Pascua judía, o la luna nueva creciente más cercana al equinoccio de primavera. La observancia adecuada de la Pascua y el martirio de Cristo dependía del cómputo judío de los días, que se identificaba con el equinoccio primaveral y el calendario de solsticios.

Orientar las iglesias de las misiones para obtener iluminaciones en los días más sagrados del calendario católico daba a los nativos conversos la sensación de que Jesús se manifestaba en la luz divina. Cuando el sol se situaba para iluminar el altar de la iglesia, los neófitos veían sus rayos iluminar el ornamentado sagrario dorado, en el que los católicos creen que el pan y la sangre se transforman en el cuerpo y la sangre de Cristo. De hecho, contemplaban la aparición del Cristo Solar.

El solsticio de invierno, coincidente con la fiesta romana del Sol Invicto y el nacimiento cristiano de Cristo, anunciaba el día más corto y oscuro del año. Para el indio californiano, presagiaba el temor a la inminente muerte del sol. En ningún momento se mostraba el sol en la iglesia más poderoso que en ese día del año, cuando el nacimiento de Cristo señalaba el nacimiento de la esperanza y la llegada de la nueva luz al mundo.

Rubén G. Mendoza es Catedrático/Profesor, Departamento de Estudios Sociales, de Conducta y Globales, Universidad del Estado de California, Monterey Bay.

Cláusula de divulgación: Rubén G. Mendoza ha recibido previamente financiación del Fondo Nacional para las Humanidades de Estados Unidos, y ha sido miembro del consejo de la Fundación de las Misiones de California. Está adscrito al Programa de Arqueología del Departamento de Estudios Sociales, de Conducta y Globales de la CSU Monterey Bay.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés en la web The Conversation.

Traducción de News Clips.

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